Fuente: https://www.nytimes.com
Por: Katrina Miller es periodista de ciencia en el Times, radicada en Chicago. Tiene un doctorado en física por la Universidad de Chicago.
El hallazgo sugiere que distintos tipos de antepasados humanos, con anatomías y formas de caminar distintas, habitaron el mismo lugar al mismo tiempo.
Hace un millón y medio de años, entre cigüeñas gigantes y antepasados de los antílopes, dos parientes extintos de los humanos caminaban por la misma orilla fangosa de un lago en lo que hoy es el norte de Kenia, según sugiere una nueva investigación.
Un equipo de excavación descubrió cuatro conjuntos de huellas conservadas en el barro de la cuenca de Turkana, un yacimiento que ha originado importantes avances en la comprensión de la evolución humana. El descubrimiento, anunciado el jueves en un artículo de la revista Science, es una evidencia directa de que distintos tipos de antepasados humanos, con anatomías y formas de caminar distintas, habitaron el mismo lugar al mismo tiempo, dicen los autores del artículo.
También plantea interrogantes sobre el alcance de las interacciones entre las especies.
“Es posible que pasaran unos junto a otros”, dijo Kevin Hatala, antropólogo evolutivo de la Universidad de Chatham de Pittsburgh, quien dirigió el estudio. “Podrían haber levantado la vista a lo lejos y haber visto a otro miembro de una especie estrechamente emparentada que vivía en el mismo paisaje”.
Basándose en los restos óseos conseguidos en la región, el equipo de Hatala atribuyó las huellas a Paranthropus boisei y a Homo erectus, dos tipos de homininos, el grupo formado por nuestro linaje humano y especies estrechamente emparentadas. El Paranthropus boisei tenía cerebros más pequeños junto con caras anchas y planas, y enormes dientes y músculos masticadores; el Homo erectus se parecía más a las proporciones humanas modernas y se cree que son nuestros antepasados directos.
Desde hace tiempo, los científicos saben que en la Tierra coexistieron distintos tipos de homininos. El Homo sapiens, que surgió hace unos 300.000 años, compartió el planeta con neandertales y denisovanos durante miles de años. En la actualidad, aún quedan restos de su ADN en nosotros.
Pero las evidencias de la superposición de especies y de cómo difería el comportamiento de una especie a otra sobre todo se deducen de los huesos. A menudo, estos fósiles se conservan de manera irregular o se encuentran en sedimentos que se acumulan durante milenios. Esto puede originar un gran margen de error en la datación.
Las huellas, en cambio, se fosilizan de manera mucho más directa, a menudo a las pocas horas o días de su creación. Proporcionan una instantánea clara, tanto de un momento en el tiempo como de un patrón de locomoción.
En 2021, Hatala formó parte de un equipo que determinó que las huellas halladas en Tanzania fueron realizadas por dos especies distintas de homininos hace 3,6 millones de años. Ahora, ha encontrado algo similar en Kenia.
Los investigadores descubrieron tres huellas individuales que parecían proceder del mismo tipo de hominino, y un rastro largo y continuo de huellas que procedía de otro.
Aún no se ha determinado si las huellas pertenecen a especies distintas. Como el registro fósil es escaso, “no se puede hacer como en la Cenicienta y tratar de encajar el esqueleto del pie en la huella”, dijo Hatala.
En su lugar, los científicos se basaron en los resultados de experimentos previos que usaban tecnología de rayos X para comprender cómo afecta el movimiento del pie a las huellas dejadas en el barro. En comparación con el rastro continuo de huellas, las tres aisladas tenían arcos más altos, lo que indica que surgieron de una forma de andar más parecida a la de los humanos actuales.
También descubrieron que los pies del rastro de huellas tenían un dedo gordo con una posición que cambiaba de un paso a otro. El dedo no era tan móvil como el de los simios, pero era más variado que el de los humanos modernos.
“Eso, para mí, es fascinante”, dijo William Harcourt-Smith, paleoantropólogo del Lehman College y del Museo Estadounidense de Historia Nacional de Nueva York, quien escribió un artículo de perspectiva que acompañaba al estudio en Science. “Aquí tenemos diversidad en la forma en que estas criaturas se movían por el paisaje, en los patios traseros de los demás”.
Como son más parecidas a las humanas, el equipo cree que los individuos de Homo erectus crearon las tres huellas aisladas, y que el rastro continuo de huellas, que tienen similitudes con las dejadas por parientes anteriores de los humanos, proceden de Paranthropus boisei.
Aunque Hatala y sus colegas han hecho esa afirmación, dijo Harcourt-Smith, “es difícil saber cuál especie creó cada huella”.
“Creo que, para eso, se necesitan más datos”, dijo.
Un nuevo análisis de las huellas de un yacimiento cercano mostró una superposición similar de los dos homininos ocurrida más de 100.000 años después. Esto sugiere que es posible que ambas especies hayan convivido durante mucho tiempo y que no competían directamente por los recursos.v
“Una no expulsaba a la otra de su territorio ni nada parecido”, dijo Hatala. “De lo contrario no veríamos múltiples casos de su superposición, o al menos eso sería mucho menos probable”.
Al especialista le intriga reflexionar sobre cómo podrían haberse considerado mutuamente: ¿cómo sería vivir en el mismo hábitat que otra especie parecida a la humana, que comparte cierto parecido, pero con un aspecto tan diferente?
La época actual, en la que el Homo sapiens domina el paisaje, “es en realidad muy rara”, dijo Hatala. “Solo ha habido este breve y reciente periodo en el que solo hemos tenido una especie humana en el planeta”.
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