En
Kuño Tambo, una población ubicada a casi 4000 metros de altura en las
montañas de los Andes peruanos, los muros de adobe de la iglesia de
Santiago Apóstol, construida por los españoles en 1681, han resistido
una gran cantidad de terremotos.
Pero
después de más de tres siglos de sacudidas, la edificación llegó al
siglo XXI con los ladrillos erosionados, paredes que se desmigajaban,
algunos contrafuertes faltantes y un techo de madera con goteras. Los
murales en las paredes interiores estaban desconchados y el campanario
ubicado cerca de la plaza central del pueblo se tambaleaba
peligrosamente. La iglesia se había vuelto demasiado insegura para
celebrar servicios regulares, lo que fue un golpe para esta ciudad tan
católica.
El caso de Kuño Tambo no es el único. Los fuertes terremotos de 2007
y 2009 mataron a cientos de personas en Perú y devastaron decenas de
estructuras históricas de adobe. El peligro para estos edificios y la
gente que los rodea ha llevado a los conservacionistas y arquitectos a
explorar métodos para mantenerlos intactos.
El
Proyecto de Reequipamiento Sísmico, una iniciativa del Instituto de
Conservación Getty con sede en Los Ángeles, estudia prácticas
tradicionales para estabilizar estructuras en áreas que son propensas a
los sismos.
“Queríamos
saber si esas técnicas son efectivas, si es posible trabajar con esos
métodos desde el punto de vista de la ingeniería”, dijo Daniel Torrealva,
uno de los ingenieros del proyecto en la Pontificia Universidad
Católica del Perú en Lima. “Y cómo se pueden incluir estas técnicas en
la construcción”.
A
través de una serie de talleres de un año de duración en Kuño Tambo, el
equipo de Getty trabajó con habitantes de la aldea —quienes hablan
quechua— para implementar las reparaciones de bajo costo y escasa
tecnología que esperan estandarizar para hacer las estructuras de adobe
más seguras y elásticas. Si estas técnicas resultan efectivas y
asequibles en la Iglesia de Santiago Apóstol y en algunos otros sitios,
el enfoque podría usarse para fortalecer edificios en todo el mundo.
Los
ladrillos de adobe son uno de los materiales de construcción más
utilizados. Se estima que el 30 por ciento de la población mundial,
desde África hasta la India, e incluso en ciertas zonas de Europa,
habita en estructuras construidas con estos ladrillos.
En Perú, donde el adobe ya se usaba desde antes de la época inca, millones de personas viven en viviendas construidas con ese material.
Pero muchas de las zonas alrededor del mundo donde prevalece este tipo de arquitectura
también presentan una gran actividad sísmica. Aunque el adobe es
resistente, pesado y aislante, si no se refuerza, es propenso a
desmoronarse durante un terremoto: las paredes se desalinean, se
segmentan en grandes trozos y se convierten en polvo antes de colapsar
repentinamente. El daño se acumula con el tiempo; que un edificio
sobreviva a un terremoto no es garantía de que logrará permanecer
intacto durante el próximo movimiento telúrico.
Estas características le han dado mala fama como material. En Perú, la mayor cantidad de muertes
causadas por el terremoto de 2007 sucedieron en una iglesia de adobe
donde las paredes colapsaron después de ser golpeadas por una estructura
reforzada con concreto en las puertas delanteras. Se derrumbó sobre más
de 100 personas que intentaban huir presas del pánico.
Los
conservacionistas explican que eso no significa que ya no se utilizará
adobe o que las estructuras existentes no deberían adaptarse para ser
más seguras.
“Muchos alcaldes dijeron que nunca más volverían a construir en adobe”, dijo Norma Barbacci,
una arquitecta de preservación que trabaja en Brooklyn. “Pero es un
material con el que todos están familiarizados y es el más sostenible,
ideal para el clima y ecológicamente apropiado para esos lugares”.
En
Kuño Tambo, los conservadores vieron la oportunidad de probar con
rigurosidad las estructuras sísmicas tradicionales y reunir evidencias
sobre su efectividad.
Según Claudia Cancino,
quien dirige los aportes de Getty en el proyecto, la Iglesia de
Santiago Apóstol es arquitectónicamente pura porque se mantuvo
esencialmente igual que cuando los españoles la construyeron. Esto
significaba que los materiales y la estructura de la edificación podían
estudiarse sin la interferencia de las adaptaciones modernas, lo que la
convierte en un ejemplo ideal para realizar pruebas de laboratorio y modelar el comportamiento de los refuerzos estructurales históricos.
De tener éxito, esas técnicas podrían aplicarse rápidamente a cientos de edificios similares en esa región.
“Aquí
en Perú es bien sabido que las construcciones de tierra pueden soportar
terremotos si se construyen y se mantienen adecuadamente”, dijo
Cancino. “Pero no había ciencia detrás, no hay datos”.
Con
el fin de desarrollar una estrategia para fortalecer la iglesia de Kuño
Tambo con una combinación de refuerzos, Torrealva y un equipo de
ingenieros realizaron más de 300 pruebas físicas a pequeña escala de un conjunto de técnicas que durante siglos han sido utilizadas por los constructores peruanos.
Luego trabajaron con Paulo Lourenço,
un ingeniero de la Universidad de Minho en Portugal, para construir un
detallado modelo virtual de la iglesia y ejecutaron simulaciones de esa
estructura con diferentes arreglos y bajo múltiples tipos de estrés
sísmico.
Eso
dio como resultado un plan para equipar a la iglesia con 11 vigas
nuevas que abarcan el ancho del edificio, una nueva viga collar debajo
de la circunferencia del techo y tres tirantes en forma de L que se
insertaron en cada esquina para unir las paredes, todo ello fabricado
con madera de eucalipto local.
Junto
con los cimientos renovados de piedra, los nuevos ladrillos de adobe,
tres nuevos contrafuertes y un nuevo techo con marco en forma de A,
algunas partes de la iglesia y el campanario también se envolvieron en
una malla tipo nilón y luego se cubrieron con yeso para darle un mayor
soporte. Las pinturas murales también han sido restauradas; muchas
iglesias de toda la región albergan obras de arte similares.
A
medida que el proceso de conservación se realizaba el año pasado, el
equipo de Getty dictó una serie de talleres de capacitación intensiva en
Kuño Tambo para dejar estos conocimientos en manos de los residentes de
la aldea, así como a otros conservadores e ingenieros peruanos.
El
proyecto completo costó alrededor de 1,5 millones de dólares y casi
duplicó la resistencia sísmica de la iglesia, lo que supera con creces
los estándares del código de construcción peruano, según dijo Torrealva.
Los trabajos en la Catedral de Ica,
otra edificación muy afectada, comenzaron en septiembre; el inicio de
los talleres de capacitación está programado para mayo de 2019.
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