LA VUELTA AL ALPAMAYO
LOS ESPÍRITUS DE LA MONTAÑA
Es nuestro séptimo día de caminata, mucha gente tal vez pueda preguntar ¿para qué caminar tanto?, si todos los días es lo mismo, pero definitivamente no es así, el primer día mucha subida con llovizna, el segundo día el abra más alto y mucha bajada, el tercer día nos asombra el Alpamayo y su hermosa pirámide, el cuarto día el abra de Gara Gara con sus impetuosos vientos, el quinto día Yanacom el abra más empinado, el sexto día la espectacular vista toda la cordillera blanca desde el abra de Tupa Tupa.
Pero cada día también es una experiencia en la montaña, que nos derrama su vida a nuestro paso, el primer día se nos presenta en forma de nubes, el segundo día las variadas flores y plantas que crecen sobre los hielos, el tercer día la vida que da el agua que baja de los nevados y que mantiene al ichu brillantemente verde, el cuarto día se nos presenta en forma de recuerdos ya nuestro interior escucha a la montaña entre nostalgias, el quinto día los variados tramos de vegetación pero el espíritu se presenta en forma de zorro, el sexto día la montaña nos ha recibido y dado su confianza, caminamos de noche, sentimos sus aguas acariciando nuestros pies, ahora al séptimo día qué nos deparará …… ojala pueda explicarlo.
Los juegos nocturnos con los casinos nos relajan y hacen dormir cada noche en paz, abrigados pese a las bajas temperaturas, cada amanecer nos muestra un espectáculo nuevo, los diferentes valles y quebradas coronados por asombrosos nevados nos hacen respirar, pensar, sentir diferente, y hoy así empieza, a pesar de estar a sólo 3,800 msnm el suelo amanece adornado de blanco, graciosamente escarchado, la laguna Huecrococha es un diáfano espejo al amanecer y luego de desayunar empacamos sin prisa, pese a que Hugo Paulino siempre nos dice hay que salir temprano, vamos en paz, compenetrados ya con la naturaleza, sintiéndonos uno con ella, el grupo también se ha fortalecido, aunque sea nuestro último día los seis porque Cynthia partirá en otra ruta para salir por Yanama.
Como todos los días partimos al último, con Artur cuya mochila pesada ahora ya es más ligera por toda la comida consumida, y el sendero va por el lado derecho de la laguna, sin prisa comenzamos a avanzar y vemos que el camino principal va subiendo pero hay otro que va cerca a la orilla de la laguna, nos vamos por ahí, queremos ver las aves, tomar fotos, en fin, disfrutar de ella, habremos caminado apenas una hora cuando nos sentamos a gozar del lugar, a contemplar la laguna, cerramos los ojos para sentirla, es como un éxtasis estar allí, hasta que un gracioso ritmo nos vuelve a la realidad, es el gritar del quechua que parece un cántico que cruza la laguna, y en realidad la atraviesa, es una señora que desde el extremo opuesto, distante unos 200 metros o tal vez algo más habla con alguien que está cerca a nosotros, a pesar de no entender lo que hablan, es hermoso oírlos charlar.
Entonces reanudamos nuestra marcha, casi al terminar la laguna nos damos cuenta que el camino está como 50 metros más alto, por lo que vamos cuesta arriba cual simple escalada, al llegar al sendero un descanso para recuperar aire, mis compañeros hace mucho se perdieron de nuestra vista, seguramente van como una hora más adelante, pero el espíritu de la montaña me embarga, todo es tan hermoso, la armonía es tan poderosa en el lugar, que nuevamente nos lleva a sentarnos y sentirla, el viento, el sonido, todo es perfecto, hasta que escuchamos a un anciano que subía con su burrito cargando leña según me pareció, ya está cerca cuando reemprendemos la marcha, revitalizados caminamos muy rápido, una media hora en camino llano por el cual casi corremos para ver si avistamos a Artur, volteamos repetidas veces…. y el anciano??, nunca más lo vimos, ningún desvío, ni hacia arriba ni hacia abajo pudo haber tomado, quizá era el espíritu de la montaña que venía a saludarnos y nosotros sin pensar nos alejamos.
El camino comienza a adentrarse por una quebrada que se ve coronada a nuestra vista por farallones de piedra, dudo por un momento, y el abra donde está???, no se avista, pero ese es el camino, lo verificamos y seguimos caminando, pasamos por campos llenos de vacas que descansan tranquilamente en el camino, pero que gentilmente se levantan para dejarnos pasar.
Es muy raro, pero me pregunto y si hay una vaca loca por aquí, esas que deberían estar en un corso de rodeo, por eso aligero mi marcha, mirando que todas sólo nos vean pasar, más arriba también encontramos algunos caballos, y poco más arriba algunas huallatas, todos conviviendo en paz, compartiendo los mismos campos, bajo el abrigo del espíritu de la montaña, pero nos preocupa no ver el abra del Alto Pucaraju (En honor al nevado Pucaraju que está a la izquierda y llamado Pacaraju según la carta geográfica).
