El Elba es el camino de agua que conecta Hamburgo con todos los puertos del mundo; decisivo desde tiempos medievales, cuando la villa pertenecía a la Liga Hanseática. Grandes cruceros y buques de carga atracan a diario en sus muelles tras navegar cien kilómetros río arriba desde la costa del Mar del Norte. Su vocación comercial, la inevitable necesidad de viajar y acoger, ha forjado el peculiar carácter de esta ciudad estado. Los hamburgueses tienen fama de abiertos, inquietos y divertidos, tópico que encaja como un guante a nuestra anfitriona, la profesora del Goethe-Institut Cornelia Zollner. Con ella recorremos la ciudad vieja y la nueva, exploramos canales y los dos lagos urbanos que alimenta el río Alster. En nuestro paseo contamos también con los guías locales Jutta Hülsmann y Sebastián Saavedra, que nos ayudan a retratar lugares como el ayuntamiento o las famosas iglesias de San Nicolás y San Miguel. Dos residentes, Elena Villa Bokov y Manuel Sánchez, nos invitan a asomarnos a rincones tan peculiares como Reeperbahn –el barrio rojo–, la playa fluvial o el pintoresco distrito de Blankenese, un universo de escaleras con buenas vistas. No falta el imprescindible paseo por Speicherstadt, la isla de almacenes del siglo XIX declarada Patrimonio de la Humanidad, ni una visita a Miniatur Wunderland, la maqueta de trenes más grande del mundo, que disfrutamos junto al profesor Johannes von Stritzky.
Fuente: Nómadas
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