Un plano del siglo XIX de la tumba de Newgrange
muestra una cámara central al final de un largo pasaje.
La cámara funeraria central en Newgrange
Los vastos túmulos funerarios de la Edad
de Piedra en el valle del río Boyne, unos 40 kilómetros al norte de
Dublín, son tan impresionantes que el área ha sido bautizada como el
Valle de los Reyes de Irlanda. Además, un nuevo análisis de ADN humano
antiguo de Newgrange, el montículo más famoso de Irlanda, sugiere que
los irlandeses de la antigüedad podrían haber tenido en común con los
faraones algo más que lápidas monumentales.
Un
equipo de genetistas y arqueólogos irlandeses informaron el 17 de junio
que un hombre, cuyos restos cremados fueron sepultados en el corazón de
Newgrange, había sido el producto de una unión incestuosa de primer
grado, ya sea entre un progenitor y un hijo o entre hermanos. El
hallazgo, combinado con otras evidencias genéticas y arqueológicas,
sugiere que las personas que construyeron estos túmulos funerarios
vivieron en una sociedad jerárquica con una élite gobernante que se
consideraba a sí misma tan cercana a lo divino que, como los faraones
egipcios, podía romper los máximos tabúes.
En
Irlanda, hace más de 5000 años, la gente cultivaba y criaba ganado.
Pero también sintieron la necesidad, como sus contemporáneos en toda
Europa, de crear impresionantes monumentos a los muertos, algunos con
orientaciones astronómicas precisas. Stonehenge, un megalito posterior
en la misma tradición que Newgrange, es famoso por su alineación con el
solsticio de verano e invierno. La sala subterránea central de Newgrange
fue construida de manera que, cuando sale el sol durante el solsticio
de invierno, se ilumina toda la cámara a través de una trampa de luz.
Los arqueólogos llevan mucho tiempo preguntándose qué tipo de sociedad
construyó una estructura de este estilo, el cual creen debe haber tenido
un significado espiritual o ritual. Si, como los nuevos hallazgos
indican, fue una sociedad que honraba el producto de una unión
incestuosa al sepultar los restos de este en el punto más sagrado de un
lugar de por sí sacro, entonces es probable que los antiguos irlandeses
hayan tenido una jerarquía religiosa dirigente, quizá similar a las de
las sociedades antiguas en Egipto, Perú y Hawái, las cuales también
permitían matrimonios entre hermanos.
En un ambicioso estudio de ADN antiguo de muestras óseas previamente
recolectadas en lugares de sepultura irlandeses con miles de años de
antigüedad, los investigadores también encontraron conexiones genéticas
entre personas enterradas en otras “tumbas de corredor” irlandesas,
llamadas así por sus cámaras o pasajes subterráneos. Esto sugiere que
había vínculos de parentesco entre los miembros de la élite gobernante.
Daniel G.
Bradley, especialista en ADN antiguo del Trinity College de la
Universidad de Dublín, quien lideró el equipo junto con Lara M. Cassidy,
especialista en genética poblacional y prehistoria irlandesa también
del Trinity College, afirmó que el genoma del hombre que había nacido de
una relación incestuosa fue una total sorpresa. Ellos y sus colegas reportaron sus hallazgos en la revista Nature.
Newgrange es parte de una necrópolis llamada Brú na Bóinne
(Palacio del Boyne), que data de hace unos 5000 años e incluye tres
grandes tumbas de corredor y muchos otros monumentos. Es uno de los
conjuntos monumentales neolíticos más asombrosos de toda Europa.
Acerca de las
tumbas del lugar, Bradley opina que “Newgrange es el apogeo”. No es solo
el hecho de que incluya 200.000 toneladas de tierra y piedras, algunas
de ellas traídas desde kilómetros de distancia, sino que también tiene
la orientación precisa hacia el sol de invierno. En
un día cualquiera, “cuando entras a la cámara, es como un lugar
numinoso, un espacio liminar que inspira una especie de admiración”,
dijo Bradley.
