Fuente: https://www.nytimes.com
Por:
Una
mantis religiosa observa atentamente mientras una mosca se balancea. En
menos de un parpadeo, logra atraparla. Cuando la cinta se reproduce en
cámara lenta, vemos a la mantis que pausa y calibra, casi como un
experimentado receptor de béisbol que se da cuenta de que se enfrenta a
una bola de nudillos. (El video de arriba muestra cómo agarra a su presa una mantis religiosa grabada a ⅒ de la velocidad real).
Es una impresionante y destacada grabación. Como se detalla en un artículo publicado esta semana en Biology Letters,
también es evidencia de que las mantis atacan menos como autómatas y
más como cazadores activos, calibrando sus ataques para capturar de
manera más eficiente a su presa mientras esta vuela a diferentes
velocidades.
Los
depredadores se dividen tradicionalmente en dos grupos según el modo en
que atrapan a sus comidas. Los del primer grupo, los depredadores de
persecución, atropellan a sus presas. Los héroes de acción del mundo
animal tienden a ser vistosos y llamativos, tanto si son grandes como guepardos o pequeños como asílidos.
Los investigadores han descubierto “ejemplos extraordinarios de cómo
puede ser su persecución”, dijo Sergio Rossoni, quien realizó el nuevo
estudio como estudiante de maestría en la Universidad de Sussex, y es
ahora estudiante de doctorado en zoología en la Universidad de
Cambridge.
El segundo grupo, conocidos como depredadores de acecho (o de posa y
espera), se esconden hasta que llega la hora, y entonces, bam, atacan.
En el pasado, se pensaba que tales depredadores “eran bastante
estereotipados en su comportamiento”, dijo Rossoni, casi como juguetes
de cuerda. Los investigadores han descrito que los ataques de las mantis
religiosas en particular siempre ocurren “al mismo ritmo con los mismos
movimientos”, dijo.
Sin embargo, este punto de vista ha sido cuestionado recientemente. El trabajo sobre la langosta mantis, que despliega un golpe ultra rápido para aplastar a su presa, ha mostrado que son capaces de variar su velocidad de ataque, y un estudio de 2016
de mantis religiosas encontró que mostraban flexibilidad al “atrapar”
insectos estacionarios. Rosoni y su entonces supervisor, Jeremy Niven,
profesor de zoología en la Universidad de Sussex, decidieron probar aún
más a las mantis religiosas, y ver si variaban su enfoque con presas
lentas o rápidas.
Para su experimento, Rossoni colocó una mantis Polyspilota aeruginosa
a la vez en una plataforma elevada debajo de una luz brillante. (Otras
especies preferían cazar boca abajo, lo que dificultaba la filmación).
Entonces, con un cable transparente, lanzó un objetivo —ya sea un
insecto muerto o una cuenta que parecía uno— hacia la mantis.
El objetivo se podía mover a tres velocidades, cada una de ellas para
parecerse a un diferente tipo de presa de la mantis. La más lenta, 200
milímetros por segundo, es la velocidad promedio de una mosca de la
fruta. El más rápido, 730 milímetros por segundo —o poco más de 2.4
kilómetros por hora — imitaba una mosca verde.
Puso
ocho mantis diferentes en docenas de lanzamientos, filmando cada uno
con una cámara de alta velocidad. Después analizó los movimientos de los
insectos.
El
ataque de una mantis religiosa tiene dos fases. En la primera, la fase
de aproximación, la mantis extiende sus brazos hacia arriba y hacia
afuera. En el segundo, la fase del barrido, la mantis saca a la presa
del aire y la atrae para comérsela.
Rossoni
y Niven descubrieron que las mantis realmente ajustaban su velocidad de
ataque, según cuán rápido se movía el objetivo. La mayor parte de esa
modulación ocurría en la fase de aproximación: cuando se les presentó un
objetivo más lento, las mantis elevaron sus extremidades más lentamente
o se detenían a la mitad, en una pose similar a la de un zombi.
Y
si inicialmente calcularon mal la velocidad de su presa, a menudo las
mantis “corregían sus propios errores” con una pausa similar, dijo
Rossoni. “Teniendo en cuenta que algunos de los ataques duran menos de
una décima de segundo, esto es bastante extraordinario”.
También se suma a una creciente conversación sobre lo que los insectos —desde las avispas que pueden inferir lógicamente hasta las hormigas que pueden rodar por las pendientes— son capaces de hacer.
“Históricamente,
se los veía más como a unos robots en miniatura que seguían conjuntos
de reglas muy simples”, dijo Niven. “Creo que hay saldrá una nueva
investigación que sugiere que este libro de reglas puede ser mucho más
complicado”.
MÁS INFORMACIÓN
- El ‘avispón asesino’, una plaga mortal que llegó a Norteamérica
- En Brasil, las termitas construyeron una metrópolis de la misma extensión que Gran Bretaña
- En la selva boliviana, un amor a la música y un legado jesuita
No hay comentarios:
Publicar un comentario