A poco más de tres horas en coche hacia el noreste de Pekín cambiamos el ajetreo y los humos de la capital por una tranquila ciudad alargada, construida a la vera de un río entre verdes montañas. Chengdé es famosa por su aire, su agua y su clima; un magnífico contraste que ya supo ver el emperador Kangxi. El tercer monarca de la dinastía Qing se hizo construir una apabullante residencia de verano que, además de un sobrio pero llamativo abanico de edificios, cuenta con un inmenso jardín con lagos que recrea los principales paisajes de China. En torno a ella, un conjunto de ocho templos budistas entre los que encontramos, por ejemplo, una reproducción del Palacio de Potala.
Fuente: RTVE: Podcast Nómadas
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