domingo, 18 de julio de 2021

Ancestros en la cancha. Cuando el fútbol avanzaba a golpes de cadera

 

 
Vaso de la cultura maya, que llamaba al juego pok ta pok.
En el mural de Tepantitla, Teotihuacán.

 

Fuente: https://www.clarin.com

Por: Cecilia Fiel

 

“El juego hoy se está perdiendo por falta de pelotas”, sostiene la académica, y suena a fatalidad. Tampoco deberíamos prejuzgar, por inercia colonialista, a civilizaciones enteras de americanos por la opción de celebrar con una decapitación ritual ciertos partidos; aunque en ocasiones podamos sentir hoy el mismo deseo. Quien comparte estas visiones es una de las mayores autoridades sobre el fútbol ancestral, acuñado por los pueblos originarios de una enorme franja territorial que se extiende desde Arizona hasta Honduras. La francesa Emilie Carreón Blaine es Doctora en Antropología Histórica por la École des Hautes Études en Ciencias Políticas, París, investigadora de la UNAM y autora de El olli en la plástica mexicana. El uso del hule en el siglo XVI (2006), entre otros libros.

Sabemos de la temprana existencia de la práctica con pelotas de hule por las más de 2500 canchas en esa vasta área de Centroamérica y por las pelotas arqueológicas de los olmecas y de Teotihuacán. El deporte data de 2500 a.C. También se jugaba enfrentando a dos equipos, con una pelota de hule que se golpeaba con la cadera. A los europeos les llamó la atención el repique del material.

El mismo Cristóbal Colón llevó a España para su hijo una pelota de las Antillas, donde el juego era llamado Batey. Y el capellán de Hernán Cortés, López de Gómara, cuenta que el emperador Moctezuma llevó al conquistador a ver un partido de ulamaliztli, nombre del juego en idioma náhuatl (hoy recobramos la palabra ulama). De vuelta en España, Cortés lleva jugadores de Tlaxcala para demostraciones ante Carlos I y el Papa.

–¿Cómo se jugaba, tenemos una idea?

–No hay datos exactos y se desconocen las reglas de los tiempos precolombinos. Contamos con las fuentes históricas de la conquista y la evangelización, y las imágenes anteriores a la llegada de Cortés, con los códices de los pueblos prehispánicos. Todo es fruto de la investigación arqueológica. Las imágenes representan los muros paralelos de la cancha, la pelota y los jugadores. Por ejemplo, en un vaso maya el juego es nombrado pok ta pok; tenemos el mural de Tepantitla, en Teotihuacán. En el partido, los integrantes del equipo deben golpear pelota de hule –pesada, de alrededor de 3 kilos– pero no con la mano o las piernas, como en los juegos europeos, sino con la cadera, el centro del cuerpo. En todos sentidos, es un juego singular; el único en el mundo que golpea la pelota así. La pelota logra viajar a varios kilómetros y su golpe puede lastimar.

–¿Cuál fue el recorrido tras la conquista?

–Durante la evangelización se prohíbe su práctica; debido a su rebote, los europeos creían que la pelota tenía “vida propia”. El fraile Diego Durán, quien lo vio jugar, testimonia que las canchas fueron destruidas. No obstante, el juego continuó, sin canchas formales, en el noroeste de México. En 1939 la antropóloga Isabel Kelly registra partidos en Nayarit y también en Sinaloa, donde se juega hasta la fecha.

–¿Existió una recuperación reciente?

–Es que el juego no dejó de asombrar. En los años 60 recibió mucha atención en las Olimpíadas de 1968, cuando el gobierno mexicano muestra al mundo a los jugadores de Sinaloa y los retratan en una moneda conmemorativa, aunque después reciben poco apoyo para regresar a sus comunidades. Estos shows deportivos generan varios estudios académicos de la Sociedad Mexicana de Antropología 1972, hasta que en los 80 se filma Ulama, el juego de la vida y la muerte, del mexicano Roberto Rochín, que rescata los modos de fabricación de la pelota. Hoy la academia estudia el juego desestimando a sus jugadores contemporáneos. Uno de los grandes problemas que enfrentan es la falta de pelotas de hule.

–¿Y cuál es la actualidad del tradicional juego?

–Hoy es del todo ajeno al sistema educativo mexicano, porque aquí en el currículum escolar encontramos juegos europeos y artes marciales orientales. El ulama es atribuido a las comunidades indígenas, con una visión muy racista y colonialista. El juego hoy se practica en varios polos de México y Centroamérica en el seno de comunidades de pueblos originarios que recobran sus prácticas ancestrales y se las comunican a los jóvenes. Existe un proyecto del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural que compara las pelotas de hule arqueológicas con las hechas hoy. No hay pelotas de hule sólido; no se consiguen fácilmente. En el Laboratorio tenemos algunas hechas en Yucatán y Sinaloa siguiendo la manera tradicional; de hecho, se comenzó a formar un equipo de juego, el Texocelotzin, “pequeños jaguares azules”.

–¿Cuál es la relación entre el juego de pelota y los sacrificios humanos?

–Todo aspecto de la vida precolombina estaba embebido de ritualidad. El juego de pelota se jugó por todas las culturas mesoamericanas. Las canchas más tempranas son en Chiapas y las más tardías en Tenochitlán, que fueron destruidas. Hubo una época en que estuvo muy ligado a la decapitación, anterior al siglo XIII, ya que encontramos imágenes de decapitación ligadas a las canchas. A la llegada de los españoles no se sacrificaba a los jugadores. Pero creo que el juego de pelota no se originó en un ámbito ritual sino en una zona donde crecía el caucho, materia prima del látex con que se hace la pelota. Hoy uno de los problemas es que los árboles productores ya no son de fácil acceso

–¿Esta decapitación dependía del triunfo?

–Nos falta determinar si en algún momento había decapitación ligada al juego de pelota. ¿A quién sacrificaban? Las fuentes históricas no lo dicen; sabemos que no mencionan ni al ganador ni al perdedor, si bien asientan que los gobernantes Moctezuma, Netzahualcoyotl y Maxtlatl tenían jugadores, canchas, pelotas, personas que las cuidaban, y había encuentros que no terminaban en decapitación. Esta noción viene de las imágenes donde vemos a un personaje que se identifica como jugador de pelota, decapitado entre dos equipos, entonces decimos “este es el ganador y este el perdedor”. Pero esto viene de nuestra mirada occidental ante el deporte, que presupone un ganador y un perdedor. Concluyo que si bien hubo sacrificios humanos ligados al juego, no morían los jugadores. Si cada vez que se gana o pierde se mata al capitán del equipo, te quedas sin él. Sería como sacrificar a Messi. Por el contrario, siguiendo los ritos sacrificiales centroamericanos, estimo que vestían a una víctima sacrificial con la indumentaria de un jugador de pelota y, por supuesto, lo decapitaban. Ahora bien, ¿quién era decapitado? Alguien vestido de ganador, porque en la lógica de la ofrenda mesoamericana, se entrega lo mejor.

–A partir de que Europa conoce el hule, ¿qué otros usos le da?

–Todos los países participantes en la colonización de América explotaron el caucho, ejemplares del Castilla elástica en México y del Hevea brasilensis en Brasil, y sus derivados. De allí la especie fue llevada a Kew Gardens, Inglaterra, y luego a Indonesia, donde se fundan las grandes plantaciones. A comienzos del siglo XX, las guerras hacen del hule un producto útil para llantas y tubos. ¡Qué sería del mundo sin esta goma!

 

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