Vista general de la Huaca Chotuna
Entrevista a Carlos Wester La Torre, Director del Museo Arqueológico Nacional Brüning - Lambayeque, Ministerio de Cultura del Perú
Por: Guido Mendoza Fantinato
Fuente: http://www.guidomendozafantinato.com
El destacado arqueólogo peruano Carlos Wester La Torre, natural de la región Lambayeque, cuna de milenarias sociedades costeñas, ha participado en las últimas décadas en diversos proyectos de investigación arqueológica en importantes monumentos de la costa norte peruana, tales como Chan Chan, Túcume, Limoncarro, La Granja, Pampa Grande y desde hace 12 años en Chotuna Chornancap. Actualmente se desempeña como Director del Museo Arqueológico Nacional Brüning - Lambayeque del Ministerio de Cultura, y desarrolla paralelamente la labor de docente universitario.
Por: Guido Mendoza Fantinato
Fuente: http://www.guidomendozafantinato.com
El destacado arqueólogo peruano Carlos Wester La Torre, natural de la región Lambayeque, cuna de milenarias sociedades costeñas, ha participado en las últimas décadas en diversos proyectos de investigación arqueológica en importantes monumentos de la costa norte peruana, tales como Chan Chan, Túcume, Limoncarro, La Granja, Pampa Grande y desde hace 12 años en Chotuna Chornancap. Actualmente se desempeña como Director del Museo Arqueológico Nacional Brüning - Lambayeque del Ministerio de Cultura, y desarrolla paralelamente la labor de docente universitario.
Los resultados de sus variadas investigaciones han quedado plasmados en diversas publicaciones especializadas. Así, entre sus libros más destacados, pueden mencionarse "La Granja: Investigaciones Arqueológicas" (2000), "Chotuna Chornancap, Templos Rituales y Ancestros Lambayeque" (2010), "Chornancap: Palacio de una Gobernante y Sacerdotisa de la Cultura Lambayeque" (2016) y su más reciente publicación "Personajes de élite en Chornancap. Una nueva visión de la Cultura Lambayeque" (2018).
En esta nueva entrevista con Carlos Wester, continuación de la que sostuvimos anteriormente con él en marzo del 2016 , nos comentará los recientes resultados de sus últimas investigaciones arqueológicas en Chotuna Chornancap para seguir profundizando conocimientos sobre la milenaria sociedad Lambayeque, heredera de la mítica hazaña civilizadora iniciada por Ñaylamp hace más de 1,000 años.
A partir de los trabajos arqueológicos desarrollados en los últimos años en el complejo Chotuna Chornancap, ¿qué nuevos detalles relevantes sobre la ancestral sociedad Lambayeque se pueden mencionar?
Resp.- Los doce años que venimos investigando este Complejo monumental, asociado a la tradición oral de la historia fantástica de Ñaymlap y su corte, han generado una nueva tesis sobre la organización sociopolítica, configuración territorial, actividades rituales, producción de bienes, noción del poder, religiosidad y ancestralidad en la cultura Lambayeque. Se ha identificado, a través de categóricas pruebas materiales e inmateriales, que Chotuna y Chornancap fueron en su tiempo escenarios sagrados, centros de culto religioso y espacios donde se reafirmaba el poder de las élites.
Asimismo, los nuevos elementos que aparecieron a lo largo de esta década de investigaciones permiten proponer la idea de un escenario singular producto de la inspiración en el paisaje circundante, como el mar y la desembocadura del rio, que son el escenario donde se recrean estos espacios vinculados con la tradición oral de Ñaylamp y sus acompañantes.
¿Qué se puede destacar con relación a la arquitectura y al uso de los espacios en estos recintos? ¿Tuvieron un alto componente ritual y religioso?
Resp.- Debe notarse que elementos arquitectónicos como el Trono con la Sacristía y las pinturas polícromas, la Residencia de Élite convertida en mausoleo y asociada a un elemento simbólico como el mar y la montaña, traducen espacios de alto contenido ritual en torno al templo de Chornancap.
