sábado, 2 de abril de 2022

¿Por qué el T.rex tenía los brazos tan cortos?

 

 

Fuente: https://www.nationalgeographic.com.es

Por: Héctor Rodríguez Editor y periodista especializado en ciencia y naturaleza

 

El paleontólogo de la universidad de California en Berkeley, Kevin Padian, lleva impartiendo durante más de dos décadas un seminario para alumnos de primer año llamado "La era de los dinosaurios". Y durante estos 20 años, una pregunta recurrente entre sus estudiantes siempre ha sido: ¿Por qué los brazos del Tyrannosaurus rex son tan ridículamente cortos?

Por lo general, como respuesta a los alumnos, el profesor enumeraba la gran variedad de hipótesis propuestas por los paleontólogos: "para el apareamiento, para sujetar a la presa..." Sin embargo, también por lo general, los estudiantes atendían a la replica con la mismas dudas con la que realizaban la pregunta. La respuesta habitual de Padian era un humilde: "nadie lo sabe". Sin embargo, también sospechaba que los académicos que hasta el momento habían propuesto una solución al enigma habían estado abordando la cuestión desde una perspectiva equivocada.

"En lugar de preguntar: ¿para qué evolucionaron los brazos cortos del T. rex?" cuenta Padian, "la pregunta debería ser: ¿Qué beneficios proporcionaban esos brazos tan pequeños a semejante animal? Y es por ello que ahora, en nuevo artículo publicado en la revista Acta Palaeontologia Polonica bajo el título Why tyrannosaurid forelimbs were so short: An integrative hypothesis el investigador plantea una nueva hipótesis: los brazos del T. rex se encogieron para evitar la amputación accidental o intencional cuando una manada de T. rex se reunía sobre un cadáver con sus enormes cabezas y dientes trituradores de huesos.

"¿Qué pasaría si varios tiranosaurios adultos se abalanzaran sobre una presa? Tienes un montón de cráneos enormes con mandíbulas y dientes increíblemente poderosos desgarrando y masticando carne y huesos justo a tu lado ¿Y qué pasa si tu congénere piensa que te estás acercando demasiado? Simplemente podrían advertirte de que te alejaras cortándote un brazo", expone el distinguido profesor emérito de biología integrativa en la Universidad de California en Berkeley y comisario del Museo de Paleontología de la institución. "En este sentido, tener los brazos cortos podría ser una ventaja, ya que no los estas usando para la depredación y las heridas graves por mordedura pueden causar infecciones, hemorragias, el shock y finalmente la muerte", añade.

Padian también señala que los predecesores de los tiranosáuridos poseían brazos más largos que estos, por lo que hubo de existir alguna razón para que se redujeran tanto en tamaño como en movilidad articular. Esto habría afectado no solo al T. rex, que vivió en América del Norte a finales del Cretácico, sino también a los abelisáuridos africanos y sudamericanos del Cretácico Medio o a los carcarodontosáuridos que se extendieron por Europa y Asia y que incluso fueron más grandes que el propio Tyrannosaurus.

"Todas las hipótesis al respecto o no se han probado o se han descartado por su inverosimilitud", explica el paleontólogo. "Además, ninguna de ellas explica por qué los brazos disminuyeron de tamaño y en todos los casos las funciones propuestas para los brazos del Tyrannosaurus habrían sido mucho más efectivas si los brazos no lo hubieran sido más largos".

Los brazos y el T. rex, un enigma de más de un siglo 

Cuando el gran cazador de dinosaurios Barnum Brown descubrió los primeros fósiles de T. rex en el año 1900, pensó que los brazos eran demasiado pequeños para formar parte su esqueleto. Su colega, Henry Fairfield Osborn, quien describió y nombró a la criatura, planteó entonces la hipótesis de que estos cortos brazos cortos podrían haber funcionado como "abrazaderas pectorales" destinadas a sostener a las hembras durante la cópula; un análogo a los broches pélvicos de algunos tiburones y rayas, que son aletas modificadas. Sin embargo, Osborn no proporcionó pruebas que corroboraran su hipótesis y Padian remarca que los brazos del T. rex son demasiado cortos para rodear a otro T. rex y demasiado débiles para ejercer algún control sobre una pareja.