Seguimos subiendo, en esta zona el camino tiene pequeños llanos y de allí partes de ascenso como de 50 metros de desnivel, hasta que al final de uno podemos ver mejor el final de la quebrada, y confirmamos que lo que tenemos en frente son grandes cerros coronados en piedra, no hay abra a la vista por allí, pero a la derecha se ve un extremo pequeño del nevado Taulliraju, y a su costado se aprecia un paso, asuuu pienso, debe ser espectacular ir por allí pues se avista como un pequeño cañón.
De acuerdo al mapa, debemos ver la laguna de Seyrococha a la derecha, por la base del nevado, me pregunto si el camino es por allí debe ser espectacular pasar junto a la laguna y por un cañón estrecho junto al nevado, pero luego de subir un poco más nos desengañamos, hay un derrumbe y ese paso está cerrado por la laguna, y entonces el camino???, para nuestra sorpresa comienza a subir en zigzag por esos cerros de roca, increíble, de lejos no lo hubiese imaginado.
El camino va adornado por grandes flores amarillas, las mayores que hemos visto de esa especie en la ruta, en cada curva del zigzag nos detenemos para observar y tomar fotos a la laguna con el nevado, y seguimos subiendo hacia el abra del Alto Pucaraju, que está casi a la par de las montañas rocosas que están a sus lados, la subida según escuche a mis amigos, fue muy pesada, para mi no, el espíritu de la montaña me acompañaba, ahora en su vibrar de la roca por la que caminamos, que me llena de energía y me hizo subir en un paseo tal cual fuera por el malecón de Miraflores.
Finalmente en el abra, encontré a mis compañeros, claro Manuel, Artur y Juan Carlos entretenidos tomando fotos, Luis siempre va adelante con Paulino, y Cynthia ya había bajado hacia el nuevo valle, en el que nosotros seguiríamos el camino ascendente, pero ella el descendente, igual que con Cesar y Luz Elena ni tiempo de despedirnos, pero sabemos van bien, el espíritu de la montaña les acompaña.
En este abra se nos muestra también una gran extensión de la Cordillera Blanca, pero es más espectacular porque los nevados los tenemos más cerca, Manuel nos dice ese es el Huascarán, ese el Chacraraju, ese el Paria, ¡como se sabe todos los nombres!, y nosotros vamos fotografiando, uno por uno.
Son las 3 y no llevamos prisa, la bajada es un zigzag como el de la subida calculamos nos tomará una hora, vemos varias carpas abajo pero ningún campamento se parece al de nosotros, en fin bajemos, ya lo encontraremos.
En el camino vamos sedientos, la subida había agotado nuestras reservas de líquido, hasta que encontramos una caída de agua, que no sabemos de dónde sale porque no la hemos visto más arriba, seguro es subterránea y sale en un ojo de agua nos decimos, es tan transparente que ni se ve en la blanca roca por la que cae, pero igual nos permite saciar la sed, tomamos abundante, el espíritu de la montaña también nos provee.
Desde este lugar, vemos con claridad una laguna al frente, debe ser Huishcash, habíamos quedado con Paulino acampar junto a la laguna, pero ni rastros del campamento, finalmente son algo más de las 4 y llegamos al valle, nos acercamos a los campamentos a preguntar, allí nos dicen que Paulino se ha ido para arriba, iba a acampar en una laguna más arriba que es la laguna Morococha, nos indican que sigamos un sendero y llegaremos hasta allí en hora y media más o menos.
Habíamos calculado nuestras fuerzas diferente, no pensábamos tener que volver a subir, por lo menos no mucho, estábamos como a 4,200 msnm y tomamos la ruta, que ya es la misma del clásico trekking Llanganuco - Santa Cruz, vamos caminando una hora y decimos ya debe estar cerca, seguimos andando con el frío que cala nuestros huesos a medida que subimos hacia el Abra Punta Unión.
El sol hace rato que ya no calienta el valle, nuestras manos se congelan, la radio no contesta, donde ha acampado Paulino nos preguntamos, hasta donde ha subido, finalmente cuando nos sentíamos desfallecer, gritamos y nos responden, sigan por el camino, acá estamos, Paulino en efecto escogió la pequeña lagunita de Morococha para acampar junto a ella, estamos enfrente del Abra Punta Unión y el impresionante Taulliraju que vemos en toda su extensión, estamos a 4,500 msnm aproximadamente, pero no importa, nos dice el silencio con Paulino, ya están acostumbrados al frío y la altura.
Sólo nos queda entrar a las carpas, abrigarnos, preparar algo del poco que aún nos queda de comida y echarnos para agradecer una vez más, al espíritu de la montaña por habernos acompañado en este día.
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