lunes, 14 de diciembre de 2015

El uso del sombrero es tradición arraigada entre los arequipeños





Por: Mariela Zuni M.
Fotos: Jorge Esquivel Z.
Fuente: El Pueblo

En el Perú prehispánico, según su linaje y nación cada hombre y mujer llevaba su vestido y un tocado que lo distinguía de los demás. Los pobladores de cada provincia tenían para diferenciarse señales, fundamentalmente en una prenda de cabeza.

Con la conquista y el asentamiento de familias españolas, se fueron adoptando las vestimentas europeas en las nuevas ciudades peruanas, entonces hubo una gran producción de tejidos, la confección de sombreros fue muy importante con la lana de alpaca y oveja.

En Arequipa la sociedad adoptó el uso del sombrero sea de paja o paño, formas y tamaños distintos. El sombrero es una prenda tradicional, que se usa en Arequipa desde el tiempo de la conquista, que al igual que la religión sufrió un proceso de mestizaje. Poco a poco fue arraigándose en la usanza de aquellos arequipeños de antaño.

Un sombrero de paja palma macora de ala ancha, era infaltable en las típicas peleas de toros. Las recogedoras de ajos de Tiabaya los usaban como un símbolo de tradición, sin saber que era útil también para la protección de los efectos de los rayos solares.

En Arequipa se usa el sombrero desde 1840 como una prenda sinónimo de estatus. Los jóvenes que cumplían la mayoría de edad podían usar el sobrero a los 21 años, era también entonces un símbolo de madurez.

El sombrero de macora o sombrero characato es el más representativo de nuestra ciudad. Una prenda de fina hechura cuyo proceso de elaboración puede demorar hasta tres meses, pues la paja se teje a lo mucho tres horas al día en el sereno, de cinco a ocho de la noche, cuando es más flexible.

Hoy en día es difícil encontrar en algunas localidades el oficio de sombrerero, en general son personas que han heredado este arte de sus padres y abuelos, y se dedican a elaborarlos de manera artesanal.
Es el caso de Antonio Zevallos Carrasco, heredero de un oficio iniciado por su abuelo Eustaquio Carrasco, un excanillita, quien vio en el negocio de los sombreros una gran oportunidad de prosperar. En 1929 funda la sombrerería Carrasco, una marca que prevalece hasta la actualidad.

Entre los años 1920 y 1930, el sombrero fue considerado un artículo de elegancia. No había hombre en la calle que no luciera su sombrero confeccionado en lana o fieltro que se componía de un ala estrecha y una copa redonda. Popular entre los primeros años del siglo XX.

Entonces los sombreros se confeccionaban con lana de conejo, castor o alpaca, materiales usados hasta en el presente. Un sombrero que además de proteger la cabeza servía para dar calor a quien lo usaba.
En la zona de la campiña el sombrero de macora daba la hora. No había agricultor que no luciera la dichosa prenda en la cabeza, que era parte del atuendo diario de los arequipeños. El sombrero de ala ancha o characato.

Entre las décadas de los 70 hasta el 90 del siglo XX la demanda de sombreros bajó. Dejaron de ser artículos de lujo. Pero quienes permanecieron fieles fueron los chacareros, ellos mantuvieron viva la tradición del sombrero de paja.

Los distritos donde más se usa son Tiabaya, Characato, Sabandía, Yarabamba, Quequeña. Aun podemos apreciar en las chacras a las mujeres cosechando los ajos con sus hermosos sombreros de paja macora.

La prenda ha sido perennizada hasta el nacimiento characato. El peculiar misterio fue creado por el ceramista cusqueño Eduardo Gonza Aragón, pero quien masificó su producción fue el artesano Don Bernardino Arce Corimaya. Muestra la sagrada familia, todos con sombrero macora, hasta el niño tiene uno con el cual cubren sus glúteos desnudos.

Los sombreros también forman parte de la indumentaria de la gente del ande. En el caso de la provincia de Caylloma las mujeres Collaguas y Cabanas, se diferencian por sus sombreros, de paja blanca con bordados y cintas, y de lana de oveja con bordados a mano, respectivamente.

Luz Benito, pobladora del distrito de Yanaquihua en Condesuyos, nos mostró su sombrero de paja blanca, el cual ha adornado con decenas de cintas de colores y flores. Ella cuenta que los varones en su poblado utilizan un sombrero de paja macora.

En la actualidad el usar sombrero, más que una moda es una necesidad. Hace 15 años los que adquirían los sombreros de ala ancha eran los chacareros, pero los años pasaron y la gente empezó a tomar conciencia sobre su uso para protegerse de los rayos solares y evitar el cáncer de piel, dice Antonio Zevallos.

Incluso el gobierno regional de Arequipa emitió una ordenanza donde se obliga el uso de sombrero en las instituciones educativas, con la finalidad de que los escolares no sufran las inclemencias de la exposición al sol.

Zeballos Carrasco resalta que un buen sombrero debe tener como mínimo ocho centímetros del largo del ala, el cual pude proteger hasta la nariz. Para las personas que trabajan en la calle, lo más recomendable es que el ala sea de diez centímetros. 

Los hay de todos los modelos, characato, texano, chalán, tejidos, con bordados típicos del Colca, entre otros. En cuanto a los precios fluctúan entre los 30 a 500 soles, dependiendo del material y los acabados.

Tenga cuidado con lo que se lleva a la cabeza. Aquellos sombreros elaborados con materiales sintéticos, generalmente de procedencia china, además de no protegerlo pueden provocar la caída del cabello, enfatizó Zeballos.

Para una mayor protección en el mercado se ofertan sombreros de algodón con protección solar. La parte interna del ala generalmente es de color verde o negro con material micro poroso en el medio. Esto para que los rayos del sol no reboten y evitar que dañen los ojos.

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