De igual manera, las áreas de producción artesanal, con las tejedoras y los maestros orfebres, las evidencias de materiales Cajamarca - Costeño, y bienes procedentes del actual Ecuador configuran una organización compleja, autónoma que construye sus relaciones en una esfera macroregional que involucra territorios como Cajamarca, La Libertad, Nororiente, incluyendo la zona norte del Perú y el Ecuador, y que independientemente las élites Lambayeque de Chotuna y Chornancap, formaron parte de una estructura religiosa común en el territorio de los valles de Lambayeque, en la que también aparecen elementos vinculantes registrados en la materialidad, como la simbología del mar, la luna, aves, felinos, etc. No obstante, en Chotuna y Chornancap, los hallazgos permiten reconocer un componente novedoso, la presencia de mujeres en la esfera política y religiosa como gobernantes y sacerdotisas. Pero, sobre todo, como seres divinizados en su sepultura, que generan la propuesta de la dualidad en el poder y religiosidad.
En el trabajo del año 2016 titulado "Chornancap: Palacio de una Gobernante y Sacerdotisa de la Cultura Lambayeque", usted mencionó varios descubrimientos relacionados con el importante papel que cumplía la mujer en las esferas del poder político y religioso en estos territorios hace 1,000 años aproximadamente. ¿Qué novedades sobre este asunto se han podido evidenciar en los recientes trabajos arqueológicos desarrollados en este lugar?
Resp.- Los hallazgos de los últimos dos años, han permitido ahondar mucho más nuestro conocimiento sobre los roles y funciones del personaje bautizado como Gobernante y Sacerdotisa de Chornancap, por razones que su sepultura no constituye el suceso final del proceso funerario que le corresponde tras su muerte, sino que es el inicio de un largo camino en el que se ratifica su condición de ancestro mítico que se evidencia por los múltiples actos de conmemoración, celebraciones con festines, reapertura de su sepultura, su relación con el personaje de los Spondylus sepultado previamente bajo ella, y todos los actos conmemorativos que hemos identificado en el mismo escenario de Chornancap, hasta la documentación en el lado norte de Chornancap del contexto funerario de una mujer joven acompañada por cuatro hilanderas en la que aparece el personaje central extendido con finos brazaletes de cuentas de concha Spondylus, un vaso de plata en cada mano, bienes de prestigio, y sobretodo asociada a un telar en forma de cruz, que por primera vez asomaba ante nosotros. Éste evento funerario de una época que denominamos Lambayeque - Chimú, reafirma la continuidad de la presencia de mujeres de élite vinculadas al telar en cruz, tal como aparece representado en la iconografía del vaso de plata de la cultura Lambayeque que se exhibe en el Museo de Arte de Denver.
Asimismo, muy cerca a la tumba de la Sacerdotisa documentamos en uno de los altares una intrusión donde aparece la osamenta de un entierro secundario que probablemente se trata de una mujer que portaba un par de brazaletes de pequeñas cuentas de oro y tres vasijas de cerámica y que corresponde a un personaje trasladado desde su sepultura hasta este lugar en un proceso de conmemoración para reafirmar el culto a la tumba de la Sacerdotisa convertida en un antepasado que encarna desde la otra vida a la deidad femenina Diosa del mar y de la luna.
¿Cuál sería la explicación sobre el desarrollo de estas actividades post funerarias?
Resp.- Estos procesos de reafirmación de la ancestralidad a través de actos conmemorativos se traducían en actividades festivas, traslado de entierros, colocación de ofrendas; es decir, un sinnúmero de actos intencionales que remarcaban el culto a los antepasados y que, en este caso, involucra principalmente la participación de mujeres jóvenes. Todo aquello nos hace recordar lo que sostiene Peter Kaulicke cuando habla de la culturización de la muerte.
A la luz de sus investigaciones, ¿cuáles podrían ser los elementos más emblemáticos de la cosmovisión religiosa de la ancestral sociedad Lambayeque que usted podría destacar?
