jueves, 29 de diciembre de 2022

Alegato para plantas condenadas

 

 
El poléu (Mentha pulegium), tamién llamáu menta poléu,
ye una de les especies más conocíes del xéneru Mentha.

 

Fuente: https://www.clarin.com

Por: Débora Campos

 

Cuando en el mes de julio de 2018 la historiadora mexicana María del Carmen Tostado (Ciudad de México, 1963) se encontró con la lista actualizada de plantas prohibidas para el consumo humano en su país, es probable que –antes incluso de la pregunta que motorizó su investigación: “¿Por qué están prohibidas?”–, lo primero que apareciera en su mente fuera la figura del dramaturgo belga Maurice Maeterlinck y sus ensayos sobre la naturaleza.

“Si se encuentran plantas y flores torpes o desgraciadas, no las hay que se hallen enteramente desprovistas de sabiduría y de ingeniosidad –escribió Maeterlinck en 1907 en L'Intelligence des fleurs–. Todas se aplican al cumplimiento de su obra; todas tienen la magnífica ambición de invadir y conquistar la superficie del globo multiplicando en él hasta el infinito la forma de existencia que representan”.

Un siglo después, Álbum de plantas prohibidas (Elefanta Editorial y presentado en la reciente Feria del Libro de Guadalajara) disecciona el listado de especies condenadas y su autora cita entre sus influencias al belga pero también al argentino nacionalizado mexicano Carlos Enrique Zolla Luque y sus trabajos en el Instituto Mexicano para el Estudio de las Plantas Medicinales y al azteca Arturo Argueta Villamar, doctor en Ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En el ensayo que antecede el herbario, María del Carmen Tostado desanda el camino evolutivo de las plantas, que pese a la imagen generalizada de pasividad e indiferencia que proyectan, esconden una historia de adaptación más compleja que la del humano.

“Tienen que vencer, a causa de la ley que las encadena al suelo, dificultades mucho mayores que las que se oponen a la multiplicación de los animales. Así es que la mayor parte de ellas recurren a astucias y combinaciones, a asechanzas, que, en punto a balística, aviación y observación de los insectos, por ejemplo, precedieron con frecuencia a las invenciones y a los conocimientos del hombre”, describió Maurice Maeterlinck y cita la historiadora mexicana.

Y si lo esperable es que entre sus páginas aparecieran la marihuana o el cannabis, esas especies conviven con la menta, la caléndula, la manzanilla y la yerbabuena. “Ese fue el motivo de la investigación, porque en un país como México, que tiene una tradición herbolaria muy importante, la lista generó una protesta y a mí me produjo la curiosidad de saber exactamente por qué eran peligrosas estas plantas”, recuerda Tostado en un diálogo con Ñ por Whatsapp. Un diálogo que sigue así.

–¿Cuáles son las características de las plantas que resultan, para la mirada de la legislación, como más riesgosas?

–La normativa elaborada por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) prohíbe la comercialización de plantas en forma de té en particular y no su cultivo. Cuando fue reformulada en 2018, ante esa lista me pregunté por qué son peligrosas estas plantas. Y la respuesta se encuentra en la dosis que se use, porque básicamente son plantas que pueden ser o muy venenosas o medicinales dependiendo de la forma en la que se utilicen y de la dosis en la que se consuman. Entonces, el tipo de daño que producen depende también del tipo de planta, dentro de un espectro muy grande: las hay que generan daños hepáticos, las hay abortivas (aunque también se utilizan en el momento del trabajo de parto para facilitarlo) y hay plantas que producen daños cardíacos pero también lo contrario. Siempre estamos ante esa línea de cruce entre lo que hace daño y lo que cura.

–En aquel listado de 2018, descubrió usted aromáticas de uso corriente en México como el epazote o la menta. ¿Por qué estaban en esa lista y por qué otras 18 especies lograron ser "liberadas" de la prohibición?

–El epazote y la menta siguieron estando prohibidas. El epazote porque tiene la propiedad de desparasitar y de matar, por ejemplo, las lombrices intestinales. El problema es que –si la dosis no es la correcta– no solamente mata a la lombriz sino también al quien consume la planta. En México tenemos mucha tradición en el uso del epazote. Por ejemplo, para sazonar y para guisar. Por eso, lo dan en los mercados: generalmente si alguien compra unos champiñones, le dan una ramita de epazote para que los guise. Pero usarlo de ese modo a hacer un guisado de puro epazote está la diferencia con el veneno. Por su parte, la menta puede ser abortiva y por eso lo regulan.

–¿Qué otras plantas que suelen ser inofensivas y de uso corriente esconden peligros si no se conoce la dosificación correcta?

–Como siempre, el abuso en el consumo de las plantas (o de cualquier cosa) puede ser perjudicial. Un ejemplo de algo muy cotidiano es el cianuro que hay en las semillas de las manzanas. Es una sustancia que por un lado atrae a los animales para que nos comamos la fruta, pero no las semillas. De ese modo, permite que la especie siga perpetuándose. Como recurso, es bastante ingenioso. Yo creo que el conocimiento en torno a las plantas aparece dividido: por un lado, está el que se ha ido transmitiendo en torno a la jardinería y el cuidado de las especies que decoran; por el otro lado, está la ciencia y la botánica que han desarrollado un saber muy minucioso y consensuado aunque quizás el problema ha sido que no ha sido bien difundido; y finalmente, tenemos el campo de la herbolaria y la tradición del uso medicinal de las plantas que circulaba de boca en boca hasta que la Universidad Nacional Autónoma de México comenzó a sistematizarlo en una enciclopedia muy buena y con un conocimiento muy profundo. En mi caso, lo que más me ha atrapado son las investigaciones recientes de neurobotánica, que revelan que las plantas no son entes simples sino que presentan una complejidad en su inteligencia que es fascinante. En ese punto, me resultan reveladores los estudios del botánico italiano Stefano Mancuso y la bióloga Monica Gagliano, de la Universidad de Sidney.

