sábado, 24 de mayo de 2025

¡Sorprendente! Desierto de Arequipa podría reverdecer como fue en el pasado

 


Fuente: https://andina.pe

Por: Jessica Olaechea Tejada

 

El desierto de Sacaco, en el norte de la región Arequipa, sigue desvelando misterios. No solo ha preservado fósiles de fauna marina —ballenas, cachalotes enanos, tiburones y más—, sino que diminutos fósiles ocultos en sedimentos de hace millones de años atesoran información científica excepcional que ha permitido reconstruir el ecosistema terrestre, hasta hoy desconocido, y que ha sido presentada al mundo.

Un equipo multidisciplinario de científicos, liderado por Diana Ochoa, investigadora asociada a la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), ha demostrado que hace 8 millones de años —periodo del Mioceno tardío—, el desierto costero peruano estaba cubierto de vegetación; en la actualidad, es una de las zonas más áridas del planeta.

Si retrocedemos en el tiempo, se podría visualizar que ese paisaje terrestre era una especie de sabana, con árboles de algarrobos, sauces, palmeras, arbustos andinos y helechos, donde coexistían varias especies de cocodrilos, roedores, marsupiales y otros herbívoros pequeños.

El descubrimiento de los fósiles de plantas —que incluyen 55 hojas, tres fragmentos de madera y 2000 granos de polen recuperados de la Formación Pisco— revela, además, algo aún más sorprendente: “puede volver a ponerse verde” como en el pasado.

Reverdecer el desierto

“No es descabellado pensar que ese desierto pueda reverdecer; no se volverá un bosque húmedo tropical, pero sí es posible pensar en una mayor disponibilidad de agua en la cara occidental de los Andes del Perú, en particular, en la costa central y sur”, precisa la geóloga especialista en palinología.

Hay una hipótesis que dice que, con el calentamiento global, las áreas secas en el mundo tenderán a la aridificación, pero la costa peruana es una excepción.

“Con el Fenómeno El Niño, las lomas han reverdecido. Este nuevo registro fósil proporciona evidencia directa de la cobertura vegetal en las tierras bajas del Mioceno tardío y ofrece más argumentos para sostener que el desierto podría reverdecer”, sostiene.

Por casualidad”

Pero vayamos por partes. Todo empezó “por casualidad, por un golpe de suerte”, asegura la líder del proyecto “Paleoflora del desierto peruano”, cuya investigación ha sido publicada en la revista científica Communications Earth & Environment de Nature Portfolio del Reino Unido. “Soy palinóloga de formación y siempre estoy buscando granos de polen; sé que en Sacaco no hay [mejor dicho, no debería haber por el tipo de ecosistema marino costero], pero seguía mirando”, comenta a la Agencia Andina.

Después de cinco o seis viajes a Sacaco, una roca llamó mucho su atención. Al revisarla con minuciosidad vio materia orgánica, por lo que presumió que podía contener polen fosilizado (es microscópico), así que decidió llevar una muestra al laboratorio. 

“Efectivamente, al analizar los sedimentos al microscopio encontré cientos de granos de polen fósiles; vi polen de palmas, de ceibas, de vegetación que hoy en día no crece en Sacaco porque es un desierto. Ni siquiera en las quebradas, donde hay algunos algarrobos y un par de plantas más, pero lo que veía [los granos] no era nada de eso”, asegura.

El polen es altamente resistente y puede permanecer en el ambiente durante largos periodos, y ser recuperado después para su análisis. Se trata de una de las mejores fuentes de información de la evolución de los ecosistemas terrestres y la diversidad vegetal durante millones de años. Volvamos adonde nos habíamos quedado. Su olfato de investigadora la hizo regresar al sitio de donde había tomado —en 2020— la muestra de polen fósil para seguir martillando aquella extraña roca. Y de pronto, ¡eureka! “Aparecieron unas cuantas hojas fósiles de árboles. Fue una casualidad”, expresa la científica del Laboratorio de BioGeociencias de la UPCH.

Tres acciones decisivas

Los científicos decidieron hacer tres cosas. En primer lugar, colectaron maderas fósiles de Sacaco, a las que no se les había prestado atención. “Las cortamos en secciones delgadas para estudiar su anatomía; nos dimos cuenta de que corresponden al algarrobo que en la actualidad crece en el bosque seco de la costa peruana”, indica.

Las hojas fósiles muestran las especies del pasado y las condiciones en que vivían, lo que permite reconstruir los bosques que existieron millones de años atrás, y a entender cómo han cambiado a lo largo del tiempo.

En segundo lugar, se comparó los granos de polen hallados en Sacaco, que ahora se sabe son del Mioceno tardío (de 8-6 millones de años), con otros del Holoceno (va hasta hace 14,000 años) para ver qué tanto se parecen.

