lunes, 26 de septiembre de 2011

Parte VI: Vuelta al Alpamayo



LA VUELTA AL ALPAMAYO

AL FIN ….. LA PIRÁMIDE



La ruta del tercer día


El amanecer fue impactante, no podíamos creerlo, todos los cerros a nuestro alrededor estaban blancos, eso no era así ayer, qué fue lo que paso, hacemos esfuerzos por recordar….. sueños, pesadillas acaso, visiones …… o realidad?



Cerros blancos al amanecer



Esclareciendo nuestras ideas, aún con el sopor que se siente recién al despertar, recordamos nuestra primera noche en carpa, esa extraña y reconfortante sensación de descansar en el piso, en la que después del esfuerzo del día anterior, con sus 7 a 8 horas de caminata, debió hacernos dormir de largo, pero no fue así, a la una o dos o tal vez las tres, comenzó el tap tap tap suave primero, que fue aumentando en intensidad poco a poco y nos hizo recordar nuestro pedido de ayer, ¡ojala lloviese! y los cielos nos habían oído, rítmicamente pudimos sentir como se humedecían totalmente las paredes de nuestras carpas, sin dejar que el agua ingrese al interior, resbalando por afuera, entre dormido y despierto las escuchaba, habrán sido 2 o 3 horas de lluvia, pero que presagiaban que los elementos estaban de nuestro lado en esta expedición.





Cornisa en cielo azul


Pudimos alistarnos con tranquilidad, la ruta hasta el siguiente campamento era corta, dos a tres horas nos dijo el arriero, para aprovechar el resto del día en aproximarnos hacia el Alpamayo y visitar una laguna debajo de él.





El río en la quebrada Los Cedros



Los primeros salieron a las 8 y 30, los últimos a las 9 y 15 de la mañana, como siempre yo fui uno de esos, cargando el botiquín y lo básico en mi mochila, el resto lo llevaban los burros con Hugo que rápido aceleró el paso.





Jancarurish con las primeras nubes


La ruta no era un problema este día, sólo teníamos que ir por el sendero que discurría paralelo al río, por la quebrada los Cedros, que más arriba se convierte en la quebrada Alpamayo, los cerros adornados de blanco nos hacían detener a cada momento para tomas fotográficas desde los mejores ángulos, dado que el sol iba iluminando cada vez más y las combinaciones con riachuelo, plantas, flores y nevados eran muy variadas. El cielo estaba absolutamente azul, y daba un marco espectacular a las fotografías.




Florcitas a ras de piso en curiosa formación


El sendero era adornado por el ichu, que en algunas partes nos asombraba por lo verde que se veía, también antiguas construcciones posiblemente pre incas, iban llamando nuestra atención, florcitas amarillas tenían formas extrañas, algunas que podrían molestar a cualquier aliancista, pero lo que más esperábamos, ansiábamos, era llegar al lugar, ese punto, desde donde veríamos por primera vez en persona, al Alpamayo y su asombrosa pirámide, que la hizo reconocer internacionalmente como la montaña más bella del mundo.





Pirámide del Alpamayo


No habíamos caminado sino tan sólo hora y cuarto, cuando en una pequeña elevación y curva, se descubrió ante nuestros ojos, en su totalidad, imponente, con toda su belleza, el Alpamayo, no se cuantas fotos tomamos en ese lugar, estábamos junto con Juan Carlos, pero el tiempo no importaba, trípode aquí, un acercamiento, otro con todo el paisaje del Jancarurish, en fin, gozosos de estar allí.






Nevado Jancarurish



Seguimos caminando, y vimos el letrero que indicaba el campamento de Gara Gara junto al río, a 4,250 msnm, donde ya estaba Hugo con nuestras carpas, y el otro que indicaba hacia el campamento base, no nos detuvimos mucho, seguimos de frente, porque queríamos sentir al Alpamayo tan cerca como fuese posible.