Que un hueso recuperado
de este preciso lugar produjera una sorpresa genómica de tal magnitud
parecía algo más que una mera coincidencia. Tenía que tratarse de una
persona prominente, aseguraron los investigadores. No estaba colocado
allí de manera fortuita y era poco probable que su linaje fuera un
accidente. “Trozos enteros del genoma que heredó de su madre y su padre
eran simplemente idénticos”, dijo Bradley. La conclusión fue inevitable:
“Dije que era un faraón. Un faraón irlandés”. Él
y sus colegas no habían ido a buscar hijos del incesto. Estaban
analizando huesos antiguos para secuenciar 42 genomas de los
agricultores irlandeses del neolítico como parte de un proyecto para
reconstruir toda la historia genética de Irlanda.
Los
investigadores tomaron muestras de ADN de restos humanos de los cuatro
tipos de entierro en Irlanda, desde el más simple al más elaborado.
Utilizaron técnicas similares a las que usan las empresas con fines de
lucro para ayudar a las personas a descubrir parientes desconocidos y
conexiones ancestrales. Eso implica buscar fragmentos extendidos de ADN
que son comunes a diferentes muestras, en vez de comparar las
diferencias promedio en genes individuales. “Es como mirar las oraciones
en lugar de las letras”, dijo Bradley. Los
investigadores secuenciaron cuatro genomas completos. Los otros, como
es común en este tipo de investigación, fueron parciales.
David Reich, uno
de los especialistas en ADN antiguo de la Universidad de Harvard, quien
ha rastreado el gran recorrido de la migración humana prehistórica por
todo el planeta y no estuvo involucrado en la investigación, dijo que el
artículo de Nature era “extraordinario”. “Creo
que forma parte de una tendencia del futuro en la que el ADN antiguo
arrojará luz sobre las estructuras sociales, lo que es realmente una de
sus promesas más apasionantes”, sostuvo, aunque tuvo algunas reservas
sobre la evidencia de que la élite estaba separada genéticamente de la
gente común, como una especie de familia real.
Bettina
Schulz Paulsson, arqueóloga prehistórica de la Universidad de
Gotemburgo, en Suecia, dijo que los hallazgos de los investigadores que
sugerían una jerarquía religiosa eran una “hipótesis muy atractiva”. El
año pasado, Schulz Paulsson propuso que la tecnología megalítica, que primero apareció en Europa hace unos 6500 años,
se originó en Bretaña, y se extendió por medios marítimos, a lo largo
de las cosas del Atlántico y, por lo tanto, a Inglaterra e Irlanda.
Cerca de 35.000 de estos monumentos son conocidos, y los más famosos
atraen multitudes, a veces por la historia y la arqueología, y a veces
por el poder espiritual que se les atribuye.
Schulz
Paulsson dijo que esencialmente no se sabía nada sobre la estructura de
las sociedades que construyeron los primeros megalitos. Pero la
tecnología y las sociedades que la usaron se desarrollaron con el
tiempo. Newgrange data de hace unos
5500 años, 1500 años después de que aparecieran los primeros megalitos
europeos. La creación de estos monumentos ocurrió después de que la
agricultura apareció en Europa, traída por una vasta migración de granjeros de Anatolia, que comenzó hace unos 9000 años.
Reich es uno de los investigadores que ha documentado cómo estos
granjeros, cuyo perfil genético es distinto de los
cazadores-recolectores europeos, se asentaron gradualmente en Europa.
No
se sabe exactamente qué sucedió entre ellos y los
cazadores-recolectores indígenas, pero gradualmente —a juzgar por el ADN
moderno y antiguo— esos cazadores-recolectores desaparecieron. Hoy,
después de muchas oleadas de migración posterior, su ADN se encuentra
solo como un remanente débil en las poblaciones modernas. Los
genomas irlandeses muestran que las personas en estas tumbas eran
descendientes de granjeros de Anatolia. Los investigadores encontraron
un rastro de la población indígena de Irlanda en dos individuos, dijo
Bradley. Aunque se trata de una cantidad pequeña, revela que hubo alguna
interacción entre los granjeros y los cazadores-recolectores, aseguró
Bradley.
