momificadas de forma natural. Todas estaban decoradas con cintas de colores
Fuente: https://elcomercio.pe
Al momento de imponerse sobre otras culturas, los incas no siempre empleaban la fuerza bruta. Se especula que con el fin de mantener una buena relación con los pueblos que conquistaban, ofrecían grandes celebraciones. Nuevos hallazgos realizados en el asentamiento inca de Tambo Viejo, ubicado en el valle de Acarí, al sur de Nasca, refuerzan aquella hipótesis. El Comercio conversó con Lidio Valdez, arqueólogo de la Universidad de Calgary (Canadá) y autor principal de este estudio.
—¿Cuál era el rol de Tambo Viejo en la época inca?
Hemos excavado dos estructuras de las tantas que hay en Tambo Viejo. Pero en base a esos trabajos, te puedo decir que –tal vez porque Acarí fue conquistado de forma pacífica por los incas–, Tambo Viejo fue construido de una manera distinta en relación con los demás asentamientos incas en la costa sur. Por ejemplo, la forma en la que los muros fueron levantados no es inca. Parece que la gente de la zona construyó Tambo Viejo, y lo hicieron a su manera. Eso nos dice que tal vez la población de Acarí gozó de cierta independencia dentro del estado inca. Los incas no habrían gobernado de la misma manera a todas las poblaciones que conquistaron.
—Pero aun así, los incas exigían cosas...
Sí, habían deberes, como pagar tributo. Pero para lograr que los pueblos conquistados cumplieran las nuevas normas, los incas debían demostrarles que el ocupamiento era algo bueno. Y una estrategia para lograrlo fue el realizar grandes fiestas, agasajos. Imagínate, el estado inca organizaba para tu pueblo un banquete enorme, y tú podías comer y beber hasta saciarte. Entonces, si más tarde el estado inca pedía gente para construir un puente, tú habrías ido de buena gana, una forma de reciprocidad.
—¿Y Tambo Viejo alberga evidencia de eso?
Hemos hallado en Tambo Viejo evidencias de hornos, que se construyeron, al parecer, para estas ocasiones. Los hornos son similares a los utilizados de forma tradicional para preparar pachamanca. Esto es importante porque la pachamanca es muy antigua, por lo menos se conocía hace 2.000 años. Los incas hacían uso de este platillo en las festividades. Posiblemente la mayoría o casi toda la población de Acarí asistió a estos agasajos incas. Especulamos que estas festividades contaban con varias actividades.
—¿Como cuáles?
Como los rituales, donde los incas entregaban ofrendas a los dioses, y puede que otros individuos más. Hemos desenterrado en Tambo viejo un total de 100 cuyes, varios de estos estaban momificados naturalmente y decorados con cintas de colores hechas de fibra de camélidos. Nunca antes habíamos visto algo así. Muchos de los cuyes habían sido enterrados con arena limpia, pero tenían la cabeza arriba, lo que sugiere que fueron enterrados vivos. Los cronistas nos dicen que estos animales eran usados en sacrificios, pero no especificaban la forma. También hallamos cinco llamas decoradas y tratadas de una manera idéntica que los cuyes. Identificamos llamas de color marrón y blanco. Según los cronistas, las llamas marrones eran sacrificadas a Huiracocha, al dios creador, y las blancas, a Inti, el dios Sol. Lamentablemente, encontramos indicios de huaqueo, los que nos hace pensar que pudieron haber más llamas. Asimismo, desenterramos los restos de un perro, el cual no tenía ningún tipo de decoración.
—¿Hubo algún tipo de entretenimiento?
No hemos descubierto instrumentos musicales, y no hay forma de obtener evidencias materiales que indiquen si hubo bailes o no. Pero hallamos un dado inca, llamado ‘pichqa’. Hay pocas referencias de esto. Es idéntico al dado que conocemos hoy en día, excepto que en lugar de puntos tiene rayas. De acuerdo con el cronista Bernabé Cobo, era un juego de los incas nobles, de gente de cierta importancia. Si eso es verdad, se podría decir que gente de importancia para el estado inca estuvo en Acarí, jugando con figuras locales, tal vez con curacas, quién sabe. A parte de eso, encontramos unos juguetes de madera que se parecen a los trompos. Se les llama ‘piscoynu’. El cronista Felipe Guamán Poma de Ayala ilustra cómo se usan. Tenemos varios de esos trompos.
—¿Qué preguntas o inquietudes tiene todavía respecto a Tambo Viejo?
Hay muchas cosas que todavía no sabemos. Hemos hallado en Tambo Viejo –muy cerca de cuatro de las cinco llamas– muchas ollas, casi todas saqueadas. Pero había una pequeña olla que en su interior albergaba un fardo. Al inicio pensamos que era el fardo de un niño; sin embargo, no lo era. Tenía unos detalles bien bonitos. Mandé fotos a todos los expertos incas de todo el mundo. Ninguno había visto algo similar. Es difícil de explicar pero es como un manojo de lana, creo que de vicuña. Es bien suave y está unido de una manera bien bonita, con mucho cuidado.
—Luego de todos estos hallazgos, ¿cuál es el siguiente paso?
El plan era volver a excavar este año, pero no se pudo por las restricciones asociadas a la pandemia. Hasta hace poco no se podía salir de Canadá, donde vivo. La investigación que se hizo en Tambo Viejo contó con un equipo de 28 personas. Es difícil, en esta situación, trabajar con un grupo así de grande. No queremos que nadie se enferme. Es mejor esperar.
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