La capital de la República Popular China se ubica en el noreste del país, a poco menos de 200 kilómetros del mar. Este antiguo centro de poder imperial conserva la estructura de su antigua ciudadela y el legado de todas sus etapas posteriores. Por eso es uno de los destinos más atractivos de Asia Oriental. La Gran Muralla, la Ciudad Prohibida, el Palacio de Verano y el Templo del Cielo son algunos de sus lugares de visita obligada. También hay que perderse por los hutongs, los animados callejones de la ciudad antigua. Entre pasadizos y patios, todavía se puede tomar el pulso a una población que mantiene intacto su espíritu de comunidad. Y más allá de la tradición, el nuevo Pekín depara inagotables descubrimientos al visitante que se acerca a su espectacular barrio olímpico o al distrito financiero.
Fuente: Nómadas
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