miércoles, 11 de enero de 2017

Chao y el primer adobe









Nuevos hallazgos arqueológicos en el desierto de La Libertad dan luces sobre los primeros asentamientos humanos que hace seis mil años poblaron el norte peruano y aprovecharon el impacto del Fenómeno El Niño.

Las Pampas de Chao son el desierto menos conocido de la costa peruana, por eso esconden una información que está cambiando la historia del Perú prehispánico.


El equipo de arqueólogos dirigido por la doctora Cecilia Mauricio ha descubierto restos de los primeros adobes hechos en la costa del país, construcciones de uso ceremonial de seis mil años de antigüedad, geoglifos que reproducen constelaciones, huellas de veredas prehistóricas, y las primeras señales de cómo el Fenómeno El Niño contribuyó al origen de las primeras civilizaciones en la costa occidental de Sudamérica.
 

Ubicado a mitad de camino entre Chimbote y Trujillo (ver mapa), los arqueólogos han dividido la enorme pampa en dos espacios bien definidos: Las Salinas de Chao, investigadas sucesivamente por Rafael Larco, Carlos Milla, Walter Alva, entre otros; y la zona de Los Morteros, donde la doctora Mauricio viene realizando sorprendentes hallazgos.

Su jornada laboral empieza al amanecer, para evitar las altas temperaturas y las ventiscas vespertinas, que en una sola noche pueden cubrir todo lo excavado el día anterior. Los arqueólogos irrumpen en las dunas protegidos con sus sombreros de ala ancha, lentes para sol, camisas de manga larga, y el rostro cubierto con pañuelos para no respirar el polvo del arenal. Ellos cargan sus tradicionales rasquetas, cuadernos de notas, picos, escobillas, y carretillas. También llevan equipo topográfico, cámaras fotográficas y drones. El escenario de su trabajo diario es un panorama desértico interrumpido por suaves lomas que llegan hasta el mar. Las dunas cambian de sitio durante la noche, impulsadas por la ventisca.

El paisaje adquiere un temperamento especial en el que la verdadera geología ya no es la arena y la piedra, sino la inmensa soledad de la pampa. Es allí donde se dieron los primeros hallazgos.

"Pampa de las Salinas –revela la doctora Mauricio– era muy diferente al paisaje árido y salitroso de hoy. Nuestros estudios paleoambientales en lo que hoy es una bahía seca, indican que había una zona de estuarios rica en vegetación y fauna propia de humedales poblados de peces y aves. Hacia el oeste se encontraba una laguna con una sección abierta hacia el mar, similar a una albufera, y muy cerca el mar con su abundancia, variedad de mariscos y lobos marinos, todo ello a juzgar por los restos que encontramos en el sitio arqueológico".

Un Niño viejo

Lo que para nosotros es un arenal seco, salitroso y árido como el de Chao, para el ojo científico esconde un paraíso prebíblico, con huellas de antiguos pantanos, ciénagas y lagunas pobladas de especies que hoy son simples fantasmas fosilizados, ocultos en los estratos de su geología.

Los expertos concuerdan en que hace seis mil años los niveles del mar se estabilizaron y se reactivó el Fenómeno El Niño. La corriente solo llegaba hasta Casma (hoy llega hasta Paita, en Piura) permitiendo asentamientos humanos permanentes en verdaderos paraísos, como el que existió en la actual Pampa de Chao.

La doctora Mauricio sostiene que "nuestro país es particularmente sensible al Fenómeno El Niño, pero hasta ahora es muy poco lo que hemos hecho para entenderlo y monitorear su impacto a través del tiempo. Sin embargo, la arqueología viene planteando escenarios interesantes, en donde El Niño fue una oportunidad de desarrollo para los pueblos del pasado, ayudando a la creación de paisajes altamente productivos y proporcionando un recurso vital en el desierto peruano, el agua, bien aprovechada por algunas de nuestras culturas, que lograron tomar ventaja de este fenómeno y agrandaron sus sistemas de irrigación y cultivo. Estas son lecciones que debemos valorar y rescatar para el futuro".

Arqueóloga graduada en la Universidad de Trujillo, Cecilia Mauricio cuenta con un doctorado en Geoarqueología. Es decir, su trabajo incluye estudios climáticos, ambientales y geológicos.

El "protoadobe"

Entre las esquirlas de piedra, pedernal, barro prehistórico y ciénagas petrificadas que demostraron la importancia del Fenómeno El Niño, el equipo de arqueólogos –patrocinado por la National Geographic Society– halló restos de un "protoadobe" con el que se construyeron habitaciones con muros de casi dos metros de alto, gruesos pisos de arcilla y lajas de piedra.

"Un aspecto muy particular de esta arquitectura son sus adobes. Fueron hechos completamente de arcilla, cortando rectángulos directamente de la fuente, probablemente, cerca al río. Estos adobes son únicos en el Perú y representan la forma más antigua de este material milenario tan importante en nuestra historia", revela la arqueóloga.

Pero, ¿estas construcciones de adobe y piedra formaron una ciudad? La investigadora responde casi de inmediato: "Pampa de las Salinas nunca fue una urbe de la manera como la pensamos ahora. Estos sitios se formaron muchos años después. Lo que podemos afirmar es que Pampa de las Salinas fue una gran área ceremonial y sagrada durante el Periodo Precerámico".

La Cruz del Sur

Con el uso de drones e imágenes satelitales, los arqueólogos también identificaron cinco zonas de geoglifos construidos con la técnica de acumulación de piedras en forma de círculos (con diferentes diámetros), algunos de los cuales parecen agruparse replicando constelaciones de estrellas. El más notorio es el denominado “Cruz del Sur”, que reproduce la ubicación de las cuatro estrellas que forman esta constelación, una de las más importantes en la cosmovisión andina.

Ahora se sabe que los hallazgos del equipo dirigido por la doctora Mauricio comprenden un período de casi 4 mil años, que culmina poco antes del inicio de nuestra era, cuando en la zona surge un proceso de desertificación que dura hasta hoy.

"Antes de nuestras excavaciones se pensaba que Chao había construido sus primeros sitios monumentales hace 4,000 años y hoy sabemos que empezó en realidad casi dos mil años antes de lo que se creía. También sabemos que existen otros sitios más que son sorprendentes para su época –sostiene la arqueóloga–. Antes no sabíamos el impacto que El Niño había tenido en esta zona. Ahora estamos empezando a entender el rol que jugó en el pasado y esto nos puede ayudar a proyectar su trayectoria en el futuro. Financiar estas investigaciones no es una pérdida de dinero sino más bien una inversión que permite el avance del conocimiento, en este caso de la arqueología y el estudio del medio ambiente".

A su pedido se añade otra frase dirigida al Ministerio de Cultura: "Podría apoyar con una correcta señalización y delimitación de los sitios arqueológicos en la Pampa de Chao, previniendo de esta manera que los sitios sean destruidos por efecto de las actividades modernas que hay en la zona, especialmente las granjas avícolas. En segundo lugar, la investigación en el Perú siempre es un asunto que carece de financiamiento local, por lo que el apoyo tanto del sector privado como del Estado, siempre es una ayuda para la continuidad y de los estudios".

Más allá de los importantes hallazgos arqueológicos, las investigaciones en Pampa de Chao servirán para entender qué pasó con el clima en los últimos seis mil años; y qué pasó con la gente que en un pasado tan remoto logró transformar el paisaje del litoral.

Escribe: Roberto Ochoa

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