SOLOS EN LA MONTAÑA
Alguna vez han dormido solos en una carpa a 4,000 metros de altura, es diferente a dormir entre 2 ó 3, en donde se conversa sobre las cosas que pasaron en el día, dialogan de lo que se viene al día siguiente, se cuentan chistes, historias de terror, hasta las íntimas historias eróticas, en fin, pero cuando estas sólo, hablas contigo mismo, con las paredes de la carpa, con los guantes de lana, con tu sleeping y todo lo que te rodea.
La experiencia nos ha enseñado que en esas condiciones la noche puede ser muy larga, y cuando el frío arrecia, lo peor es dormir a las 7 de la noche y despertar a las 3 ó 4 de la mañana, por eso se buscan distracciones para dormir bordeando las 10 de la noche, y así completar las 8 horas de descanso hasta las 6.
Este día que se nos viene es muy largo, el recorrido nos hará bajar primero hacia el campamento de Huillca, a 4,000 msnm, de allí a subir al abra de Yanacom (4,600 msnm), descenderemos y pasaremos cerca a la laguna de Sactaycocha, internándonos por un extenso bosque de Queñuales y Quisuars, para continuar un largo descenso y llegar al campamento de Jancapampa casi el más bajo del recorrido a 3,600 msnm.
El amanecer y los techos blanquecinos de las carpas, nos muestran que la temperatura descendió mucho en la noche, ahora, con el cielo nuevamente del todo despejado, podemos admirar con claridad la otra cara del Jancarurish y del Alpamayo, también vemos al nevado Quitaraju, con claridad al fondo de la quebrada, y si subimos 5 minutos, podremos ver al lado izquierdo el Pucahirca.
Todo el campamento está levantado, partimos a las 8 de la mañana, y en el lugar sólo queda el paisaje de la quebrada, adornada por su riachuelo y los nevados, descendemos en una hora más o menos hasta llegar al lugar en donde se unen las quebradas de Tayapampa, Huillca y Yantaqueñua, conocido como “Campamento Huillca”.
El inhóspito paisaje aquí cambia, cientos de llamas, carneros y caballos adornan el extenso valle de dorados ichus y surcado por varios riachuelos, que cruzamos de piedra en piedra.
El paisaje se ve completado con una excelente vista del Pucahirca Norte, al poco llegamos a una gran casa y una señora que a la vista no pasa de los 50, a quien saludamos y le decimos que casa más grande tiene allí, es como para 10 hijos, pero nos dice son sólo 8, y ellos están estudiando en pomabamba, allí estaba sola con su nietito que pastaba a los animales como a 200 metros.
Aprovechamos de tomarle una foto con su hilado, y le regalamos algo de chocolate para el niño que se esconde a lo lejos entre los animales que le sobrepasan de altura, nos indica la quebrada por donde debemos subir hacia el abra de Yanacom, pues desde la casa se pueden seguir dos caminos, adelante mío va Artur y después Juan Carlos entretenido en tomar fotos a las llamas y carneros, esperando alguno que le haga su mejor sonrisa.
El camino que pensábamos al amanecer era más fácil, no es así, pues comenzamos otra vez a hacer un ascenso que endurece rápidamente los músculos de nuestras piernas, nos sentamos a descansar luego de un buen trecho junto a un Takullush (árbol de laurel silvestre) que caprichosamente ha crecido sobre una roca, vemos volar unas Huallatas que probablemente anidan en lo alto, porque siempre iban al mismo lugar, y a lo alto lejos aún, observamos el abra, tan sólo como nosotros en la montaña …… cuando llega Juan Carlos y nos saca de nuestros pensamientos, emprendemos nuevamente la marcha, que luego de la primera subida de media hora, nos conduce ahora por la quebrada en una llanura que no pensábamos encontrar y demoramos en recorrer como hora y media.
A medida que nos acercamos al fondo de la quebrada, pareciera que ese no fuese el camino, puesto que termina en cerros que no permiten ver ningún sendero, recién cuando estamos muy próximos, vemos que el trecho final son como 300 metros de empinada subida, descansamos ya con Artur también, comemos algo, y vemos una figura pequeña que está subiendo, es Cynthia y comenzamos a caminar.