Resp.- Tradicionalmente, las investigaciones en el pasado nos hacían pensar en un Dios principal de la cultura Lambayeque, llamado Dios Naylamp o bautizado por Izumi Shimada como el Dios Sicán, que se configura como la deidad suprema omnipresente con poder transformativo, de ojos alados, nariz prominente, boca insinuada sin dientes, en algunos casos con lagrimones que caen de los ojos y ricamente ataviado con emblemas y ornamentos que certifican su elevado status. Adicionalmente, esta deidad lleva alas a la altura de la espalda, en clara alusión al ser mitológico reconocido como Ñaylamp. Sin embargo, las investigaciones arqueológicas en los Murales de Úcupe a cargo de Susana Meneses, Walter Alva y Bruno Alva Meneses, como las investigaciones de Alfredo Narváez y Bernarda Delgado en el Complejo Túcume, han aportado nuevas evidencias de las deidades de la cultura Lambayeque.
¿Cómo eran las deidades ancestrales de los Lambayeque?
Resp.- Lo primero que hay que subrayar, tal como lo propone acertadamente Alfredo Narváez, es que no estamos frente a una configuración monoteísta del panteón de deidades Lambayeque, por el contrario las evidencias permiten plantear que existe una perspectiva politeísta, es decir, no uno sino varios Dioses que son el reflejo de la diversidad territorial, y que también es producto de la herencia Mochica como antepasados de los Lambayeque.
Sin embargo, en Chornancap aparece un elemento insospechado, un personaje femenino asociado desde su sepultura y a través de toda la materialidad simbólica e iconográfica que la acompaña a una deidad femenina. Por lo tanto la naturaleza de la religiosidad Lambayeque ya no está marcada por una deidad única, ni tampoco por la presencia absoluta de seres masculinos, sino estamos frente a un escenario de dualidad, de la política, religiosidad y ancestralidad, esto nos parece ser el elemento más notable en nuestras investigaciones.
Un segundo aspecto está relacionado a la territorialidad, es decir los grupos de las élites Lambayeque están emplazados en un territorio que no es único, es diverso, como el bosque y el valle en Pomac, la montaña en Túcume y el Río con la desembocadura en el mar en Chotuna y Chornancap, que constituyen los escenarios sagrados sobre los cuales se recrea y construye no solamente la arquitectura, sino también la cosmovisión.
¿La leyenda de Ñaylamp podría tener algún asidero en hechos verificables de movimientos migratorios de otras poblaciones que se asentaron en este territorio hace más de 1,000 años? ¿Las recientes investigaciones arqueológicas brindan nuevas pistas sobre este asunto y los inicios del esplendor de la sociedad Lambayeque?
Resp.- Considero que el relato de la Tradición Oral, recogida en el siglo XVI en Túcume, y en Mórrope en el siglo XVIII y que conocemos como la Leyenda de Ñaylamp, constituye un testimonio donde aparecen varias pistas que debemos considerar.
Por un lado, la existencia de nombres, escenarios y lugares que son reales, que resultan verificables y podemos constatar. De otro lado, los actos y gestos y acciones mencionados en este relato que se hayan representados en una diversidad de soportes de los materiales producidos en la cultura Lambayeque, como si los artistas y especialistas tuviesen como intención mantener este discurso vivo a través de las imágenes e íconos para que se recuerde permanentemente esta historia y a los líderes que se mencionan en ella.
Al respecto, Julio Rucabado propuso que esta historia podría tratarse de un relato que busca legitimar el poder y autoridad de las élites, es decir a través de esta historia, las familias al frente de la sociedad Lambayeque narran el origen de sus linajes y construyen su historia.
¿Sería correcto afirmar entonces que las costas de Lambayeque eran lugares importantes y que gozaban de prestigio antes de la llegada de Ñaylamp?
Resp.- Claro que sí las excavaciones en Chotuna Chornancap brindan oportunidades valiosas para reafirmar el enorme prestigio que tuvo esta zona, desde mucho antes de la aparición de la cultura Lambayeque.
Por lo tanto, el arribo de Ñaylamp y sus acompañantes habría sucedido en un lugar que ya era ciertamente poblado y gozaba de prestigio por tratarse de un escenario próximo a la desembocadura de un río en el mar, hecho que podríamos calificar como sorprendente en razón a que el agua símbolo de la fertilidad recorre el territorio por estos cauces serpenteantes y asoma al mar, que es la madre de todas las aguas.
