Fuente: https://www.clarin.com
Por: César Pradines
Uno de los grandes bateristas del rock, Charlie Watts, murió este martes a los 80 años. Pasó 59 de ellos tocando con los Rolling Stones. Sin embargo, su pasión era el jazz que “siempre ha estado" en su vida, confesó este músico de un atildado aspecto de gentleman, reservado e ingenioso, que pudo preservarse de las inclemencias de la fama. “Me alegra saber que hay personas que sólo tocan su instrumento; yo soy uno de ellos”, agregó.
Confesó también que siempre se sintió un poco fuera de lugar en el mundo del rock. “Tengo un modo de vestir muy tradicional, inglés antiguo, y nunca me sentí cerca del hippismo”. En efecto, Charlie Watts atravesó el flower power de los años sesenta de corbata y chaleco. “Por ejemplo, las sesiones de fotos con los Stones eran un lugar especialmente incómodo. Me ponía zapatos y todos iban en zapatillas; yo odio las zapatillas deportivas. En fin, nunca sentía que estaba en sintonía”.
Después de algo más de 20 años en los Stones, Watts decidió comenzar su carrera dentro del jazz y reconoció que tardó en lograr la confianza necesaria para lanzarse con sus proyectos jazzísticos, a mediados de los años '80. “Crecí queriendo tocar como Max Roach o Kenny Clarke; soñaba con tocar en Nueva York con Charlie Parker”, señaló este músico que en 1964 lanzó su Ode To a High Flying Bird (recientemente reeditada), un cuento para niños escrito e ilustrado por él, sobre el genial saxofonista.
Su primer proyecto fue la Watts Big Band, de 32 músicos (7 trompetistas, 4 trombonistas, 10 saxofonistas, clarinete, piano, 2 contrabajistas, 2 vibrafonistas, 3 bateristas y 2 cantantes). “Teníamos un repertorio de clásicos que nos divertía; debutamos en 1985, en el Ronnie Scott's, de Londres. Tocamos en varios festivales y en Nueva York. Me gustaba cómo sonaba porque rugía como la big band de Count Basie”, recordó el baterista. Frente a este tipo de repertorios más sofisticados, Watts admitió: “Muy a mi pesar nunca tomé lecciones formales; leo muy mal, entonces debo memorizar las composiciones y a veces cometo algún error cuando toco un arreglo, pero salgo adelante por el oficio que adquirí en todos estos años”.
Del banjo a la batería
Charlie Watts llegó al jazz de una manera casi azarosa. A los doce años se compró un banjo y un método para tocarlo. Al ver las posiciones y “esos puntos negros” en las hojas pentagramadas se desanimó y lo desarmó quedándose con el cuerpo del instrumento que era un tambor.
Por aquella época compró el disco Walking Shoes, del cuarteto del saxofonista barítono Gerry Mulligan, en el que el baterista Chico Hamilton tocaba con escobillas. “Me compré unas escobillas y comencé a tocar encima del disco. Cuando era chico, el jazz estaba de moda. Era muy moderno conocer la música de Miles Davis. Hubo un tiempo en que escuchaba la música de Duke Ellington como una forma de estudio”, recordó el baterista que tuvo su primera batería, una Olympic de segunda mano (la marca económica de la firma Premier), a los trece años.
A mediados de los años '50, un adolescente Watts “iba bastante a Ray’s Jazz Shop, un sótano en New Oxford Street. Y como no tenía dinero llevaba un platillo y lo cambiaba por un disco; después vendía el disco y recuperaba el platillo”.
Con 14 años escuchó a Charlie Parker “y desde ese momento ha estado en mi vida; él es el criterio por el que juzgo todos los registros, aunque de manera subconsciente”, reconoció el baterista que dedicó dos de sus discos a la memoria del saxofonista, From One Charlie (1991), en quinteto, y Tribute To Charlie Parker with Strings (1992).
Otro de sus héroes fue el baterista Tony Williams (1945-1997). “Lo escuché con el grupo de Davis, en Inglaterra, cuando el baterista tenía 19 años. Tocó como no había visto a nadie hacerlo. Recuerdo que al día siguiente encargué una Gretsch (instrumento que tocaba Williams y con el que toca Watts) idéntica a la que usaba Tony, hasta con las mismas medidas”.
Watts, que nació el 2 de junio de 1941, en el barrio Islington, Inglaterra, reconocía contra toda suposición que le impresionó más haber entrado en 1961 en la banda del guitarrista Alexis Korner, la Blues Incorporated, que en los Rolling Stones. “Nunca había tocado en un grupo con armónica y ahí estaba Cyril Davis. Me impresionó cómo sonaba; estaban también Dick Heckstall Smith en saxo y Jack Bruce en contrabajo. Fue la primera banda amplificada de R&B, en Gran Bretaña”.
Sus discos
Nueve discos como líder de diferentes grupos hablan de una seria carrera de Charlie Watts como jazzman más que como un pasatiempo entre grabaciones y giras con los Stones. Su primer trabajo discográfico editado fue Live At Fulham Town Hall (1986), con las Watts Big Band, con Evan Parker y Courtney Pine en saxos tenores y Jack Bruce en el cello, como invitados y un repertorio que iba del Swing al Bop, con el clásico Stompín’ At The Savoy al crispado Scrapple From The Apple y un cierre con batalla de tenores incluida en Lester Leaps In.
Tras sus reconocimientos en 1991 y 1992 a Charlie Parker, llegó su cuarto disco, el delicioso Warm & Tender (1993). Este trabajo recorre standards con un acompañamiento de cuerdas, Watts con escobillas y la elegante voz de Bernard Fowler, que le pone un tono romántico aunque sin abusar del dulce.
Su siguiente trabajo es otra clase de buen gusto con Long Ago and Far Away (1996), en quinteto junto con la London Metropolitan Orchestra y la voz de Fowler. Composiciones de Gershwin, Armstrong, Porter y Ellington hacen un disco perfecto; la versión de In A Sentimental Mood es de antología.
En 2000, editó Charlie Watts-Jim Keltner Project, un trabajo que se aleja de la corriente mainstream para sumergirse en un ecléctico y experimental tributo a diferentes bateristas, los temas tienen nombres de grandes estrellas de los tambores, como Art Blakey, Tony Williams, Shelly Maine, Elvin Suite (por Elvin Jones), Roy Haynes, Max Roach.
En 2004 lanzó Watts At Scott’s, un álbum doble en vivo en el Ronnie Scott’s, con Watts y su Tentet, con la participación del saxofonista tenor Evan Parker y un repertorio que avanza sobre temas de Davis, Monk, Strayhorn y Ellington. Un disco excelente por la fuerza y la creatividad del ensamble en esas dos noches de junio de 2001, en el mítico club de Londres.
Hacia 2012 se corrió suavemente del jazz para sumergirse en el mundo del boogie-woogie, un género fuertemente estilístico y que Watts evidentemente disfruta. Lanzó junto con Axel Zwingenberger y Ben Waters, en pianos y Dave Green, en contrabajo, bajo el nombre The ABCD of Boogie Woogie, Live in Paris. Como lo dijo alguien cercano al baterista, “el boogie woogie es una forma elegante de seguir divirtiéndose”.
En 2017, Watts lanzó un disco con la Big Band de la Radio Dinamarquesa en la que hacen un recorrido por algún clásico como I Sould Care y temas de los Stones, You Can't Always Get What You Want o Paint It Black arreglados para orquesta.
Watts aparece también en dos discos emblemáticos del sello The Rolling Stones Records, The Howlin' Wolf London Session (1971), en el que participan Eric Clapton, Stevie Winwood y Bill Wyman, entre otros y la soberbia zapada Jamming With Edward (1972), con Ry Cooder, Nicky Hopkins, Bill Wyman y Mick Jagger, un trabajo grabado en las horas muertas del doble Exile On Main St, con un potente break al final de The Boudoir Stomp y una maravillosa versión de Jagger en It Hurts Me Too.
56 años de casado
Quizás por su sempiterno rechazo a la fama y todo lo que ello implica es que su matrimonio con Shirley Ann Shepherd (82) cumplió 56 años y fue quizás el más longevo en el mundo del rock.
Watts contó en una entrevista que conoció a Shirley en el primer ensayo de la banda de Alexis Korner, en 1961 y desde ese momento comenzó un noviazgo que los llevó al registro civil el 14 de octubre de 1964.
“Es una mujer con mucho carácter y una gran compañera; cada vez que vuelvo cansado de una gira y me cuestionó si voy a seguir tocando o no, al poco tiempo, Shirley me pregunta: ¿Cuándo volvés a trabajar?”, sonreía este baterista que hizo de su familia un verdadero refugio que lo protegía eludiendo toda innecesaria exposición. Tuvieron una hija, Seraphina, nacida en marzo de 1968 y una nieta, Charlotte.
Coleccionista
Su otro pasatiempo, además del jazz, fue como coleccionista, pero con una fuerte tendencia a los objetos vinculados al jazz como por ejemplo, sets de batería, de los que está evidentemente orgulloso. “Tengo un set de batería de Kenny Clarke que se lo compré a su viuda y el de Sonny Greer (baterista histórico de Duke Ellington), también tengo la de Big Sid Carlet, entre otros. Además, colecciono primeras ediciones firmadas, tengo de Agatha Christie, de Graham Greene y de Evelyn Waugh”.
Junto con su esposa, en su granja de Dolton, al oeste de Devon, tienen un haras de caballos árabes.
El lado oscuro
Las seis décadas de Watts en el rock y el jazz no fueron siempre un lecho de rosas; entre 1983 y 1986 vivió su infierno personal. Por aquellos años comenzó a consumir heroína y speed con bastante alcohol. “Estuve a punto de perder mi matrimonio, de perder todo”, admitió este músico que durante una de las grabaciones con los Stones, incluso llegó a desmayarse. “Cuando volví en mí, estaba Keith a mi lado, me dijo: 'Este tipo de cosas te pasan cuando tenés 60 años, no a los 40'", como tenía en ese momento el baterista.
Pudo salir de la adicción gracias a un accidente; “Una noche que salía borracho del Ronnie Scott's, me tropecé y me rompí el tobillo; en esa obligada convalecencia logré dejar todo; al poco tiempo hasta dejé de fumar”.
Watts también debió transitar por un difícil proceso cuando en junio de 2004 le diagnosticaron cáncer de garganta. Tras seis meses de un tratamiento de radioterapia se recuperó y logró llegar a tiempo para la grabación del disco A Bigger Band; precisamente, un año después de aquel preocupante diagnóstico y a los pocos días de haber cumplido 64 años tuvo un accidente automovilístico, en Niza, Francia, que pudo haber terminado muy mal.
MÁS INFORMACIÓN
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