Aquí el sendero no está bien definido, se pierde entre las plantas y flores que nos invitan a subir de frente, evitando así las innumerables curvas del sendero que reaparece y desaparece a medida que vamos ascendiendo.
Los 100 metros finales son muy rocosos, nos damos cuenta que la línea recta que a lo lejos parecía un camino hacia el abra, era en realidad una grieta del deslizamiento de piedras que ha habido en el lugar, en esta zona sabíamos hay fósiles de conchas de abanico, por lo que nos dijo y mostró el arriero.
Luego de tomar aire nuevamente, decidimos comenzar a subir, el sendero medio borroso sigue pegado a las rocas de la izquierda, pero preferimos ir de frente por la grieta, es de tierra y piedrecillas que están algo sueltas, pero ayudados con los brazos nos permiten subir con rapidez, en medio de ella, encontramos una oda a la obstinación, una plantita, desconocida para nosotros, crece sola en la montaña, en medio de la grieta, que la protege seguramente de los vientos y del frío.
Luego de tomarle las fotos de rigor, seguimos los últimos 30 metros que nos faltan, en el abra ya están Manuel, Juan Carlos y Cynthia, y detrás nuestro viene Artur. Cesar y Luz Elena son los mayores del grupo, junto con Luis el más joven, hace rato se perdieron de nuestra vista, demostrando que el físico y la velocidad al caminar no tiene nada que ver con la edad, los dos primeros algo apurados por ser su último día de recorrido, ya que desde Jancapampa bajaran hacia Pomabamba y luego ir a Huaraz y Lima para regresar a trabajar.
Pero nosotros no tenemos ningún apuro, recién estamos a la mitad de la caminata, y en el Abra la excelente y cercana vista del Pucahirca es incomparable, descansamos bastante rato y tomamos numerosas fotos, pero algo nos preocupa ……
Vemos hacia el otro lado, y si la subida nos parecía empinada, la bajada aún lo es más, sin duda de todos los abras pasados este es el que tiene mayor pendiente, en la noche cuando hablamos de eso con Hugo, nos contó que hace un par de años con dos turistas suizas, él y el cocinero llegaron a ese abra totalmente nevado, y para bajar tuvo que llevar al borde al burro negro, ese que nos acompaña nos dijo y es el más valiente, y allí lo empujó, haciendo que el burro comenzará a bajar sentado sobre sus ancas como en una resbaladera de niños. Jajaja, no lo podíamos creer, nos dice que el cocinero que estaba allí se mataba de risa, y uno tras uno hizo bajar a los 4 burros en la misma forma, por último el caballo, igual al borde y mas temeroso tuvieron que empujarlo más fuerte, pero igual todos bajaron sentaditos resbalando como 50 metros hasta donde el camino se hace menos pendiente, jajaja, increíble, primera vez que escuchamos algo así, finalmente nos cuenta que por el surco hecho por los animales bajaron ellos y las turistas, porque o si no les era casi imposible descender.
Para nosotros a pesar de la pendiente fue más fácil, esa zona parece cerro de arena y nos permitía ir clavando los zapatos en el piso y bajar resbalando de a pocos, algunos se sentaban en partes, pero finalmente todos bajamos, pasuuuu que suerte, todo el grupo sabe caminar, y bien, están entrenados y los obstáculos no los detienen.
Con Cynthia y Manuel llegamos a un hermoso y extenso pastizal, nos cruzamos con numerosas vacas y a lo lejos podemos ver a la izquierda de la quebrada el lago de Sactaycocha, hacia él nos dirigimos para tomar las últimas fotos cuando aún le cae el sol, pero recuerden si van por allí, aunque hay sendero hacia unas casas cerca al lago, ese no es nuestro camino.
Son las 3 de la tarde y nos enrumbamos por el lado derecho, ingresando hacia un extenso bosque con pequeñas lagunitas y en el cual, uno camina por instinto porque el sendero desaparece de nuestra vista, finalmente luego de muchos árboles y caminar en llano, encontramos el lugar en donde el camino baja como 80 metros hasta otra planicie.