El artículo está lleno de otros detalles, como el descubrimiento de un
bebé que tenía síndrome de Down. Los autores creen que este es el
registro más antiguo de un caso de síndrome de Down. Los análisis
químicos del hueso también revelaron que el bebé había sido amamantado, y
estaba en una tumba importante. Ambos hechos sugieren que tuvo buenos
cuidados, lo que concuerda con muchos otros hallazgos arqueológicos de
niños y adultos con enfermedades o discapacidades que fueron apoyados
por sus culturas.
Cassidy mencionó
que también encontraron ADN en otros restos que indica que se colocaron
familiares del hombre nacido de una relación incestuosa entre miembros
de la realeza en otras tumbas importantes. “Este hombre parece formar
parte de un grupo genético particular junto con otros individuos que
estaban en tumbas de corredor del otro lado de la isla”, comentó.
Cassidy
añadió que también encontraron “unos cuantos vínculos directos de
parentesco”, genomas antiguos de individuos que fueron primos lejanos.
Eso contribuyó a la idea de que existió una élite que dirigió la
construcción de los túmulos. En ese contexto, tiene sentido que el
incesto haya sido intencional. Por supuesto, eso es algo que no puede
comprobarse, pero se sabe que otras sociedades fomentaron el incesto
entre hermanos, y no solo los egipcios. Los hermanos se casaban con sus
hermanas en el antiguo Hawái y en Perú, entre los incas.
“Los
pocos ejemplos donde era socialmente aceptado”, afirmó Cassidy, eran
“sociedades muy estratificadas con una clase élite capaz de romper las
reglas”. Reich dijo que la
investigación tiene implicaciones más allá de los hallazgos específicos.
Dijo que marcaba una nueva dirección en los estudios antiguos del ADN,
que va más allá de los descubrimientos de patrones de migración humana
prehistórica. Ahora, los datos genéticos pueden ayudar a delinear
estructuras sociales de comunidades específicas, como la de Irlanda, tan
perdidas en el tiempo que han sido casi imposibles de descifrar.
Reich
dijo que tenía reservas sobre una de las conclusiones del documento.
Los investigadores reportaron que los miembros de la élite, aquellos
encontrados en las tumbas más elaboradas, eran genéticamente más
cercanos entre sí que de las personas encontradas en otros entierros más
simples. Pero, dijo Reich, los entierros más simples y los entierros de
mayor estatus estaban separados por cientos de años, así que la
comparación no fue contemporánea. Quizás la composición genética de la
sociedad, que era pequeña en número, cambió a lo largo de algunos
siglos. Bradley reconoce que esta era una explicación alternativa.
La pieza final
del rompecabezas que los investigadores reportaron no era ni
arqueológica ni genética, sino folclórica. Los autores informan sobre un
relato de topónimos irlandeses escrito alrededor de 1100, que cuenta la
historia de un rey Bressal, que se acostó con su hermana. El resultado
fue que Dowth, el túmulo funerario junto a Newgrange, se llamaba Fertae
Chuile, o el Montículo del Pecado.
La
idea de que un recuerdo popular podría preservar la historia de hace
4000 años puede parecer absurda, pero también había cuentos populares de
que los dioses construyeron las tumbas de corredores para afectar el
ciclo solar. Y sin embargo Newgrange, con su alineación solar, fue
cubierto por la tierra durante la Edad Media. Fue excavado, y la
orientación al solsticio de invierno fue descubierta a inicios del siglo
XX. Los mitos pueden ser confusos,
pero el cuento del ciclo solar tuvo cierta base en los hechos, como
resultó, y así, puede ser, ocurre con la historia del incesto real.
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