Ya estábamos caminando en la quebrada Alpamayo, y veíamos como los vientos comenzaban a traer nubes que sobrepasaban la cordillera, había que apurarnos, ver más de cerca al Alpamayo, pero las nubes eran más veloces, así que tomamos lo máximo de fotos antes de que las cumbres ocultarán su blanca belleza entre las nubosidades que las iban serpenteando.





Las primeras nubes sobre el Alpamayo



Antes de llegar al puente roto, que tendido sobre el río aún sirve para que los caminantes crucen, nos detuvimos a descansar junto a una gran piedra y un arbolito de takuziush (laurel silvestre), cerca habían varias vacas y nos llamó la atención unos graciosos terneros, que en vez de asustarse ante nuestra presencia, nos miraban con curiosidad, posaban para las fotos y me entretuve como media hora con ellos, hasta que se me comenzaron a acercar, de tal manera que la madre empezó a ponerse recelosa y antes de que pasase algo más, juzgue prudente espantarlos y seguir mi camino, había aún mucho por ascender y los amigos del grupo estarían seguramente en la laguna de Jancarurish, que era nuestro destino y sabíamos estaba cerca.





Becerritos


Después de cruzar el puente comienza un sendero ascendente en zigzag, el terreno se vuelve pedregoso y con arenisca, son como 100 metros que se sube, en efecto, César, Luz Elena, Manuel, Artur, se encontraban en la parte alta y me gritaban que el espectáculo era incomparable, por lo que apure en la marcha mientras tuve respiración, ya andábamos por los 4,400 hasta que pudimos ver una extensa laguna de color turqueza, alimentada por los deshielos de los nevados Alpamayo y Jancarurish, me cuentan emocionados que hace un rato vieron una avalancha de buenas proporciones, que desde el Alpamayo llegó hasta la laguna, que mostraba una buena cantidad de nieve en su orilla opuesta.





Laguna Jancarurish, en la punta izquierda estuvo Luis



Estabamos bastante más arriba de la laguna, que se encontraba cercada por esa elevación en la que nos encontramos y solamente salía para alimentar la quebrada, por esa zona se encontraba Luis, que si llego a tocar sus aguas. Otra vez una larga sesión de fotos, veíamos el abra que pasaríamos al día siguiente, pero ahora sólo nos tocaba disfrutar del paisaje, Artur deseaba acampar en el campo base, a 4,550 msnm, bueno le dije, el resto descendieron para almorzar en el campamento, mientras que Artur y yo seguimos ascendiendo, por partes el camino era bastante resbaloso, y con las coordinaciones del caso y quedándose con una radio, nos despedimos pidiéndole que bajase temprano para no separarnos en la subida del abra de Gara Gara, que según Hugo era bastante difícil y muy pero muy ventoso.

Serían las 4 de la tarde cuando comencé el descenso, desde el campo base curiosamente no se ve el Alpamayo, pues se tiene una gran pared de roca que lo tapa, pero la vista es espectacular del Santa Cruz, del Pucaraju y del Quitaraju.





Nevados Tayapampa, Jancarurish y Alpamayo


Descendemos y vemos como la espectacular vista del Tayapampa, Jancarurish y Alpamayo que tuvimos en la mañana, ahora se encuentra totalmente nublado, permitiéndonos ver únicamente las bases de los mismos.
En la bajada comprobé que en efecto el camino era muy resbaloso, pero llegué sin problemas hasta donde estábamos instalados, en 40 minutos ya estaba por el puente roto y me preguntaba si subiera la fuerza del agua que pasaría allí, luego, tan sólo veinte minutos, y ya pude ver el campamento, ahora tocaba dedicarnos a la comida y esperar el atardecer.





El dragón rojo


No podíamos terminar mejor el día, el sol nos mostró un dragón rojo primero, y poco a poco fue convirtiendo los nevados frente a nuestros ojos en nevados ardientes, felices, que bonito día, era sólo el tercero, mucho aún nos esperaba por caminar.



Nevados en llamas

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