Los mochicas habían convertido la desértica costa peruana del Pacífico en su hogar, pero las fluctuaciones climáticas arruinaron el delicado equilibrio ecológico que sustentaba su modo de vida.
Al norte del Perú, donde las olas del Pacífico baten una árida región costera, floreció un pueblo tenaz y belicoso que entre los siglos I y VIII creó la primera organización política compleja de la zona andina.
Eran los mochicas, grandes ingenieros que excavaron canales en medio del desierto para regar sus cultivos, y levantaron palacios, templos y enormes pirámides de adobe. Estas últimas construcciones, conocidas como huacas –palabra que en lengua quechua designa un lugar de culto–, fueron el centro religioso y político de cada comunidad. Los mochicas también eran excelentes artesanos, y elaboraron una cerámica de extraordinaria belleza y perfección, así como delicados ornamentos de oro, plata y cobre para sus dirigentes.
Establecieron, además, amplias y prósperas redes comerciales que se adentraban en los actuales territorios de Chile y Ecuador. Pero hacia finales del siglo VIII, esta sofisticada y rica cultura conoció un final repentino. Una serie de cataclismos naturales, provocados por un drástico cambio climático, afectaron a la zona costera donde la sociedad mochica se había desarrollado.
Seguir leyendo aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario