Fuente: https://andina.pe
Por: José Vadillo Vila
El Dr. Yoshio Onuki, director del Museo de Kuntur Wasi, integró grupo que descubrió el templo de Manos Cruzadas
En 1960, el doctor Yoshio Onuki tenía 23 años de edad cuando
pisó tierra de los incas por vez primera y nunca más se fue del Perú.
“Así dicen”. Su risa estentórea es el secreto de sus 81 años.
Integró, junto
con arqueólogos y antropólogos, la Misión Japonesa de los Andes, que
arribó a partir de junio de 1958, bajo la dirección del doctor Seiichi
Izumi (1915-1970), de la Universidad de Tokio. En el Perú, Onuki aprendió a hablar el castellano.
Recuerda que varias veces habló con el novelista José María Arguedas,
entonces director de esta institución. El autor de Todas las sangres se
preocupaba en brindarles solución a los temas burocráticos.
“Él
nos decía: ‘yo soy de provincia y entiendo la psicología de los
provincianos’. Nosotros teníamos un problema, Arguedas escribía una
carta y nos solucionaba el problema”, dijo hoy al Diario Oficial El Peruano.
El
principal hallazgo de la misión fue el templo de las Manos Cruzadas, de
la cultura Kotosh, en Huánuco, con 5,000 años de antigüedad.
“Los primeros tres meses, vivíamos en carpas junto al
sitio. No había agua potable, recogíamos agua del río y luego, haciendo
filtro, lo hervíamos y usábamos. Para lavar el cuerpo teníamos que
entrar al río o, sino, teníamos que ir hasta Huánuco para que nos
presten duchas en algunas casas. Para la segunda excavación,
nos construimos una casa prefabricada; la dividimos en cuartos dobles.
Ya la tercera vez, alquilamos una casa dentro de la ciudad y nos
movilizabamos cada día hasta el sitio. ¡Era más cómodo!”, rememora.
Fruto de ese trabajo de campo, en 1960 “salió” una parte del templo de Manos Cruzadas. Pudieron avizorar la estructura, el relieve de las famosas extremidades en cruz. En 1963, se excavó todo lo demás.
Entre los compañeros peruanos de esta labor, recuerda a los ilustradores arqueológicos Pedro
Rojas Ponce y Cirilo Huapaya Manco, discípulos de Julio C. Tello.
Después, José Casafranca y tres estudiantes de la universidad San
Cristóbal de Huamanga, entre ellos el arqueólogo Enrique González
Carré.
Kuntur Wasi, lugar único
A
partir de 1988, la misión japonesa, ya bajo la dirección de Onuki, se
focalizó en el estudio del sitio arqueológico de Kuntur Wasi (San Pablo,
Cajamarca).
“Kuntur Wasi es algo muy especial”, dice el doctor.
“De algunas excavaciones que hemos realizado podemos decir que en
Cajamarca no hay elementos como los que caracterizan a Kuntur Wasi, como
monolitos o cerámica muy bien hecha. Aunque sean fechados en una época
similar”.
Proyectos
Onuki
adelanta que en 2019 se proyecta una excavación nueva, “en pequeña
escala”, en la que trabajará su equipo los próximos dos o tres años, ya
que en Japón se mantiene esa tradición de más de medio siglo y hay
especialistas en los Andes, sobre todo del Perú.
Desde
hace tres meses, el arqueólogo que ha publicado más de una decena de
libros en español, japonés e inglés, sobre su labor arqueológica en su
país adoptivo, se mudó y vive cerca del sitio arqueológico
cajamarquino.
Le gustan los huainos, sobre
todo los valses. Lleva medio siglo observando la arqueología en el Perú.
Cuando llegó, solo se enseñaba la carrera en San Marcos. Después se
amplió la oferta a universidades de Lima y del interior.
“Los
peruanos hoy están a cargo de proyectos muy ambiciosos como Chavín,
Sipán, Nasca, Cusco, Caral y Vichama. En tal sentido, la arqueología
peruana avanza”.
El doctor Onuki continuará
escribiendo y editando los trabajos que ha desarrollado, aclarando
temas, aunque como jubilado sabe que es más difícil dar con fondos para
más proyectos. “Pero los que vienen detrás de mí van a hacerlo.”
¿Y cuál es su mayor deseo?
“Que, como en Japón, en cada región del Perú exista un museo general
regional, donde se encuentre la geografía, geología, clima, flora,
fauna; los recursos naturales para el bien de la humanidad de cada
región. Luego la prehistoria, arqueología, historia; qué personas
ilustres hay, qué problemas y qué vamos a hacer en el futuro”.
Para
el doctor Onuki, un museo regional no solo será el primer punto de
llegada de los turistas para tener un marco general de la región del
Perú que visitan sino que ayudará a la educación de niños y jóvenes, que
comprenderán mejor la protección de la naturaleza. (JVV)
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