A
primera vista, esta montaña en los Andes de Perú, con tramos de tierra
colores turquesa, lavanda, rojo y dorado, parece ser una ilusión creada
por herramientas como Photoshop.
Sin
embargo, este atractivo, a 5200 metros sobre el nivel del mar, es muy
real. Los habitantes cercanos la llaman Vinicunca, la Montaña Arcoíris.
Este
monte variopinto, que tiene sedimentos minerales que datan de hace
millones de años, fue descubierto hace apenas unos cinco años, de
acuerdo con habitantes locales. Desde entonces se ha vuelto una
atracción imperdible para muchos senderistas y ha atraído dinero a la
zona, al mismo tiempo que ha desatado preocupaciones por el posible daño
al paisaje.
Los guías llevan al sitio a alrededor de mil personas al día y un humedal cercano fue rellenado para crear un estacionamiento, de acuerdo con The Associated Press
Santos Machacca, de 29 años, es un guía de montaña en la región de
Cusco. Dijo que puede que el descubrimiento reciente de la montaña haya
sido debido al cambio climático.
“Les preguntamos a los mayores que viven en Pitumarca”, poblado cercano a Vinicunca, “y dijeron que la montaña antes tenía nieve”,
dijo Machacca en una entrevista reciente. “El calentamiento global
causó que se derritiera el hielo y la montaña colorida apareció debajo”.
Machacca,
integrante de la comunidad Q’ero, dijo que el cerro colorado era un
destino atractivo para senderistas por su belleza, pero también por el
clima.
“Les
encanta ir porque cuando estás arriba sientes el aire puro y se te
olvida todo y te conectas con el Apu de Ausangate”, dijo, en referencia a
las divinidades que se cree que forman parte de las montañas de los
Andes.
Las
multitudes le han dado nueva vida a la economía de la región alejada
que habita cerca de la montaña y han creado trabajos para quienes viven
ahí; muchos de ellos eran pastores de alpacas.
Alrededor de quinientos habitantes locales se mudaron de regreso a esas tierras ancestrales, según The Associated Press, para desempeñarse como guías de los turistas. Cobran unos 3 dólares por persona; en total, al año ganan unos 400.000 dólares.
Alrededor de quinientos habitantes locales se mudaron de regreso a esas tierras ancestrales, según The Associated Press, para desempeñarse como guías de los turistas. Cobran unos 3 dólares por persona; en total, al año ganan unos 400.000 dólares.
Sin
embargo, puede que el costo del auge turístico sea muy alto. “Desde el
punto de vista ecológico, están matando a la gallina de los huevos de
oro”, dijo Dina Farfán, bióloga peruana, a la agencia noticiosa.
De
acuerdo con Farfán, ya hay muestras del impacto ambiental. El pantano,
que era refugio para patos salvajes durante su migración, fue convertido
en estacionamiento y un sendero de unos cuatro kilómetros por el que se
sube ha sido erosionado.
Y una minera canadiense, Camino Minerals Corp., ya solicitó los derechos para trabajar en el área.
También hay dudas sobre qué tanta preparación hay para lidiar con el influjo turístico. “No sabemos ni una palabra en inglés y tampoco primeros auxilios”, dijo uno de los líderes locales, Gabino Huamán, a The Associated Press.
La
altitud y la larga distancia del sendero pueden ser complicados para
quienes no están acostumbrados. Algunos turistas mastican hojas de coca y
otros incluso llevan tanques de oxígeno.
Eso
ha causado descontento entre algunos, como el estadounidense John
Widmer, quien visitó Vinicunca en abril de 2017 y dijo que la
experiencia no fue “como la pintaban”.
“El
mal clima, combinado con los guías irresponsables, los senderistas no
preparados y las horripilantes condiciones del camino hicieron de esta
una de las peores excursiones de mi vida”, escribió en un entrada de un
blog.
Lamentó
las consecuencias medioambientales causadas por la cantidad de turistas
que han contribuido a “la destrucción de este ambiente alpino frágil y
hermoso”.
Él
mismo reconoció: “Me apena que nosotros, también, destruimos una parte
de los Andres durante nuestra visita a la Montaña Arcoíris”.
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