Esta circunstancia paisajística y natural, fue incorporada al relato como parte del elemento fundamental para explicar la fundación de este nuevo orden, territorial, político y religioso que llamamos cultura Lambayeque
A propósito de la pregunta anterior, ¿se podría decir que la leyenda de Ñaylamp y su mítica llegada a tierras lambayecanas coincidiría con los rasgos esenciales de la cosmovisión de esta ancestral sociedad?
Resp.- A pesar de que algunos colegas no comparten esta idea, creo que este mítico relato reproduce magistralmente muchos de los episodios sucedidos en este territorio de los valles de Lambayeque. A juzgar por las evidencias arqueológicas relacionadas con la cosmovisión de la cultura Lambayeque, tenemos que el mar, la luna, aves, felinos, serpientes y otros seres sobrenaturales narran no sólo lo sucedido desde la tradición oral, sino más allá del relato. Por lo tanto, no debemos pensar que la historia de Ñaylamp es la única que se contaba, hay otras historias que aparecen representadas en los murales polícromos, en los frisos y en diversos soportes, que constituyen los relatos vividos en aquellos tiempos.
¿Cuáles son las nuevas evidencias arqueológicas respecto de la organización política y económica que tuvo la sociedad Lambayeque durante su largo esplendor de casi cinco siglos?
Resp.- Bueno, hace más de medio siglo, que los expertos en la cultura Mochica, hablaban de una sociedad de corte estatal con una capital única, con sitios emblemáticos como Huaca El Sol y la Luna; hablaban también de una secuencia de cerámica única como lo sostenía Rafael Larco con la secuencia de cinco fases.
Posteriormente la idea sobre los Mochicas alcanzó un sorprendente giro hacia la mitad de la década del 80, precisamente al producirse los hallazgos de las famosas Tumbas de los Señores de Sipán, las Sacerdotisas de San José de Moro y la Dama de Cao, lo que evidentemente generó un nuevo enfoque que es formulado por Luis Jaime Castillo y Christopher Donnan como los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur, entonces ya no estamos frente a un estado central, sino a un territorio fragmentado, diverso políticamente. Estamos, como lo sostienen Luis Jaime Castillo y Santiago Uceda, ante una multidimensionalidad del poder, es decir, no uno sino muchos Mochicas a lo largo de los valles de la costa norte, que interactuaban con sus vecinos del sur, de la sierra norte y la actual zona ecuatorial, y se plantea hoy la existencia de una fragmentación política en lo que Marco Rosas llama Parcialidades o Cacicazgos Mochicas en los valles del norte del Perú, desde Piura hasta el valle de Nepeña.
¿Nos encontraríamos entonces ante un poder político focalizado más bien en grupos de élite desconcentrados y repartidos estratégicamente a lo largo del vasto territorio que dominaron los Lambayeque en lugar de una autoridad estatal única y centralizada?
Resp.- Es precisamente, la evolución del enfoque acerca de los Mochicas, la que nos ilustra claramente ante qué panorama político y territorial nos encontramos en el caso de la cultura Lambayeque. Primero, la cultura Lambayeque estaba totalmente Chimuizada como lo planteaba Jorge Zevallos Quiñones, luego bautizada con el término Sicán, por parte de Izumi Shimada, y hoy a la luz de todas las evidencias materiales e inmateriales convertida en una expresión cultural multivalle, en el resultado de un proceso Fusional, en una organización sociopolítica de familias que detentan el poder y comparten una liturgia, una doctrina, un universo de deidades masculinas, femeninas, y seres sobrenaturales, que independientemente de ello, construyen relaciones con autonomía.
Por lo tanto, la idea del "estado Sicán" centralizado en Pomac, a mi juicio, debe ser replanteado en los términos de las actuales evidencias arqueológicas. Y la nueva publicación que presentamos en este año que propone precisamente eso, una nueva visión de la cultura Lambayeque.