Caminando hacia la Laguna Sactaycocha |
Son las 3 de la tarde y nos enrumbamos por el lado derecho, ingresando hacia un extenso bosque con pequeñas lagunitas y en el cual, uno camina por instinto porque el sendero desaparece de nuestra vista, finalmente luego de muchos árboles y caminar en llano, encontramos el lugar en donde el camino baja como 80 metros hasta otra planicie.
Son las 4 y 30 de la tarde y nos preguntamos, Juan Carlos y Artur vienen atrás, lograrán encontrar el camino igual que nosotros, llamó por la radio pero nadie me contesta, le digo a Manuel que yo me quedaré allí a esperarlos y que él siga el camino con Cynthia, ya no debe faltar mucho para el campamento, pero mejor continúen antes que se haga de noche.
Me echo a descansar oteando la caída de agua que baja desde la laguna, una catarata de cómo 60 metros, y cada vez me digo, ojala que no aparezcan por allí Artur y Juan Carlos, porque es imposible descender por esa parte, casi dormitamos cuando a las 5, vemos una delgada figura aparecer justo …… encima de la catarata, le gritamos que por allí no es el camino, que tiene que regresar e ir hasta la parte derecha (izquierda desde donde lo vemos) por donde está el sendero, intenta bajar, pero luego de unos 3 metros regresa, para nuestra sorpresa aparece Juan Carlos, ha bajado por un camino de cabra, agarrándose de los árboles, muy riesgoso pero logró descender, Artur nos ha entendido y vemos que regresa para ir a buscar el sendero, uffff, digo, son las 5 y 15, se nos va a hacer de noche le digo a Juan Carlos, vamos caminando, Artur tiene todas sus cosas y en cualquiera de esos lugares puede acampar.
Y así nos alejamos del lugar, para ir nuevamente por un sendero descendente que en partes es cubierto por los queñuales y nos obliga a quitarnos los zapatos y las medias para cruzar un riachuelo, ya está oscureciendo cuando tenemos frente a nuestra vista un gran valle, el más amplio de los que hemos caminado hasta ahora, allí es Jancapampa, numerosas casas se ven al extremo opuesto y los campamentos, seguro uno de esos es el nuestro, personas que encontramos nos dicen que cortemos camino, vayamos hacia la derecha, recién abajo entendemos el por qué. Si seguimos hasta quedar frente a los campamentos no hay como cruzar, 3 riachuelos descienden del fondo de la quebrada que se ve coronada por una gran pared de roca, adornada por las caídas de agua y sobre ella el Taulliraju, el Rinrihirca y el Pucahirca, tan imponente y gigantesco, al cual hemos rodeado a lo largo del día.
Cansados tras 10 horas de caminata, en el campamento la soledad que sentimos en el recorrido desaparece, cantidades de niños, niñas y señoras ofrecen galletas y cerveza, preguntamos por cancha, papas o cuyes, pero no tienen, sólo galletas, cerveza y gaseosas.
Ya conversando, cambiados y abrigados, nos enteramos que una movilidad había llegado al pueblo media hora más abajo, y que por eso Cesar y Luz Elena habían partido presurosos para alcanzarla, esperamos que Artur esté bien, y en eso estamos disfrutando de unas heladitas al natural, cuando por la quebrada Laurel, que así se llama por donde bajamos, vemos una luz blanca de linterna, nos preguntamos será Artur, en efecto, como a las 8 de la noche el polaco iba bajando para llegar felizmente bien hasta donde estábamos.
Lo recibimos con algarabía, y nos cuenta que al regresar para buscar en el camino, sólo en la montaña, se encontró un zorrito que no se asustó, nos dice miren su foto, muy tranquilo se la dejo tomar, y fue caminando y él siguiéndolo, y le fue mostrando el camino como por 20 minutos hasta encontrar el sendero para bajar, casi como un milagro.
Finalmente en la carpa, todas las cosas bien guardadas por seguridad, con las paredes de la carpa, los guantes de lana y el sleeping, nos acomodamos y nos ponemos a pensar, qué día???, tan largo, tantos paisajes y peripecias, muchas veces caminando sólo y en otros ratos con nuestros amigos, pero finalmente estamos solos, otra vez en la carpa, solos en la montaña, pero realmente estamos solos, o alguien como planta, viento, sol, nieve, agua o…. zorrito va a nuestro lado, y así dormimos …… sintiéndonos acompañados.
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