miércoles, 18 de enero de 2017

Entrevista al arquitecto e investigador Miguel Ángel Guzmán Juárez


"EL LARGO PASADO DE LA SOCIEDAD CHANCAY ESTÁ AÚN CUBIERTO POR UN AURA DE MISTERIO". 


Miguel Ángel Guzmán Juárez es un destacado arquitecto peruano, egresado de la Universidad Ricardo Palma, que actualmente ejerce la docencia en varias universidades peruanas. Cuenta con una Maestría en Arqueología Andina y actualmente es candidato a Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.  

Su dinámica labor de investigación en los últimos años lo ha llevado a concretar importantes publicaciones, tales como Huarco. Arquitectura ceremonial en Cerro Azul (2003), "Guía de arquitectura y paisaje de Lima y el Callao" en Enrique Bonilla, editor, An Architecture and Landscape Guide (2009), y su reciente publicación Arquitectura Chancay. Espacios rituales del tiempo sagrado (2016). En la XI Bienal Nacional de Arquitectura (CAP 2004) obtuvo la Primera Mención a Nivel Profesional. También es miembro fundador del Instituto Arqueo-Arquitectura Andina y colabora con revistas nacionales y extranjeras de su especialidad.
 
En su última publicación Arquitectura Chancay. Espacios rituales del tiempo sagrado, Guzmán Juárez intenta rescatar la memoria de la ancestral sociedad Chancay que se desarrolló en la costa central peruana, analizando la expresión en sus muros así como su relación con el paisaje. Para ello, indaga en la arquitectura, los paisajes, los recorridos y los espacios rituales, así como los códigos sociales, espaciales y temporales.
 
Precisamente a lo largo de esta entrevista, conoceremos más detalles de las investigaciones de Guzmán Juárez así como el valioso trabajo que viene desarrollando desde la óptica de la arquitectura para interpretar y explicar aspectos todavía poco conocidos sobre el milenario pasado de la sociedad Chancay.

¿Es posible conocer la historia a partir del análisis de la arquitectura de las  sociedades del pasado?  
 
Cada sociedad se organiza y se asienta en un determinado contexto, cada grupo construye formas como resultado de organizaciones espaciales que se sustentan en ciertas cosmologías, y por lo tanto, se identifican con ciertos modelos o tipologías, que tienen un fundamento social, espacial y temporal. Cuando se observan los diferentes componentes de la arquitectura en un asentamiento se perciben ciertos elementos constantes, ciertas continuidades, pero al mismo tiempo ciertas transformaciones, formas particulares de construir que estarían definiendo cambios en el tiempo, y por lo tanto, sí sería posible re-construir ese pasado o esa memoria desde sus muros, desde la forma de organizarlos. Tal vez, lo constante en la arquitectura sea su transformación, y eso requiere un análisis paciente y minucioso para su comprensión.

¿Cómo podrías describir la vinculación arqueología - arquitectura en el desarrollo de tus trabajos? 
 
Como arquitecto trato de entender las lógicas de la construcción -inherente a la disciplina, es el oficio y el sustento de la arquitectura-, de los diferentes procesos de edificación que recrean los límites espaciales para la definición de los recintos, de aquellos espacios arquitectónicos donde se desarrollarán las actividades: cotidianas o extraordinarias. Ese punto específico, referido a la función puede ser develado por la arqueología, por medio de sus diferentes métodos y técnicas de excavación, de análisis e interpretación de los indicadores materiales que van recuperando. Y eso, realmente es un aporte sustancial.
 
Pero también la arquitectura puede inferir las lógicas de interrelación funcional: el sentido ritual del espacio y su conexión simbólica con el paisaje. Por lo tanto, es imprescindible conjugar ambas miradas, el proceso de producción social general y el detalle de los eventos particulares, además de otras disciplinas cada vez más especializadas, como la microbiología o la arqueoastronomía, por ejemplo.

¿Cuál fue tu principal motivación para indagar sobre el pasado de la sociedad Chancay?
 
Lo "chancay" está aún cubierto por un aura de misterio. Su cerámica y su textilería se encuentran en muchos ejemplos, en muchos libros, en fotos y como objetos "decorativos" en muchas viviendas. Casi todos obtenidos por huaqueo. Las famosas "muñecas chancay", los "chinos" y "cuchimilcos" se han vendido en réplicas u originales indiscriminadamente en los circuitos turísticos que han buscado el exotismo. Productos culturales de gran calidad, que señalan la existencia de una sociedad de gran capacidad en su desarrollo tecnológico. Eso revela que existió también una arquitectura: lugares, edificios, espacios, talleres, altares donde esas personas vivieron y trabajaron. Pero eso es lo que realmente se desconoce, y creo que fue ese vacío la principal motivación.
 
Tal vez por eso la publicación abunda en el material gráfico, que demuestra una complejidad y gran variedad en las formas espaciales.

Según indicas, tu investigación "es una suerte de indagación que pretende vincular lo material de la arquitectura con lo espiritual de la sociedad Chancay". ¿Cómo ha funcionado eso en tus trabajos en el valle de Chancay? 
 
Efectivamente, luego de tener contacto con aquellos lugares, luego de percibirlos y empezar a comprenderlos en cuanto a sus posibles usos, funcionamientos o dinámicas en las interrelaciones espaciales, y las tipologías o códigos formales que allí se encuentran, se comienza a construir una idea de la arquitectura como soporte, como punto intermedio, como envolvente para la realización de eventos, de rituales, de actividades que se fundamentan en ciertas lógicas de la re-producción social. Es decir, existe una conciencia sobre la trascendencia de los actos, desde lo cotidiano hasta lo extraordinario o desde lo profano a lo sagrado, y es allí que se revela la importancia del continente, el diseño calculado de la organización de los espacios, que es al mismo tiempo una realidad sustentada en ciertas estructuras de pensamiento.
 
Es por ello, que a parte de la percepción material y su condición estética, existe también una realidad que se vincula con ese espíritu "místico" que le dio consistencia, y a la cual se logra acceder a través de la experiencia. La arquitectura revela el ethos de la sociedad.

¿Cómo era la sociedad Chancay en la época de su apogeo?
 
No hay algo definido ni definitivo. Sus diferentes expresiones culturales  ya señaladas (cerámica, textiles) y los contextos funerarios en cantidad inimaginable, han construido ciertos aspectos de su cosmovisión y de su organización social. Podría tratarse de una sociedad sumamente creativa, mística y laboriosa. Su arquitectura revela un manejo del territorio equilibrado, unas lógicas en la ocupación de las áreas eriazas, un respeto en la apropiación de los recursos. Se trata de grupos conscientes del sentido simbólico del paisaje en cuanto se definen elementos icónicos referentes, que son al mismo tiempo los elementos propiciatorios de la regeneración.
 
Es decir, esos elementos referentes son simbólicos porque son necesarios para la subsistencia dentro de la trama circular como concepción temporal. Hay que imaginar familias trabajando en conjuntos, dentro de un sistema complejo de asentamientos, que se necesitan e interactúan, y que en el fondo están preocupados en diseñar las mejores formas de memoria. Hubo grandes zonas de producción, talleres especializados y personajes que ostentaban jerarquías y la dirección de los grupos. Hay viviendas, edificios públicos y ceremoniales y cementerios conviviendo en la misma área. La vida y la muerte están presentes y en constante regeneración.

¿Cómo podemos conocer más detalles acerca de la cosmovisión de la sociedad Chancay a partir de los restos arquitectónicos que estás analizando?  
 
La cosmovisión es la manera particular de entender o comprender la realidad espacio temporal, es decir, las formas en las cuales las sociedades construyen sistemas de pensamiento re-organizando esas dimensiones. Por lo tanto, habrá ciertas lógicas espaciales, temporales y sociales. Esas lógicas se expresan materialmente en la organización espacial de los recintos y sus formas de recorrerlos, en la composición formal y sus pautas rítmicas o en el diseño de ciertos elementos o detalles arquitectónicos, que a través de sus texturas expresan esos pensamientos.

