Fuente: https://espanol.radio.cz
Hace cuarenta años fue hallado bajo el suelo de una capilla del castillo de Bečov nad Teplou el relicario de San Mauro, una joya del arte románico comparable en valor solo con las joyas de la corona checa. Su historia, marcada por la guerra, el olvido y un caso digno de espionaje, lo ha convertido en uno de los mayores tesoros culturales del país.
Este año se conmemoran cuatro décadas desde que la República Checa recuperó una de sus obras de arte más valiosas: el relicario de San Mauro. El hallazgo, ocurrido el 5 de noviembre de 1985, devolvió a la luz un tesoro que había permanecido oculto durante cuarenta años bajo el suelo de la capilla del castillo de Bečov nad Teplou, en Bohemia Occidental.
Un hallazgo digno de una película
El descubrimiento del relicario estuvo rodeado de un misterio casi cinematográfico. En 1985, un ciudadano estadounidense llamado Danny Douglas se presentó en la embajada checoslovaca en Viena con una oferta peculiar: vender una “antigüedad” por 250.000 dólares. No reveló su naturaleza, pero sus datos pusieron en marcha una operación policial sin precedentes. Tras meses de investigación, los agentes hallaron finalmente el relicario enterrado junto a un pequeño tesoro de 136 botellas de vino y coñac de colección.
La pieza había sido ocultada a finales de la Segunda Guerra Mundial por la familia aristocrática Beaufort-Spontin, propietaria del castillo. Obligados a abandonar el país por su colaboración con el régimen nazi, los nobles escondieron el relicario para evitar su confiscación.
Una obra maestra del arte románico
El relicario fue creado a comienzos del siglo XIII en la localidad belga de Florennes por encargo de un monasterio benedictino. Su estructura, con forma de pequeña iglesia, contiene las reliquias de San Mauro, San Juan Bautista, San Timoteo y San Apolinar.
Se trata de una caja de madera de nogal de 1,4 metros de largo, cubierta con placas de oro, plata y cobre dorado, y adornada con más de doscientos gemas, esmaltes y filigranas. Los relieves que decoran su superficie representan a los doce apóstoles, labrados en una lámina de plata de apenas 0,3 milímetros de grosor. Por su complejidad y nivel artístico, el relicario se considera una de las piezas más importantes del románico europeo.
Once años de restauración
El paso del tiempo y las condiciones en que fue enterrado habían dañado gravemente el relicario. Su restauración, dirigida por Alena Nováková y Andrej Šumbera, duró más de una década. Entre 1991 y 2002, los expertos desmontaron la obra en más de tres mil piezas para limpiarlas, consolidarlas y reconstruirlas.
Gracias a este minucioso trabajo, hoy el relicario de San Mauro puede contemplarse en el castillo de Bečov nad Teplou, donde constituye la principal atracción del museo local y uno de los destinos culturales más visitados de la región. La restauración fue reconocida con el prestigioso premio europeo Europa Nostra.
Un tesoro inestimable
El valor histórico del relicario es incalculable, aunque a efectos de
seguro se ha estimado en unos quinientos millones de coronas checas. Su
descubrimiento no solo devolvió al país una joya del arte medieval, sino
también una historia que combina fe, arte y aventura, y que recuerda
cómo el patrimonio cultural puede sobrevivir al paso del tiempo, la
guerra y el olvido.
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