Durante todos estos años se han sucedido todo tipo explicaciones, algunas de las cuales pasaban por la atracción de parejas, la emisión de señales sociales, servir de ancla para permitir que T. rex se levantara del suelo o sujetar presas. Otros paleontólogos incluso han propuesto que los brazos no contaban con ninguna función, por lo que tan siquiera habría que preocuparse por ellos.

Sin embargo, en esta ocasión Kevin Padian abordó la cuestión desde una perspectiva diferente: es decir, preguntando qué beneficio podrían tener unos brazos más cortos para la supervivencia del animal. La respuesta le llegó después de que otros paleontólogos descubrieran pruebas de que algunos tiranosáuridos cazaban en manadas. “Varios yacimientos descubiertos durante los últimos 20 años conservan tiranosaurios adultos y juveniles juntos, lo que pone sobre la mesa esta posibilidad", explica. 

En su nuevo artículo, Padian examina las especulaciones de otros paleontólogos y conviene que ninguna de ellas parece haber sido completamente probada. "Los brazos son simplemente demasiado cortos. No pueden tocarse entre sí, no pueden alcanzar la boca y su movilidad es tan limitada que no pueden estirarse mucho, ni hacia adelante ni hacia arriba"

Por ejemplo, hace veinte años, dos paleontólogos analizaron los brazos del T.rex y plantearon que estos podrían haber sido capaces de levantar hasta 200 kilogramos. Sin embargo, según el investigador, un tyrannosarus no podría haberse acercado a nada lo suficiente como para recogerlo del suelo.

Del Tyrannosaurus rex al dragón de Komodo

La hipótesis de Padian presenta analogías con algunos animales actuales. Por ejemplo, el dragón de Komodo gigante -Varanus komodoensis- de Indonesia caza en grupos, y cuando atrapa a sus presas los que son los lagartos más grandes convergen en el cadáver dejando los restos para los más pequeños. En el proceso se suelen producir conflictos en los que abundan los mordiscos y las magulladuras al igual que ocurre con los cocodrilos, y así pudo haber sucedido lo mismo tanto en el caso de los T. rex como de otros tiranosáuridos.

"Tal vez no sea posible establecer una hipótesis final" declara el paleontólogo, "pero quizá podría encontrarse una correlación si se revisaran los especímenes de museos de todo el mundo en busca de marcas de mordeduras", admite. "Las heridas por mordeduras tanto en el cráneo como en otras partes de su esqueleto están bien documentadas tanto en los tiranosaurios como en otros dinosaurios carnívoros. Si se encontraran menos marcas de mordeduras en base la disminución progresiva de las extremidades de estos animales, estaríamos ante una señal de que la reducción de sus brazos se debió a esta razón".

Sin embargo, Padian no se hace ilusiones de que su idea sea el final de la historia. Un problema para establecer esta hipótesis es que hubo varios grupos de grandes dinosaurios carnívoros que también redujeron sus extremidades de forma independiente, aunque de diferentes maneras. “Los tamaños y proporciones de los huesos de las extremidades en estos grupos son diferentes, pero también lo son otros aspectos de sus esqueletos”, aclara. “No podemos esperar que este proceso se produjera en distintas especies de la misma manera y por las mismas razones. Un ejemplo de ello lo encontramos en las alas reducidas de las grandes aves vivas y no voladoras actuales como el avestruz, el emú, el ñandú o el casuario, que evidentemente tomaron diferentes caminos evolutivos por distintas razones.

En resumidas cuentas, Padian ve un hilo común en las distintas hipótesis que tratan de explicar el enigma de los cortos brazos del tiranosaurio. "Para mí, este estudio es interesante por cómo planteamos hipótesis en ciencia y buscamos explicaciones. Contamos muchas historias como esta sobre las posibles funciones de los brazos del T. rex porque es un problema interesante. Pero, ¿realmente estamos viendo el problema de la manera correcta?". Padian admite que tras 20 años dando clases la pregunta sigue sin responder: las distintas hipótesis están sobre la mesa y quizá sea algunos de sus alumnos, pasados o futuros, quienes ofrezcan una respuesta final al enigma.

 

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