Cuando pensamos en las grandes revoluciones científicas nos suelen venir a la mente los grandes saltos conceptuales: la relatividad, la evolución por selección natural, la teoría atómica. Pero a veces es un objeto, un humilde objeto, el que cambia la ciencia para siempre. Hay artefactos que son capaces de poner patas arriba nuestro conocimiento del mundo: el telescopio, la secuenciación masiva de ADN, la máquina de vapor. Hoy os vamos a hablar de uno de ellos: el transistor, que es, probablemente, la tecnología más revolucionaria de la historia reciente. Un transistor no es otra cosa que un pedacito de material capaz de amplificar una corriente eléctrica. Dicho así parece algo muy específico y no suena nada revolucionario, pero es que gracias a este aparato pudimos hacer la electrónica pequeña, barata y eficiente. Cuando un objeto cambia la historia de la ciencia no suele hacerlo por sí mismo, sino gracias a las puertas que nos abre. Los transistores son, en buena medida, los responsables de que tengamos decenas de aparatos electrónicos en nuestras casas, y permitieron también que los experimentos científicos fueran más precisos y que pudiéramos mirar más lejos. Hoy os glosamos la historia de este pequeño dispositivo, sin el cual el mundo sería muy diferente al que conocemos. Para ello contamos con la ayuda de Julio Martos, que es profesor en el Departamento de Ingeniería Electrónica de la Universitat de València.
Fuente: Aparici en Órbita
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