miércoles, 21 de octubre de 2020

Lo que no sabemos de los virus de los murciélagos podría afectarnos

 

 

Fuente: https://www.nytimes.com

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En el pasado, solo los especialistas y conservacionistas devotos se interesaban en los murciélagos. Pero la pandemia global puso a esos animales en el centro de la atención pública, al ser la supuesta fuente original del nuevo coronavirus. Es por eso que la investigación sobre la gran cantidad de virus que viven en los murciélagos tiene una gran urgencia, además de las discusiones sobre qué hacer ante la probabilidad de que las enfermedades de los animales se transmitan a los humanos.

En la revista Science del 8 de octubre, dos investigadores de murciélagos instaron a sus colegas científicos a examinar de manera más cercana lo que sabemos sobre los murciélagos y los virus, y sugirieron cómo podemos averiguar más y cómo ese conocimiento podría ayudarnos.

Daniel G. Streicker, investigador de murciélagos vampiros de la Universidad de Glasgow y Amy T. Gilbert, ecóloga de enfermedades del Centro Nacional de Investigación de Vida Silvestre en Fort Collins, Colorado, señalan una serie de lagunas en nuestros conocimientos de esos animales y la ausencia de cifras duras para probar algunas percepciones comunes.

Streicker dijo en una entrevista que es posible que nos hayamos adelantado en el enfoque de la investigación. “Creo que a menudo tratamos de explicar por qué los murciélagos son especiales antes de averiguar cómo es que son especiales”, dijo.

En primer lugar, los investigadores opinan que el “acertijo de la salud global” es determinar si los virus de los murciélagos tienen más probabilidades de ocasionar brotes que los virus albergados por otras criaturas.

Según los expertos, la percepción común de que los murciélagos tienen más virus que otros animales no se sostiene cuando uno mira la gran cantidad de especies de murciélagos.

Los murciélagos tampoco son inmunes a los efectos de todos los virus. No hay duda, escriben los especialistas, de que muchos murciélagos pueden vivir con virus que pueden resultar letales en humanos y otros animales, como el SRAG y el SROM.

Para Streicker, la “pregunta clave” es si la tolerancia de los murciélagos a los virus provoca la evolución de patógenos que son más peligrosos para las personas. La ciencia aún no tiene la respuesta.

“Al parecer nos faltan pruebas realmente sólidas y convincentes que confirmen que los virus de los murciélagos son más diversos o más propensos a infectar a los humanos o más peligrosos cuando infectan a los humanos que los virus de otros animales”, dijo.

No solo debe entenderse el funcionamiento interno de los murciélagos. La gravedad de una enfermedad de propagación y cómo se propaga depende de cómo las personas interactúan con los murciélagos, qué tipo de murciélagos están involucrados, dónde viven y cómo se propagan los virus entre ellos.

“Necesitamos interacciones entre inmunólogos, virólogos, ecólogos y biólogos evolutivos”. Streicker dice que eso está empezando a suceder, en parte, debido a la pandemia.

Los científicos especializados en el estudio de murciélagos estuvieron presionando por un trabajo interdisciplinario, antes de que comenzara la pandemia. Por ejemplo, la Fundación Nacional de Ciencias otorgó la semana pasada una subvención de 1,67 millones de dólares al Museo Americano de Historia Natural, la Universidad Tecnológica de Texas y la Universidad Stony Brook para establecer la Unión Global de Redes de Diversidad de Murciélagos.

Durante los últimos seis años, Tigga Kingston, ecóloga de la Universidad Tecnológica de Texas, asistió a diversas reuniones sobre la investigación de murciélagos con sus colegas, tanto en el museo como en Stony Brook, y siempre hablaban sobre la necesidad de tener más conexiones. Hay muchas redes de investigadores de murciélagos, algunas regionales y otras especializadas en temas específicos, pero no existía una red global para fomentar la comunicación entre todos los expertos que se dedican al estudio de esos animales.

Explica que, en 2019, decidieron pasar de la planificación a la acción justo cuando la National Science Foundation estaba comenzando a promover un tipo de “meta-red” similar a la que estaban pensando. El esquema era ideal.

Luego, por supuesto, surgió la pandemia y un esfuerzo diseñado para la investigación básica y la conservación adquirió una nueva urgencia. De repente, dijo, “todo lo que estamos haciendo tiene relevancia para el Covid-19”, desde estudios de metabolismo hasta los temas de evolución y conservación.

“Necesitamos inmunólogos que trabajen con genetistas que, a su vez, colaboren con ecólogos que trabajan con las personas que estudian la fisiología del animal”, dijo. Y agregó, hasta que eso no suceda “realmente no tenemos esperanzas de mitigar este tipo de problemas”.

En el artículo de Science, Streicker y Gilbert también señalan áreas específicas de investigación en las que los murciélagos podrían servir como poblaciones de prueba para nuevas técnicas de control de enfermedades, como vacunas para las poblaciones animales.

En animales como los zorros, la rabia se ha combatido con éxito poniendo vacunas en el cebo que comen. Eso no funcionaría para los murciélagos pero, según Streicker, puede aplicarse una vacuna en el pelaje de los murciélagos y se propagaría por contacto.

Streicker cree que, en el futuro, incluso podrían usarse técnicas de ingeniería genética como Crispr para tratar de diseñar genéticamente murciélagos que sean resistentes a algunos virus, algo que ya se ha probado con mosquitos. También se ha discutido su uso en ratones y la enfermedad de Lyme. “Creo que eso es muy lejano en el futuro”, dijo el especialista. Y afirma que “hay que pensar en todo tipo de cuestiones éticas”.

Pero hay otras maneras de fabricar lo que, en esencia, es una vacuna contagiosa: quizás uniendo proteínas que puedan promover una respuesta inmune contra algún virus que, aunque sea infeccioso en los murciélagos, no sería dañino. Ni para ellos, ni para nosotros.

 

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