¿Qué nos puedes decir de los criterios de la dualidad y la tripartición reflejados en la arquitectura Chancay con casi 1,000 años de antigüedad? 
 
En ese sentido, el edificio con rampa es realmente revelador, su diseño calculado en tanto organización simbólica hace referencia a un manejo conceptual donde se expresan los criterios de dualidad y tripartición. Está conformado por tres unidades arquitectónicas longitudinales similares, cada una con una rampa particular: criterio de tripartición. Pero luego se produce un gesto realmente significativo, la unidad central es idéntica a la primera unidad: patio, rampa central y tres plataformas superpuestas, pero en este caso está invertida y con menores proporciones: criterio de dualidad y complementariedad, donde se podría pensar en ese manejo tan significativo que hace alusión a la "inversión del orden" del mundo.
 
Asimismo, dentro de Pisquillo Chico, existen evidencias, en algunos casos, de que estos edificios con rampa estuvieron organizados de a dos, con respecto a un espacio entre ellos que definiría un eje axial de simetría refleja.

Tú mencionas que los edificios con rampa, vigentes durante el apogeo de la sociedad Chancay, representan "el referente simbólico de un patrón o modelo calculado para la celebración de eventos rituales donde prevalecen las ideas de encuentro y complementariedad". ¿Qué nos podrías explicar al respecto? 
 
Efectivamente, se trata de un edificio tipo, un patrón o modelo arquitectónico que actúa socialmente como un referente simbólico. Existen en Pisquillo Chico hasta 16 edificios con rampa dentro del sector ceremonial, unos muy pequeños y otros de grandes dimensiones, pero todos mantienen la misma organización, los mismos recintos, es decir, una repetición casi rigurosa, que hace pensar en la construcción de un tipo de espacio, si no místico, especial para la celebración de rituales.
 
Los eventos rituales constituyen los momentos de encuentro (tinkuy) y celebración social en fechas importantes, que implican la reafirmación de los vínculos por medio de los códigos y las repeticiones rítmicas. El edificio con rampa, presenta esas dos unidades dispuestas de forma inversa, patios cuyas rampas centrales  se dirigen en sentido opuesto, como ya se anotó. Allí, tal vez lo más significativo, es la forma de recorrer esos espacios, ambos casos presentan tres plataformas, y lo interesante es que desde las partes más elevadas de ellas, que representan una jerarquía, existiría una comunicación epimural, describiendo en su recorrido una especie de "S" invertida, que es el símbolo iconográfico que señala la complementariedad de opuestos.
Postulo que ese diseño de recintos elevados entrelazados sería la representación del tinkuy en la organización espacial.

¿Qué nos puedes referir sobre las posibles vinculaciones de la sociedad Chancay con sus vecinos Chimú al norte e Ychsma al sur? ¿Se observa alguna influencia arquitectónica de sus vecinos? 
 
Arqueológicamente, los especialistas han señalado la vinculación, basándose sobre todo en la tipología de la cerámica, pues en formas locales se aprecian influencias foráneas o viceversa. Incluso se percibe también la relación con la tardía sociedad del tawantinsuyu. A nivel arquitectónico, las regiones de la costa central y la norte parecen compartir el modelo general del edificio "patio con rampa". Sin embargo, ese es justamente el tema de discusión.
 
En Pakatnamú, por ejemplo, se encuentra un espectacular edificio con rampa de dimensiones extremas, conocido como Huaca 1, y al parecer sería una expresión más temprana. Chan Chan representa un modelo en donde el espacio del patio es percibido muy horizontalmente y su rampa sólo llega a una pequeña plataforma, pero los conjuntos cuentan con dos patios similares, que corresponderían al criterio de dualidad aludido. En Narihualá (Piura), más al norte, hay un edificio similar a esas proporciones. Por lo tanto, parece que hacia esa zona, se desarrollaría un manejo particular de esta tradición.
 
