Niños juegan en el océano detrás de Ahu Tongariki, en la Isla de Pascua.Credit.
Fuente: https://www.nytimes.com
Hace unos 3000 años, algunas personas en
el extremo oriente de Asia comenzaron a navegar hacia el este y
cruzaron miles de kilómetros de océano hasta llegar a unas islas
deshabitadas. Sus descendientes, unos 2000 años después, inventaron la
canoa de doble casco para viajar aún más al este y llegaron a lugares
como Hawái y Rapa Nui. Los
arqueólogos y los antropólogos han debatido durante mucho tiempo: ¿hasta
dónde los llevaron las canoas polinesias? ¿Acaso llegaron hasta
América? El resultado de un nuevo estudio
sugiere que sí. Hoy, las personas de Rapa Nui, también conocida como
Isla de Pascua, y otras cuatro islas polinesias llevan pequeñas
cantidades de ADN heredado de personas que vivieron hace unos 800 años
en lo que hoy es Colombia. Una explicación: los polinesios llegaron a
América del Sur, y luego llevaron a los sudamericanos en sus botes para
el viaje de regreso.
Un estudio genético sugiere que los sudamericanos de la actual
Colombia llegaron a las islas Marquesas en el siglo XII. Con el
tiempo, los rastros de su ADN se transmitieron a las personas
que viven en Rapa Nui y las islas polinesias cercanas.
Este nuevo informe refuerza el trabajo que los arqueólogos y antropólogos han hecho durante años. Estudios genéticos
previos también habían insinuado que las personas en Rapa Nui tenían
algunos antiguos ancestros sudamericanos. Pero el nuevo estudio ofrece
un caso más convincente, porque los investigadores analizaron a más de
800 personas utilizando una serie de nuevas y sofisticadas herramientas
estadísticas.
“Esta es la evidencia más convincente que he visto”, dijo Lars
Fehren-Schmitz, genetista antropológico en la Universidad de California,
Santa Cruz, que no participó en el estudio.
El nuevo estudio surgió de un proyecto
de una década para crear un mapa de la diversidad genética en los
latinoamericanos modernos. Después de que los asiáticos cruzaron el
puente de Beringia hace 16.000 años, se esparcieron por América, y llegaron al extremo austral de América del Sur hace unos 14.000 años.
Desde
entonces, las poblaciones de América Latina han adqurido mutaciones
genéticas únicas, que se han mezclado a medida que se reproducen. Cuando
los colonos europeos trajeron africanos esclavizados a la región, el
panorama genético de América Latina cambió una vez más.
Andrés
Moreno Estrada, genetista, y su esposa, Karla Sandoval, antropóloga,
han trabajado con poblaciones indígenas en América Latina para
comprender su composición genética. Debido a que la mayoría de los
estudios genéticos están basados en personas de ascendencia europea, a
menudo se pasan por alto variantes que podrían ser médicamente
importantes para otras poblaciones.
El año pasado, por ejemplo, Estrada, Sandoval y sus colegas publicaron un estudio
sobre el asma. Descubrieron mutaciones en un gen que coloca a ciertos
grupos de latinoamericanos en mayor riesgo de desarrollar la enfermedad.
En
2013, Estrada y Sandoval comenzaron a colaborar con científicos
chilenos para estudiar Rapa Nui. La isla, que se encuentra a más de 3300
kilómetros al oeste de Chile, fue anexada por el país en 1888.
Estrada
y Sandoval viajaron a Rapa Nui y se reunieron con los residentes para
describirles el proyecto. Ochenta isleños eventualmente se unieron a la
investigación, curiosos por conocer su ascendencia.
“Estaban
interesados en saber si realmente pertenecían a las islas polinesias”,
dijo Sandoval, quien ahora trabaja con Estrada en el Laboratorio
Nacional de Genómica para la Biodiversidad en Irapuato, México.
En
un estudio anterior sobre Rapa Nui, dirigido por Anna-Sapfo Malaspinas
de la Universidad de Lausana, los investigadores analizaron el ADN de 27
isleños. Encontraron evidencia de que los participantes tenían una
mezcla de ascendencia polinesia y nativa americana.
Al
parecer, parte de su ADN nativo americano había sido heredado de
inmigrantes recientes de Chile. Pero otras piezas eran diferentes, lo
que sugiere que se originaron de los nativos americanos muchas
generaciones antes.
Para probar ese
hallazgo, Estrada, Sandoval y sus colegas compararon el ADN de 809
personas de Rapa Nui y otras islas polinesias, así como de países a lo
largo de la costa del Pacífico, desde México hasta Chile.
Los
investigadores descubrieron que la mayoría de las personas en Rapa Nui
tenían algunos antepasados chilenos recientes. De ellos heredaron tanto
el ADN nativo americano como el europeo.
Pero
seis personas no tenían ninguna ascendencia europea. Su ascendencia
nativa americana tenía una fuente distinta: la población zenú de
Colombia. Luego, los científicos hallaron algunas de las mismas piezas
de ADN en personas en otras cuatro islas al este de Polinesia.
