Un murciélago de
herradura chino en vuelo. Hay más de 1200
especies de murciélagos, que
representan aproximadamente
una cuarta parte de todas las especies de
mamíferos.
Fuente: https://www.nytimes.com
30 de enero de 2020
A juzgar por los brotes anteriores de coronavirus, el origen de la cepa de Wuhan que se está propagando en la actualidad, al final podría rastrearse hasta los murciélagos. Peter
Daszak, presidente de EcoHealth Alliance, quien ha trabajado en China
durante 15 años estudiando enfermedades que primero afectan a los
animales y luego a las personas, afirmó: “Aún no estamos seguros de cuál
sea el origen, pero hay evidencia contundente que indica que el
coronavirus proviene de los murciélagos”. Añadió: “Probablemente se
trate de los rinolófidos o murciélagos de herradura chinos”, una especie
común que pesa hasta 28 gramos.
En
caso de tener razón, esta cepa se sumará a los tantos otros virus que
portan los murciélagos. Las epidemias del síndrome respiratorio agudo
grave (SRAS, por su sigla inglés) y el síndrome respiratorio de Oriente
Medio (MERS, por su sigla en inglés) fueron ocasionadas por coronavirus
de murciélagos, al igual que una epidemia viral altamente destructiva
que se presentó en los cerdos.
Un murciélago puede ser portador de distintos virus sin enfermarse. Son
la reserva natural de los virus de Marburgo, Nipah y Hendra, que han
ocasionado enfermedades y brotes en humanos en África, Malasia,
Bangladés y Australia. Se cree que son la reserva natural del virus del
Ébola. También son portadores del virus de la rabia, pero en ese caso
los murciélagos sí son afectados por la enfermedad.
Su tolerancia a los virus, que supera a la de otros mamíferos, es una de
sus muchas cualidades particulares. Son los únicos mamíferos que
vuelan, devoran toneladas de insectos portadores de enfermedades y son
fundamentales para la polinización de muchas frutas como los plátanos,
los aguacates y los mangos. También son un grupo bastante diverso, pues
conforman alrededor de una cuarta parte de todas las especies de
mamíferos.
No obstante, su capacidad para coexistir
con los virus que pueden transmitirse a otros animales, en especial a
los humanos, puede tener consecuencias desastrosas cuando los comemos, los comercializamos en mercados ganaderos e invadimos su territorio.
La
manera en que transmiten los virus y sobreviven con ellos ha sido una
gran incógnita para la ciencia, y las investigaciones recientes sugieren
que la respuesta podría residir en la forma en que las adaptaciones
evolutivas de los murciélagos que les permiten volar modificaron su
sistema inmunológico.
En un ensayo de 2018 publicado en Cell Host and Microbe,
científicos de China y Singapur dieron a conocer su investigación
acerca de cómo los murciélagos lidian con algo llamado percepción del
ADN. La energía que requiere el vuelo es tal que las células del cuerpo
se rompen y liberan fragmentos de ADN que se quedan flotando donde no
deberían hacerlo. Los mamíferos, incluidos los murciélagos, tienen
maneras de identificar y responder a esos fragmentos de ADN, los cuales
podrían indicar la invasión de un organismo que podría provocarles una
enfermedad; sin embargo, descubrieron que en los murciélagos, la
evolución ha debilitado ese sistema, que normalmente les causaría
inflamación mientras su cuerpo combate los virus.
Los murciélagos han perdido algunos genes
que influyen en esa respuesta, lo cual tiene lógica porque la
inflamación en sí misma puede ser muy dañina para el cuerpo. Tienen una
respuesta debilitada, pero sigue ahí. Por lo tanto, escribieron los
investigadores, esta respuesta debilitada quizá les permite mantener un
“estado equilibrado de respuesta efectiva pero no ‘exagerada’ en contra
de los virus”.
Por supuesto, en este
momento es de vital importancia saber cómo se manejará y contendrá el
brote actual del virus conocido oficialmente como nCoV-2019, pero
rastrear su origen y emprender acciones para combatir más brotes podría
depender en gran parte del conocimiento que se tenga respecto a los
murciélagos y su monitoreo.
“El brote
puede contenerse y controlarse”, afirmó Daszak, “pero si desconocemos su
origen a largo plazo, entonces este virus puede seguir diseminándose”.
Es
cierto que los roedores, los primates y las aves también son portadores
de enfermedades que pueden transmitirse a las personas y lo han hecho;
en ese aspecto, los murciélagos están lejos de ser los únicos
sospechosos. No obstante, hay razones para creer que estuvieron
implicados en varios brotes de enfermedades y que podrían relacionarse
con más.
Su población es numerosa y su
presencia es generalizada. Aunque los murciélagos representan una
cuarta parte de las especies de mamíferos, los roedores constituyen el
50 por ciento y después está el resto de nosotros. Los murciélagos viven
en todos los continentes, excepto en la Antártida, y están cerca de los
humanos y sus granjas. Su capacidad de volar hace que abarquen grandes
territorios, lo que contribuye a la propagación de los virus, además de
que sus heces fecales también pueden propagar enfermedades.
Habitantes de
diversas partes del mundo comen murciélagos y los venden en mercados de
animales vivos, los cuales fueron la fuente del SRAS y probablemente del
brote más reciente de coronavirus que comenzó en Wuhan.
Con frecuencia también viven en grandes colonias dentro de cuevas,
donde las condiciones de hacinamiento son ideales para la transmisión de
virus de un organismo a otro.
En un
informe publicado en 2017 en Nature, Daszak, Kevin J. Olival y otros
colegas de EcoHealth Alliance reportaron que habían creado una base de
datos de 754 especies de mamíferos y 586 especies virales, y analizaron
qué mamíferos albergaban qué virus y cómo estos afectaban a su huésped. Confirmaron
las sospechas de los científicos: “Los murciélagos son huéspedes de una
proporción bastante más alta de zoonosis en comparación con el resto de
los mamíferos”. Las zoonosis son enfermedades que se transmiten de los
animales a los humanos.
Los
murciélagos no solo sobreviven a los virus que portan, sino que son
extraordinariamente longevos para ser un mamífero tan pequeño. El
Eptesicus fuscus, o murciélago moreno, es una especie común en Estados
Unidos y puede vivir casi 20 años en estado silvestre. Otros viven casi
40 años. Un pequeño murciélago en Siberia vivió hasta los 41 años por lo
menos. Animales como el ratón doméstico viven aproximadamente dos años
en promedio.
Aunque es necesario
estudiar a los murciélagos, entender su fisiología y monitorear los
virus que portan por el bienestar de la salud pública, eso no significa
que sean los culpables del brote. Como otros han señalado, los humanos han invadido la vida de los murciélagos, no al contrario.
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