jueves, 12 de septiembre de 2013

Serenata para la quinua II


  • A la quinua - casi vecina de chacra - no le fue mejor y estuvo a punto de perecer. Sobrevivió en una cuerda floja más allá de la segunda mitad del siglo pasado, manteniéndose como una refugiada en las comunidades más pobres de la Cordillera de los Andes. Su consumo interno se fue atomizando, pero se salvó gracias a la inusitada demanda externa de sus nutracéuticos granos. De pronto Bolivia, país con la cual la compartimos - igual que Ecuador, Argentina, Chile, Ecuador y Colombia, por donde se extendió el Tawantinsuyu - inició su exportación. Así termino el destiero de la quinua en las punas.
  • "Actualmente se trabaja su aclimatación a nivel del mar", comenta la ingeniera Elsa Varallanos, del Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), para luego añadir: "En el Perú las quinuas blancas, morenas, negras o púrpuras se posicionan cuando se logra el mejoramiento genético en forma de variedades comerciales. Lo estamos haciendo con la blanca Salcedo, la blanca Junín, la Pasankalla de color vino, que es dulce por su bajo contenido de saponina, y la negra Qollana, igualmente dulce, las dos de Puno, y la amarilla Sakaka, medio anaranjada."
  • En el presente Año Internacional de la quinua hay revalorar su importancia agronómica, nutricional y socioeconómica. El "Grano de Oro de los Inkas", llamado así porque el visionario Pachakuti intensificó su expansión, merece alcanzar otra clasificación y que se la deje de calificar como "pseudo cereal", frente a la avena, el arroz, la cebada, el centeno, el trigo, el sorgo o el sésamo o anís. Ninguno es tan completo como ella.
  • Las numerosas variedades que hay en los Andes peruanos - dicen los técnicos de la FAO - son una reserva para el futuro de la Humanidad. La falta de agua que se avecina con los cambios climáticos la hará invalorable para el planeta. En vita de esta amenaza se experimenta últimamente su cultivo en Europa, Asia y África.
  • Habiendo sido criada en la soledad de los páramos andinos, soportando condiciones extremas, sus características son increíblemente gloriosas. Pues las plantas enfrentan los vientos y la sequedad creando microclimas, almacenan hasta la última gota de lluvias mínimas, resisten a las heladas encapsulando su floración y aprovechan los minerales de los suelos áridos en su beneficio.
  • El diminuto grano de la kinuwa, confundido por los cronistas íberos con el poco apreciado "bledo" de su campiña, tiene la potencia de un gigante. Sus proteínas, aminoácidos esenciales y vitaminas refuerzan la energía muscular, previenen los daños hepáticos, mantienen buenos niveles de azúcar y colesterol en la sangre, combaten a los radicales libres, ayudan a reducir la anemia y la osteoporosis, incrementan el colágeno, colaboran en la disminución de la impotencia y la frigidez, e interactúan contra problemas del sistema nervioso, como la memoria, el aprendizaje y la plasticidad neuronal, la depresión, la ansiedad y el estrés. Valores a los que se agregan significativamente minerales como potasio, manganeso, fósforo, zinc, cobre y litio.
  • Sus plantas son hermafroditas, rabiosamente feministas, y se autopolinizan. Su tallo alcanza los tres metros de altura, sus hojas se parecen a una pata de ganso, de donde proviene su nombre científico, y sus panojas de flores pequeñas sin pétalos, albergan constelaciones de semillas.
  • En los siglos XVI y XVII los extirpadores la persiguieron como a grano herético, porque los sacerdotes inkas a usaban en sus ceremonias. En esos tiempos se la conocía con una voz qechwa casi olvidada: "Chisiyamama", que significaba "Madre de las Semillas". Los kallawayas, curanderos del altiplano, ponían emplastos de quinua para curar golpes y fracturas de huesos.
  • En nuestro siglo su carrera es triunfal. Se aleja de la humilde lawa y el sencillo pesqe, tan queridos en los Andes, para ser ingrediente de lujo en exóticas creaciones gastronómicas. El bolsillo popular se adelgaza y sólo queda la esperanza de que florezca en las provincias costeras. Ella está llamada a combatir la desnutrición y la pobreza de millones de peruanos.

Fuente: Serenata para la quinua. Página 61. Alfonsina Barrionuevo. Revista Agronoticias. Año XXXV - Edición 391. Lima, Perú - Agosto, 2013.



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