“Cuando
vi eso por primera vez, pensé que algo iba mal y que necesitábamos
corregir lo que hacíamos”, dijo Alexander Ioannidis, investigador
postdoctoral en la Universidad de Stanford y coautor del estudio.
“Entonces nos sumergimos más profundamente. Llevó un tiempo darnos
cuenta de que esto era real”.
Los
investigadores pudieron entonces estimar cuánto tiempo atrás vivieron
esos ancestros nativos americanos, midiendo el tamaño de los fragmentos
de ADN. Las extensiones de ADN compartido se hacen más pequeñas con cada
generación que pasa. Los
investigadores hallaron que todos los tramos de ADN tipo zenú en los
polinesios tenían aproximadamente el mismo tamaño. Calcularon que
provenían de parientes zenú que vivieron hace unos ocho siglos.
“Es bastante sorprendente que puedan encontrar esta evidencia del contacto entre estas poblaciones”, dijo Malaspinas. Lisa
Matisoo-Smith, antropóloga biológica de la Universidad de Otago en
Nueva Zelanda que no participó en el nuevo estudio, advirtió que la
historia de Polinesia es tan compleja que los nuevos resultados podrían
no reflejarlo con precisión.
“¿Es posible? Sí, ciertamente lo es”, dijo. Pero, agregó, “no estoy convencida”.
Matisoo-Smith
dijo que el estudio habría sido más sólido si los investigadores
hubieran comparado a los polinesios con otras poblaciones, como las
personas en China continental. Eso ayudaría a descartar la posibilidad
de que lo que se parece a la ascendencia de nativos americanos en
Polinesia sea en realidad solo ADN heredado de los ancestros comunes en
Asia de ambos dos grupos.
Si la
investigación se sostiene frente a un examen más exhaustivo, muchos
expertos dijeron que la mejor explicación sería que los polinesios
llegaron a América del Sur y luego llevaron a los sudamericanos en sus
barcos para navegar de regreso.
Malapinas
dijo que dado que los polinesios ya habían viajado tan lejos a través
del Pacífico, no había razón para pensar que no podrían ir a América del
Sur. “Este último paso habría sido más fácil para ellos”, dijo. Patrick
Kirch, arqueóloga de la Universidad de Hawái, dijo que este escenario
encaja con otras líneas de evidencia, incluida la comida que consumen
los polinesios.
Un alimento básico
importante en toda Polinesia es el camote, que se originó en América del
Sur. Kirch y sus colegas encontraron restos de camote de siglos antes
de que los europeos llegaran al Pacífico. Pero
los autores del nuevo artículo enfatizaron otra posibilidad: que los
sudamericanos viajaran por su cuenta a una isla polinesia, donde los
polinesios que navegaban desde el este los encontraron.
Estrada
argumentó que la corriente Ecuatorial del Sur podría llevar a los botes
fácilmente lejos de la costa del Pacífico de Colombia. “Sucede hoy”, dijo. “Tenemos muchas historias de pescadores en México que deben ser rescatados por barcos pesqueros japoneses”.
En
su artículo, Estrada y sus colegas trazan paralelos entre este
escenario y las afirmaciones de Thor Heyerdahl, el explorador noruego
que navegó en una balsa en 1947 desde América del Sur a Polinesia.
Heyerdahl defendió la idea de que Polinesia fue colonizada por
sudamericanos.
En un correo electrónico, Haunani Kane, investigadora postdoctoral en la Universidad de Hawái, criticó a los científicos por defender tales ideas “obsoletas”. Kane
ha navegado miles de kilómetros en canoas de doble casco como
coordinadora científica de la Sociedad de Navegación Polinesia. Ella
estaba en desacuerdo con la “suposición del autor de las capacidades o
la falta de ellas, de los pueblos de las islas del Pacífico para migrar
deliberadamente a través del Pacífico”.
Kirch
también descartó el escenario de un naufragio. Si los sudamericanos
terminaron en las islas Marquesas, habrían traído consigo algunas cosas
que los arqueólogos podrían haber descubierto más tarde. “No hay
evidencia de eso”, dijo. Una forma de
resolver esta disputa puede ser encontrar ADN en los primeros restos
humanos en las islas del este de Polinesia. Un hijo de padres polinesios
y sudamericanos tendría una clara firma genética.
El ADN antiguo de América del Sur
también podría ayudar. Fehren-Schmitz ha buscado ADN polinesio en los
antiguos restos humanos en los Andes que ha estudiado. “Pero nunca he
visto ningún rastro”, dijo. Es
posible, dijo Fehren-Schmitz, que otros lugares en América del Sur sean
mejores para buscar a los polinesios perdidos. Es concebible, por
ejemplo, que algunos polinesios que llegaron a América del Sur hayan
optado por vivir en las islas cerca de la costa.
Uno
de esos lugares es la isla Mocha, justo frente a la costa de Chile. En
2010, Matisoo-Smith y Jose-Miguel Ramírez de la Universidad de
Valparaíso publicaron un estudio sobre cráneos que fueron desenterrados en la isla. Los cráneos, dijo ella, “lucían muy polinesios en su forma”.
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