lunes, 9 de mayo de 2011

ANDARAY CRECE.... AHORA EN LIMA

Y se dio inicio a las actividades de la filial de Andaray en la ciudad de Lima. Fue con ocasión de la pasada Semana Santa (21 al 24 de Abril), que en colaboración con la Asociación Aire Puro, realizamos la ruta Huamantanga - Añay.

Huamantanga, además de dar su nombre a una variedad de papa, es un pueblo famoso por su festividad al Señor de Huamantanga. Desde allí partió la ruta en la tarde del día 21, cubiertos por una densa neblina que permitió caminar sólo algo más de dos horas hasta el pueblo de Quipán, de hermosa iglesia colonial y conocida por la danza de los abuelitos.


Allí fuimos recibidos con la hospitalidad típica de nuestros pueblos del ande, recibiendo albergue y comida que ofrecía el mayordomo de las festividades de Semana Santa, eso sí, se disculpaban porque no hubiese carne, pero explicaban que jueves y viernes santo no la consumían, sin embargo la sopa de fideos, la rica quinua, la mazamorra de cochino y el chocolate caliente, fue mucho más de lo que solemos comer en campamento.




El segundo día nos llevó a través de floridos campos y cristalinas lagunas, por los pueblos de Marco, Sumbilca, y Huandaro, más de 25 kms recorridos durante todo el día, terminaron con nuestros pies cansados y hombros adoloridos, pero contentos de que todos completamos el recorrido y de dormir nuevamente albergados por la hospitalidad de los pobladores de Huandaro.

En Marco, el Presidente de la Comunidad contento por nuestra visita, nos invitó para volver a ir y visitar el pueblo antiguo (restos arqueológicos) que queda en las alturas de la comunidad.


Camino a Sumbilca un par de cascadas de 25 mts de altura permitieron refrescarnos un poco, pero en la tarde hacia Huandaro, todo estaba nublado ocultándonos el verdor del paisaje.

Los dos primeros días discurrieron con normalidad, los 15 participantes (09 de Aire Puro y 06 de Andaray) caminábamos parejo y a buen ritmo, sin mayores desniveles en la ruta, los 3,600 metros de altura tampoco nos habían afectado, el tercer día aparecía desafiante, teníamos que bajar 600 metros hacia el pueblo de La Perla, lo que felizmente fue rápido gracias a un sendero que une directamente estos dos pueblos y luego de subir hacia el pueblo de Pallac, comenzamos el sendero que asciende hacia los poco conocidos restos arqueológicos de Añay.

El reino de los Atavillos (900 a 1,400 años DC.), ha legado entre sus principales restos arqueológicos en la serranía de Huaral, a las ciudadelas de Chiprac, Rupac y Añay, nuestro plan inicial era visitar las tres, pero a estas alturas habíamos considerado que sólo llegaríamos a las dos primeras.
El ascenso de 600 metros a Añay, debíamos realizarlo en 2 a 3 horas, sabíamos que el camino era estrecho y empinado, y por la época habíamos calculado que la vegetación estaría crecida, pero no pensamos que tanto…….. Allí comenzaron los problemas, luego de dos horas de ascenso, golpeando y razgando las mochilas con las ramas, rompiendo las plantas espinosas con los bastones, encontramos las primeras paredes, pero ……... el camino allí terminaba.

Hace poco nos habíamos cruzado con cuatro jóvenes que descendían sin cosas, seguramente tenían parientes en el lugar, y cuando nos dijeron que el camino estaba totalmente cubierto por la vegetación, no imaginamos que fuese tanto, veinte minutos explorando los alrededores, nos demoró volver a encontrar rastros del sendero, sólo nos animaba la proxi
midad de las chullpas, que podíamos ver apenas 200 metros sobre nosotros, sin embargo, esos 200 metros fueron una eternidad, caminábamos 10 minutos y nuevamente a detenerse para explorar y encontrar el camino, la vegetación era tan espesa que muchas veces nos cubría completamente, y entre ella escondidos algunos cactus, que felizmente los pudimos sortear sin accidentes, pero una planta de grandes espinas que no se su nombre y ni quiero recordar, nos dejó a todos los que subimos, recuerdos de rasguños y arañones en piernas y brazos, por no mencionar otros lugares.

Luego de mucho explorar, de abrirnos paso con los bastones, de sortear los hincones, logramos llegar a la primera chullpa, y allí todo el cansancio y dolor pasó, porque nos encontramos ante un estructura de piedra asombrosa, muy bien trabajada, con varios pisos y techo también de piedra, nos causó admiración, y esa sólo era la primera ………


Más de cinco horas habíamos subido, y la neblina comenzaba a llegar, nuestro objetivo era la plazuela de los portales, donde pensábamos encontrar un lugar plano para acampar. Fue recién allí cuando nos percatamos de otro problema, casi todos nos habíamos quedado sin agua, confiados que en la quebrada había abundante como nos dijeron, por lo que no nos habíamos preocupado del asunto, pero sin imaginar que la quebrada estaría sólo 100 metros abajo nuestro, pero sin ningún sendero que nos pudiese conducir hacia ella, entonces voz de alarma para todos, racionar el agua que quedase hasta el día siguiente que bajaremos.


Los últimos 50 metros no fueron fáciles, adicionalmente a la vegetación ahora nos encontrábamos entre las chullpas, algunas con más de 10 metros de altura, y a veces sin saberlo como, por lo accidentado del lugar estábamos sobre ellas, la neblina comenzaba a tapar todo y era urgente un lugar plano donde acampar, finalmente y sin encontrar la plazuela, en pequeños grupos a limpiar la vegetación, es algo inclinado el sitio pero en fin ….. igual dormiremos.

El atardecer fue sensacional, la neblina bajó y la vimos cual colchón de nubes, en la noche Mayllorid fue la salvación, tenía en su mochila una botella de 3 litros de agua, todos a cocinar juntos, antes de dormir, la decisión fue difícil, ya no nos daría tiempo para ir a Rupac, el sendero bien marcado parte del pueblo de Pallac, 800 metros de subida, imposible ir directo desde Añay.




r más fotografías de los restos arqueológicos y encontramos que la plazuela de 15 portales estaba sólo 30 metros debajo de donde acampamos, con su intihuatana al frente, el lugar es enigmático e intimidante, ingresar a las chullpas y ver sus diferentes niveles, los techos y paredes intactos, sin ningún trabajo de restauración o siquiera de conservación, nos hacen admirar la arquitectura de los Atavillos, temprano comenzamos el descenso, ya no hay agua y el desayuno será en la quebrada, la maleza arrasada el día anterior, nos permite ahora seguir el difícil sendero.

Al fin en la quebrada, bañarse, lavarse, desayunar, todo es felicidad, reposados nos bromeamos, conversamos, todos opinan, por Aire Puro las maratonistas Diana y Jeny, los experimentados Raúl y Michel (guías andexianos), los estudiantes de la PUCP Mayllorid, Pepe, Carlos y José, por Andaray Jean Piere, Percy y Jorge, Katherine y Ana las menores del grupo, y finalmente César y Fernando, que agradecemos a todo el grupo por lo bien que han caminado, sorteando las dificultades, compartiendo lo que tienen y animándose todos a volver a venir para conocer Rupac y Chiprac.

La mañana del domingo, con las fuerzas repuestas, nos permitieron toma






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