–El cultivo de cannabis estuvo prohibido en la Argentina durante años pero era cultivado clandestinamente para paliar algunos síntomas. ¿Es posible prohibir efectivamente el cultivo de una planta?

–La cannabis es una planta que se ha prohibido a principios del siglo XX y a la que, a lo largo del tiempo, se le han ido descubriendo usos y beneficios. Un ejemplo de sus muchísimas cualidades son sus capacidades para contrarrestar los efectos de las quimioterapias, pero además ayuda en los tratamientos del estrés postraumático, la depresión y una serie de malestares emocionales o enfermedades mentales. Por eso, no creo que la solución sea prohibir sino fomentar la investigación tanto científica como herbolaria, que parte de principios más prácticos.

–Solemos saber bastante de animales y casi nada de plantas, aunque ellas están en este planeta desde muchísimo antes que la fauna, nosotros incluidos. ¿Por qué si la información es disponible sabemos tan poco?

–La vida de las ciudades nos ha distanciado mucho de las plantas. Hemos tapado la tierra con cementos, hemos limitado el verde a unos cuantos jardines que cada vez son más codiciados y cotizados, y se sufre el impacto inmobiliario cada vez más. Entonces, difícilmente podemos reconocer una planta de aji-tomate o una de zanahoria  si la encontramos en estado silvestre ya que estamos muy habituados a verlas ya en los mercados cultivadas.

–Más allá de sus elementos constitutivos y los efectos que producen en los humanos, ¿hay aspectos culturales que influyen en la clasificación de algunas especies como más peligrosas que otras?

–Las plantas tienen usos culturales diferenciados y en el caso de las plantas sagradas es muy claro. Por ejemplo, el peyote en México es una planta que tiene usos rituales muy importantes para los gusanicas y los coras y para los tarahumaras y ciertos grupos indígenas mientras que otras como la coca son consideradas plantas demoníacas. De manera que es importante el uso cultural sobre el mundo vegetal así como el modo en el que se clasifican, ya no desde la ciencia sino culturalmente. Es un tema que abre un espectro importante y es una pregunta muy bonita que tiene mucha tela de donde cortar.

–Cuenta usted que mientras los humanos tenemos cinco sentidos, las plantas tienen quince desarrollados. ¿En qué consisten esos sentidos?

–Es el investigador neurobiólogo italiano Stefano Mancuso quien describe ese aspecto en su libro Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal junto con Alessandra Viola y mencionan, por ejemplo, que las plantas pueden ser sensibles al electromagnetismo o que las raíces tienen sensores que las acercan al agua o las alejan de lugares tóxicos. Además, las plantas pueden reconocer a los miembros de su familia, pueden comunicarse entre ellas y con otras y que funcionan casi como laboratorios químicos de detección de sustancias. Son realmente sorprendes y comparativamente superiores a la poca sensibilidad que tenemos los humanos.

–Las maneras en las que las plantas seducen a sus polinizadores y se defienden del peligro es absolutamente fascinante e incluso ¡increíble! ¿Cuál de esas estrategias le ha sorprendido más?

–Hay muchas historias muy fascinantes realmente sobre las plantas. Por ejemplo, un tipo de orquídea que engaña a los machos polinizadores dándole a la flor la forma de una de sus hembras. Una estrategia muy astuta y sorprendente es la de las acacias, que pueden comunicarse entre ellos mediante sustancias químicas y alertarse sobre la presencia de herbívoros. Entonces, cuando un depredados aparece, esos árboles se vuelven más tóxicos no porque los estén comiendo directamente a ellos sino porque están comiendo a los árboles vecinos. Hay otras plantas que pueden llegar a detectar cuál es el insecto que la está comiendo y elaborar venenos contra ellos; y también están las alucinógenas cuya estrategia es desorientar al depredador. Ya digo, son muy sorprendentes.

–Usted no está de acuerdo con la estrategia de prohibir el consumo de plantas aunque haya algunas abortivas, tóxicas, alucinógenas... ¿Qué alternativas le parecen superadoras?

–Creo que no se deben de prohibir. Yo estoy en contra de las prohibiciones en general y considero que lo correcto es informar a la gente, hacer investigación para conocer las dosis que podrían generar un riesgo para la salud.

–Luego de esta enorme investigación, ¿ha dejado de usar menta y epazote?

Sigo consumiéndolo de manera prudente. Lo importante es saber cuáles son los riesgos que puede implican el uso de alguna de estas plantas y hay que tenerles respeto. Creo que el libro cumple esta función: ser un primer acercamiento de difusión y de conocimiento a estas plantas –que tienen ese doble filo por el que pueden ser buenas y pueden ser malas– y generar también muchas preguntas.

 

María del Carmen Tostado
Ciudad de México, 1963. Historiadora.

Estudió Etnología y una maestría en Historia. Su pasión por la investigación, la iconografía, los museos, los libros y el cine determinó el rumbo de su trayectoria profesional. Fue su experiencia en el Museo de Historia Natural la que despertó su fascinación por el universo del reino vegetal, los herbarios antiguos, gabinetes de curiosidades y los relatos maravillosos de naturalistas y viajeros, nutriendo su curiosidad con la riqueza de las diversidades biológicas y culturales que han orientado sus búsquedas incesantes. Fue becaria del Fonca, con cuyo apoyo se realizó ‍Álbum de plantas prohibidas.

Álbum de plantas prohibidas
María del Carmen Tostado
Editorial Universidad Autónoma Metropolitana / Elefanta Editorial
​496 págs.

 

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