“En el Holoceno hubo pastizales, juncales y algunos árboles que crecen en las lomas de los Andes; mientras que en el Mioceno no existió nada de eso. Los granos de polen hallados corresponden a árboles grandes y de arbustos de familias que hoy en día no son típicas de la costa peruana”, refiere.

En tercer lugar, aplicaron ecuaciones con las cuales se puede estimar cuánta precipitación pluvial cae en un punto a partir del tamaño de las hojas y la densidad de sus nervaduras.

“Las hojas crecen según la cantidad de lluvia o de humedad que reciben. Por eso, las hojas en la Amazonía tienden a ser grandes porque allí llueve mucho; mientras que las del desierto son pequeñitas para no perder humedad, al ser un ambiente seco”, explica a la Agencia Andina.

Según los estudios, en Sacaco hace 8-6 millones de años caía de 30 a 35 milímetros de lluvia al año y en la actualidad, 8 milímetros en promedio; es decir, fue tres veces más, posiblemente debido a un océano Pacífico tropical oriental más cálido o a la mayor frecuencia de los fenómenos El Niño. El ecosistema era más húmedo.

“Esto significa que hay una reconfiguración hidrográfica, que habrá una reconfiguración de los cauces a la cual hay que prestarle atención a fin de asegurar el agua para consumo humano, cultivos y demás”, y evitar impactos catastróficos en la población, advierte.

Armar la historia

Con todos los resultados se pudo armar la historia, porque todas las evidencias —del primer estudio paleobotánico que documenta la respuesta del desierto peruano al clima de invernadero del Mioceno tardío— nos dicen que en esa zona hubo más árboles, más humedad y flora variada; en síntesis, una estructura de vegetación distinta. Ochoa remarca que “se conocía, relativamente bien, el ecosistema marino; que posee los fósiles más lindos, diversos y mejor cuidados del mundo. Sabíamos, por ejemplo, cómo eran las ballenas del desierto”.

“Pero hasta ese momento no teníamos idea de cómo era el continente, cómo era el ambiente terrestre en Sacaco durante el Mioceno tardío. Gracias a los hallazgos, por primera vez podemos armar un paisaje completo y vemos que era muy distinto al de hoy en día. Hace 8 millones hubo vegetación en la zona”, afirma.

El clima del futuro

Toda esta información es clave porque el Mioceno tardío, aunque lejano en el tiempo, es el escenario comparable a lo que tenemos hoy en día, ya que corresponde a la última vez que la atmósfera terrestre tuvo un nivel de CO2 superior a 400 ppm (por cada millón de moléculas de aire hay 400 moléculas de CO2). Se pasó de 320 ppm en 1960 a 420 ppm en la actualidad.

“Así, estudiar el clima del Mioceno significa estudiar el clima del mañana cuando se hayan estabilizado estas nuevas condiciones de efecto invernadero. Mientras la mayoría de los desiertos del planeta tienden hacia condiciones aún más extremas, el desierto del Pacífico sudamericano podría reverdecer pronto”, ratifica.

Se cree que el aumento de las precipitaciones en esta región es el resultado de un calentamiento del océano Pacífico y de un aumento de la intensidad y la frecuencia de las lluvias debido al Fenómeno El Niño. Así, los resultados respaldan la posibilidad de un aumento de la precipitación y la cobertura vegetal en el desierto peruano, que, de gestionarse de manera adecuada, podría representar una oportunidad para los ecosistemas, la agricultura de las regiones hiperáridas y mejorar las condiciones de vida de millones de personas.

Sobre el proyecto

El proyecto “Paleoflora del desierto peruano” contó con financiamiento de ProCiencia y permitió la formación en paleobotánica y palinología de estudiantes de maestría y de pregrado de diversas universidades peruanas. Participaron investigadores de Francia, del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (Panamá) y de la Universidad de Salamanca (España).

Diana Ochoa agradece, además, la intervención de Josefina Rojas, la protectora de Sacaco, quien “nos cuidó y consintió cuando estuvimos en campo”. “Es lo máximo. Ella vive sola en el desierto, sabe de fósiles [como pocos] y los cuida”, subraya al comentar que el proyecto empezó en el 2022 y se cerró en el 2024.

Los descubrimientos reafirman que el desierto de Sacaco no solo es especial para entender los ambientes marino-costeros, sino también es esencial para conocer el paisaje continental. No les falta razón a los investigadores cuando señalan que para entender el presente y predecir el futuro es necesario aprender del pasado. En consecuencia, desentrañar el pasado es el primer paso para planificar la protección, sobre todo, en tiempos de cambio climático.

 

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