En cambio, hacia el centro, la vinculación en cuanto al carácter espacial arquitectónico parece ser más directa. Los edificios con rampa en Pachacamac o en Pampa de Flores (valle de Lurín) e incluso el de La Palma (Parque de las Leyendas, valle del Rímac) se asemejan más a la tradición chancay, compartiendo la idea del patio longitudinal, la rampa y las plataformas, aunque sus diseños interiores son diferentes. En Pachacamac, por ejemplo, los quince complejos de edificios con rampa no presentan el mismo diseño interior, como sí sucede en Pisquillo Chico.
 
El modelo demostraría entonces que existió interacción cultural, intercambio y complementariedad, pero también identidad y diferenciación étnica dentro de unas fronteras más o menos permeables.

¿Cuáles son las principales conclusiones de tu reciente libro "Arquitectura Chancay"?
 
La sociedad Chancay demuestra a través de su arquitectura un manejo simbólico del espacio, la recreación de un modelo formal consistente que señalaría una forma de identificación, y por supuesto, la presencia reiterada de los eventos rituales. Además, son espectaculares las áreas funerarias, insertas en los asentamientos, lo que señala una vinculación profunda en la conciencia de los ciclos de regeneración entre la vida y la muerte. Existió una planificación en el manejo del territorio y un diseño en relación al paisaje simbólico construido culturalmente. Se trata de sociedades que entendieron la arquitectura como proceso de reproducción social, pero al mismo tiempo como sistema de conocimientos codificados socialmente.

¿Qué esperas transmitir a los investigadores y estudiosos del tema andino con esta publicación? 
 
La publicación incluye una gran cantidad de gráficos, sobre todo planos de levantamientos arquitectónicos, y considero ése un aporte especial, pues se trata de documentos inéditos logrados a partir del contacto directo con los sitios. La organización espacial del edificio con rampa es realmente ingeniosa, y eso se revela allí. A partir de los planos se pueden hacer una serie de análisis e interpretaciones, especialmente desde lo propio de la disciplina arquitectónica, que tiene que ver con el diseño y la construcción.

¿Qué reflexiones o comentarios finales desearías compartir con los lectores sobre los trabajos que los arquitectos vienen desarrollando en los últimos años en diversos lugares arqueológicos del país? 
 
En realidad es grato comprobar que cada vez más se vienen desarrollando en el país proyectos de investigación arqueológica, y que algunos de los arqueólogos están considerando el estudio de la espacialidad como una nueva fuente de información. La arqueología espacial o la arqueología del paisaje indican que hay una preocupación por comprender al fenómeno de la arquitectura en sus dimensiones espacio temporales (además de las sociales), en su carácter cosmológico y por lo tanto mucho más simbólico, aunque también tecnológico.
 
Dentro de la especialidad arquitectónica, si bien existe un interés generalizado, no son muchos quienes se han dedicado a la investigación de las antiguas sociedades andinas. Pero, efectivamente, considero que hay trabajos importantes, y antes hubo propuestas pioneras como las de Emilio Harth-terré o Carlos Williams. Algunos proyectos arqueológicos importantes han incorporado a arquitectos en los equipos de especialistas, pero la gran mayoría adolece de ello. Recientemente, aunque con una larga trayectoria, hay que mencionar los aportes de José Canziani, que cada vez apunta hacia una comprensión holística del manejo del territorio, y por otro lado, los trabajos de Alfio Pinasco referidos a la arqueoastronomía para el caso de Pachacamac.

En realidad, considero que se debería buscar un mayor trabajo inter y multidisciplinario, que pueda acercarse al estudio desde los distintos campos tan complejos de las antiguas sociedades andinas. Pero estoy convencido, que uno fundamental puede ser la lectura arquitectónica de aquellas estructuras espaciales, temporales y sociales, que nos interesa develar. 

Entrevista al arquitecto e investigador Miguel Ángel Guzmán Juárez, miembro fundador del Instituto Arqueo-Arquitectura Andina. Por: Guido Mendoza Fantinato.

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