En 1947, el extravío de una cabra en una cueva de las afueras de Qumran provocó el descubrimiento por parte de unos pastores beduinos de cerca de novecientos manuscritos escritos en hebreo, arameo y griego entre los siglos III a.C. y I d.C. Los documentos supusieron una revolución para la arqueología bíblica, al conservar todos los libros de la Biblia hebrea en sus más antiguas versiones, además de una colección de comentarios a la literatura sagrada de los judíos, que permitió conocer mucho más sobre el ambiente social y religioso existente en Jerusalén en los tiempos del Segundo Templo.
Fuente: Museo Arqueológico Nacional de España
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