martes, 3 de octubre de 2017

Las tortugas aprendieron a retraer su cuello para cazar, no para defenderse




Ilustración artística de una tortuga de 150 millones de años que pudo
retraer parte de su cabeza dentro de su caparazón al echar su cuello hacia atrás



Si estás leyendo esto encorvado frente a tu computadora o tu teléfono, haz una pausa para relajar el cuello. Mira hacia arriba y hacia abajo. Ahora a un lado y hacia otro. Gira la cabeza en el sentido del reloj y hacia el lado contrario. Ahora retráelo hacia tu caparazón. Un momento: no puedes hacer eso porque no eres una tortuga. Pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo fue que estos reptiles evolucionaron para lograr hacer ese truco tan interesante?

Los científicos sí, y ahora, tras estudiar los huesos cervicales de un fósil de 150 millones de años, un equipo de investigadores cree que la mayoría de las tortugas desarrollaron primero la capacidad de lanzar su cabeza hacia adelante con rapidez para capturar a sus presas y no tanto para protegerse, como se pensaba anteriormente. Esa capacidad se desarrolló más en algunas tortugas para convertirse en parte de su defensa. Los investigadores publicaron recientemente su estudio en la revista Scientific Reports.

Los ancestros más antiguos de las tortugas no podían retraer el cuello, pero las especies modernas sí pueden hacerlo. Sin embargo, para entender los cuellos de las tortugas, hay que entender primero a los dos tipos principales de tortugas: las criptoridas y las pleurodiras. Ambos grupos pueden retraer el cuello, pero lo hacen de manera distinta.

Las criptodiras incluyen a las tortugas de tierra y a las de agua: las tortugas del género terrapene, las tortugas marinas y las tortugas caimán. Estas retraen el cuello hacia el interior de sus caparazones doblando los músculos verticalmente. Las pleurodiras abarcan a las especies que se encuentran principalmente en América del Sur, Australia y África, como la tortuga matamata y las de cuello largo. Estas últimas flexionan sus músculos horizontalmente para retraer sus cuellos de lado y posteriormente los doblan hacia el hombro.

Jérémy Anquetin, paleontólogo del Museo Jurásico de Suiza y principal autor del estudio, estudió junto a sus colegas un fósil de tortuga de 150 millones de años que tenía algunas características extrañas. La tortuga, conocida como platychelys oberndorferi, correspondía al periodo jurásico tardío y vivió en lo que hoy se conoce como Alemania y Suiza. Con base en su caparazón y esqueleto el equipo pudo decir que pertenecía al grupo de las pleurodiras.

No obstante, el tamaño de sus dos huesos cervicales sugería que había retraído su cuello verticalmente como lo hacen las criptodiras, y no horizontalmente. También parecía ser capaz de doblar el cuello hacia el interior del caparazón.

“¿Por qué tenía este mecanismo de retracción del cuello? Esta tortuga es muy peculiar”, dijo Anquetin. “Nuestro fósil no puede retraer el cuello en su totalidad, lo cual no sirve para protección, así que tuvimos que buscar una explicación”.

El equipo analizó las otras características del animal en busca de pistas. Su apariencia era similar a la de las tortugas de agua que habitan en el lecho marino, lo cual sugiere que era un predador de emboscada, como la tortuga matamata o la tortuga lagarto común.

Las dos especies modernas son parientes lejanos pero cazan utilizando tácticas similares. Ambas acechan entre las plantas que cubren el lecho de los estanques, pantanos y lagos poco profundos. Una vez que un pez desprevenido se acerca lo suficiente, atacan.

“Podemos creer que nuestra tortuga se comportaba de la misma forma”, comentó Anquetin. Él y su equipo informan que los mecanismos del cuello examinados en su fósil de tortuga y en las criptodiras actuales son un ejemplo de evolución convergente, lo que quiere decir que tanto las platychelys oberndorferi como las actuales criptodiras desarrollaron esta capacidad de manera independiente dadas las ventajas evolutivas que ofrecía en sus entornos.

El método de retracción del cuello hacia el interior del caparazón les permitió proyectar hacia el frente la cabeza con rapidez para atrapar más fácilmente a las presas en movimiento.
Los investigadores reconocen que su hipótesis requiere mayores pruebas y que no ofrece una explicación de por qué las tortugas pleurodiras evolucionaron para retraer sus cuellos llevándolos hacia los lados.

James Parham, profesor asistente de ciencias geológicas en la Universidad Estatal de California, en Fullerton, estudia tortugas y lagartijas pero no participó en el estudio y mencionó en un correo electrónico que la investigación demostraba que la evolución de la retracción del cuello en las primeras tortugas era más compleja que la binaria de flexionar el cuello hacia los lados, en lugar de hacerlo verticalmente como se ha visto que hacen los reptiles de hoy.

Agregó que el equipo hizo un buen trabajo al demostrar las similitudes entre el fósil y las tortugas de hoy que cazan mediante una emboscada, pero aceptó que la hipótesis de los autores necesitaba analizarse con mayor profundidad.

“Sientan las bases para nuevos estudios interesantes y nos obligan a analizar la evolución de estos fósiles desde una óptica totalmente nueva”, dijo.



Mecanismo del cuello utilizado por las platychelys oberndorferi
y las criptodiras actuales para retraer su cuello


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