Los investigadores usaron drones equipados con lidar para mapear
las ciudades medievales en las montañas de Uzbekistán.
Fuente: https://www.dw.com
Por: FEW (EFE, Nature, Universidad Washington de San Luis)
Gracias a una tecnología de vanguardia, ciudades olvidadas vuelven a la
luz, dibujando un pasado en el que el comercio y la cultura florecieron a
gran altitud.
Un equipo de científicos ha descubierto detalles asombrosos de dos
grandes ciudades situadas en las montañas de Uzbequistán, a más de 2.000
metros de altitud, que entre los siglos VI y XI acogieron a los
viajeros de la antigua Ruta de la Seda que conectaba Europa y Asia
oriental.
El equipo, dirigido por Michael Frachetti, catedrático de Arqueología
en Artes y Ciencias de la Universidad Washington de San Luis, y por
Farhod Maksudov, director del Centro Nacional de Arqueología de
Uzbekistán, empleó un lidar de última generación (tecnología láser) instalado en drones para cartografiar la escala y el trazado arqueológicos los yacimientos de ambas ciudades.
Estas dos ciudades medievales, descubiertas entre 2011 y 2015, se
cuentan entre las más grandes jamás documentadas en las zonas montañosas
de la Ruta de la Seda, y junto a la ciudad inca de Machu Pichu, en Perú, constituyen raros ejemplos de un próspero urbanismo de montaña.Las imágenes y los detalles del hallazgo se han publicado en la revista Nature.
Lidar de última generación
Las exploraciones con drones-lidar
proporcionaron vistas extraordinariamente detalladas de las plazas,
fortificaciones, carreteras y viviendas que dieron forma a la vida y la
economía de las comunidades de las tierras altas, los comerciantes y los
viajeros de los siglos VI al XI en Asia Central.
La ciudad más pequeña, hoy llamada Tashbulak, cubría unas 12 hectáreas,
mientras que la más grande, Tugunbulak, alcanzaba las 120, "era en una
de las mayores ciudades regionales de su época", destaca Frachetti.
Según explica este investigador, ambas ciudades habrían sido
importantes núcleos urbanos en Asia central, "sobre todo a medida que se
salía de los oasis de las tierras bajas y se entraba en entornos más
difíciles a gran altitud".
Y es que, aunque se suelen considerar barreras para el comercio y la
circulación, las montañas de la Ruta de la Seda tenían valiosos
recursos, animales y minerales que impulsaron la prosperidad de los
centros de interacción y comercio humanos.
"Este yacimiento tenía una elaborada estructura urbana con una
cultura material específica que variaba enormemente de la cultura
sedentaria de las tierras bajas. Está claro que las personas que
habitaron Tugunbulak hace más de mil años eran pastores nómadas que
mantenían una cultura y una economía política propias e independientes",
comenta Maksudov.
Mapas de alta resolución
La tecnología lidar se usa habitualmente para cartografiar paisajes
arqueológicos bloqueados por una densa vegetación, pero tiene un valor
adicional allí donde la vegetación es escasa, como en las montañas de
Uzbekistán.
"El funcionamiento de los drones está estrictamente regulado en
Uzbekistán, por lo que este descubrimiento se debe también al apoyo
político y a los permisos que recibimos a través de los socios locales y
el Gobierno", destaca Frachetti.
Los exhaustivos escaneos (a nivel centimétrico) permitieron realizar
análisis informáticos avanzados de las antiguas superficies
arqueológicas, proporcionando una visión sin precedentes de la
arquitectura y organización de las ciudades.
"Se trata de algunas de las imágenes lidar de mayor resolución de
yacimientos arqueológicos jamás publicadas", destaca Frachetti.
Hallazgo con modelos informáticos predictivos
Frachetti, Maksudov y su equipo descubrieron por primera vez las
ciudades de las tierras altas utilizando modelos informáticos
predictivos y prospecciones a pie a la antigua usanza entre 2011 y 2015,
rastreando presuntas rutas de la Ruta de la Seda en el sureste de
Uzbekistán.
Ahora, después de tres semanas de trabajo y diecisiete vuelos de
drones, estos investigadores han conseguido obtener unos mapas de alta
resolución que hubieran tardado más de una década en cartografiar
manualmente.
Sin embargo, para Frachetti, ambas ciudades merecen una inspección más minuciosa.
Las excavaciones preliminares en una de las estructuras fortificadas
de Tugunbulak sugieren que la fortaleza –un edificio protegido por muros
de tierra apisonada de tres metros de grosor– podría haber sido una
fábrica donde los metalúrgicos locales transformaban en acero los ricos
yacimientos de mineral de hierro, una industria que habría sido un
elemento clave de la ciudad y su economía.
Está claro que Tashbulak y Tugunbulak no eran simples puestos remotos
o paradas de descanso: "La Ruta de la Seda no se limitaba a los
extremos de China y Occidente. En Asia Central estaban en juego
importantes fuerzas políticas. El complejo corazón de la red era también
un motor de innovación", concluye Frachetti.
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