Reina del Cerro, fotografía de Sirolli, 1924
Reina del Cerro, estado actual
Fuente: Museo Nacional de Historia Natural - Chile
http://www.mnhn.cl
Cuidar al Niño del cerro El Plomo es complejo e implica un gran esfuerzo
técnico y humano, por parte de nuestro museo. Si eso no se hiciera, con
el Niño ocurrirían tragedias arqueológicas como la ocurrida con la
llamada «Reina del Cerro». Verónica Silva, Curadora del Área de
Antropología cuenta sobre eso.
Un nuevo año ha comenzado y como cada solsticio de invierno el
Museo Nacional de Historia Natural abre sus puertas para recibir a las
agrupaciones indígenas a celebrar el Inti Raymi junto al Niño del Cerro
El Plomo y conmemorarlo. Conocerlo por primera vez despierta en
muchos una profunda emoción, y es que el estado de conservación de su
cuerpo inerte es tan impresionante que al verlo nos parece dormido,
sumergido en un profundo sueño y como guardián de la cuenca del Mapocho,
cuidando de todos.
Dentro de toda esta emocionalidad muchas veces olvidamos que si el cuerpo del Niño, su ajuar y parte de sus ofrendas, no hubieran llegado en 1954 al MNHN probablemente hoy no existirían,
y es que su propio hallazgo fue producto de buscadores de tesoros y no
de una expedición científica. Sin lugar a dudas, el lugar de entierro
del Niño del Cerro El Plomo es más que una simple tumba, era para los
incas un lugar sagrado y la ceremonia denominada Capacocha constituía
además un acto para sacralizar el espacio y sellar desde la esfera
religiosa y simbólica el anexamiento de los nuevos territorios de la
cuenca del Mapocho al Tawantinsuyu (imperio Inca). En el mundo Andino
“los muertos no mueren” si no que pasan a formar parte de una nueva
forma de existir o renacen a una nueva existencia y en ese sentido la
ofrenda humana no es un sacrificio,sino un regalo a los dioses y un nexo entre el mundo de los vivos y el mundo espiritual.
Para ejemplificar qué podría haber pasado con nuestro Niño del Cerro El Plomo les contaré la historia de la “Reina del Cerro”, una niña de 8 a 9 años ofrendada por los incas al nevado del Chuscha en Salta, a 5.175 metros de altura.
Entre 1920 y 1922 don Felipe Calpanchay un baquiano montañés de las
serranías cafayateñas y el minero chileno Juan Fernández Salas,
organizan una expedición a la montaña en busca de tesoros, de la
excavación, en la que utilizaron dinamita para abrir la tumba,
extrajeron el cuerpo de la niña conservado por el frio de la alta
montaña, su ajuar y ofrendas. Hasta aquí la historia es muy similar a la
del Niño del Cerro El Plomo, sin embargo, tanto su cuerpo como
los objetos que la acompañaban sufrieron a partir de entonces las
consecuencias del tráfico ilegal de bienes culturales.
La niña del Chuscha fue llevada a la finca de Tolombón, donde, según
cuentan los lugareños, le prendían velas y la llamaban “Reina del
Cerro”. En el año 1922 un comerciante y coleccionista de objetos
arqueológicos llamado Pedro Mendoza, compró a la niña y sus objetos por
unos pocos pesos, llevándola a Cafayate para sumarla a su colección de
anticuario, es en ese momento cuando es fotografiada y registrada por el
profesor Amadeo Rodolfo Sirolli, siendo el único registro de su estado
de conservación casi original (Figura 2). Se cree que posteriormente la
niña fue vendida al Sr. Perfecto Bustamante, un herboristero y
coleccionista de objetos arqueológicos de la ciudad de Buenos Aires,
donde, según reporta un periódico porteño, fue exhibida en la “Casa
Bustamante”.
Varios años después de la muerte de Bustamante, su viuda entregó el
cuerpo y su ajuar a un aficionado a la arqueología, el Ingeniero Absjorn
Pedersen, quien la deposita en el sótano de su casa junto a otros
objetos arqueológicos con la intención de abrir un museo privado, lo que
jamás se concretó, permaneciendo en ese sótano por más de 50 años.
En abril de 1977 la Sociedad Científica del Noroeste Argentino,
presidida por el profesor Amadeo Sirolli, publica finalmente una
cartilla titulada “La Momia de los Quilmes”, donde se expone por primera
vez la información descriptiva y la fotografía de la niña tomada en
1924. El 9 de agosto de 1985 se remata públicamente la colección Pedersen, excepto la niña del Chuscha, quien es finalmente comprada por un anticuario de la localidad de San Telmo, provincia de Buenos Aires, quien la adquiere por la suma de 48 dólares.
Posteriormente la niña es comprada nuevamente por el odontólogo Carlos
Colombano para su museo privado “Chavín de Huántar”, en la provincia de
Buenos Aires. En el año 1991, estando en exhibición, el
andinista Marcelo Scanu creyó reconocer a la niña del Chuscha por la
fotografía publicada por Sirolli en 1977, dio a conocer este hallazgo a la comunidad científica
y es el Dr. Juan Schobinger quien la analiza y confirma su identidad.
Luego de diversos análisis y después de ocho décadas de vagar por
distintas colecciones privadas, la “Reina del Cerro” y las pocas piezas
que se conservaron de su ajuar, se resguardan y exhiben desde 2006 en el
Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta.
Si comparamos la fotografía de la Niña del Chuscha de Sirolli de 1924
y el estado actual del cuerpo, podemos ver como éste se ha deteriorado producto de su mala manipulación,
ha perdido la nariz, gran parte de su cabello que lo adornaban
numerosas trenzas y su ajuar está muy deteriorado, de sus ofrendas poco o
nada se ha recuperado. Si bien se dice que los cuerpos de alta montaña
están liofilizados por desecación en frio, la verdad es que tienen
procesos combinados de conservación y todas dependen de ser mantenidasen
frío para su preservación.
El MNHN conserva el cuerpo del Niño del Cerro El Plomo desde
su llegada al Museo en 1954 en una cámara de conservación en frío,ésta
fluctúa entre -2 y -4 gradosCelsius con una humedad constante en torno
al 40 y 45%, posee un motor auxiliar que entra en
funcionamiento automáticamente si sufrimos de cortes de energía
eléctrica, para ello el museo invierte año a año parte de su presupuesto
al mantenimiento de la cámara y a toda la tecnología que contribuye a
su conservación. Desde el lado humano es para nosotros el equipo del
MNHN una de nuestras principales preocupaciones, estando atentos las 24
horas del día de su cuidado.
Lamentablemente diversos sitios arqueológicos y entre ellos cementerios y tumbas son destruidos a diario,
ya sea por el avance y desarrollo de los centros urbanos, la
explotación económica o como antaño por la mano codiciosa de algún
saqueador o buscador de tesoros, en este contexto el rol de los museos
ha sido y sigue siendo fundamental para la protección de nuestro
patrimonio y el conocimiento que generamos de nuestro propio pasado. Sin conocer nuestro pasado difícilmente podremos proyectarnos al futuro.
Para saber más:
- http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/boletindearqueologia/article/view/1994
- http://www.antropologico.gov.ar/chuscha.htm
- http://cdsa.aacademica.org/000-080/471.pdf
- https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/1433161.pdf
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