A la luz de los nuevos descubrimientos arqueológicos, ¿cree usted que la polémica surgida en décadas anteriores sobre la denominación de "Sociedad Sicán" en lugar de la tradicional "Sociedad Lambayeque" o "Cultura Lambayeque" haya quedado finalmente zanjada? ¿Qué reflexión podría brindarnos al respecto?
Resp.- Hay que reflexionar que a partir del siglo IX d.C. las cosas en el territorio de los valles de Lambayeque cambiaron, la organización sociopolítica y estructura religiosa se transformó como consecuencia del impacto que produjo la época Moche Tardío y el período Transicional producido por la relación con los grupos Cajamarca, Wari y del Ecuador. Sin embargo, una antigua polémica se ha generado desde que el término cultura Lambayeque fue reemplazado por Izumi Shimada en 1985 por el de cultura Sicán, porque apareció un "territorio Sicán", una "deidad Sicán", "materiales Sicán", generando todo ello un desconcierto que hoy debemos reconocer.
Considero, además, que no ha sido una decisión apropiada que el Dr. Izumi Shimada y su equipo reemplazara el nombre Lambayeque por el topónimo Sicán. No obstante, sí fue acertado que estudiaran sistemáticamente durante varias décadas a esta sociedad, sí fue acertado excavar científicamente las tumbas este, oeste en Pómac y todos los bienes estudiados bajo un eje multidisciplinario.
Sin embargo, las investigaciones actuales en muchos sitios del territorio Lambayeque, como Túcume, La Pava, Solecape, Los Perros, Jotoro, Bandera, Luya, Ucupe, Huaca Brava, Chotuna Chornancap, contribuyen a puntualizar que estamos frente a un escenario diverso territorialmente, complejo política y religiosamente, que ya gozaba con un nombre. No obstante, el cambio de nombre no ha resuelto el interés que tenemos todos por conocer a esta sociedad.
Nuestras investigaciones en Chotuna-Chornancap en los últimos doce años, no han tenido como eje fundamental la descalificación de la denominación Sicán, porque consideramos que el término cultura Lambayeque, define y refleja contundentemente el territorio multivalle, la producción material, la historia como origen y memoria, la ancestralidad con un componente insospechado como es la presencia de mujeres de mucho poder y autoridad.
Por lo tanto hoy más que ayer, la denominación Lambayeque encuentra su verdadero cauce, no por la decisión de un resultado, sino como consecuencia de todos los resultados que se han producido hasta hoy.
¿Qué comentarios finales desearía compartir con los lectores a propósito de la próxima puesta en circulación de su más reciente publicación: "Personajes de élite en Chornancap. Una nueva visión de la Cultura Lambayeque"?
Resp.- Son muchas cosas las que podría decir. La primera de ellas es que nada de esto hubiese sido posible si el Ministerio de Cultura no hubiese destinado los recursos para hacer esta investigación desde el Museo Arqueológico Nacional Brüning.
Sin embargo, nada de esto sería una realidad si no hubiésemos tenido un extraordinario equipo de trabajo conformado por arqueólogos, arquitectos, ingenieros, antropólogos físicos, biólogos, técnicos de campo, estudiantes de arqueología y personal de la comunidad local que han puesto su cuota de sacrificio para los resultados obtenidos a lo largo de más de una década. Nada de esto hubiese sido posible si la comunidad local no nos hubiese acogido como lo ha hecho, haciéndonos sentir que estamos en nuestra casa. Nada de esto hubiese sido posible si quienes nos antecedieron con sus investigaciones no nos hubiesen legado todo su conocimiento y talento. Nada de esto fuese hoy lo que es si los hombres y mujeres de la cultura Lambayeque y sus antepasados no hubiesen transformado este territorio de valles bosques, montañas y mar, en el epicentro de alta cultura y civilización como se conoce hoy en día.
¿Qué aspectos resaltantes de este trabajo nos podría compartir?
Resp.- En el plano arqueológico, esta investigación nos permite transmitir lo que ha significado Chotuna Chornancap en su tiempo, lo que se ha construido y desarrollado en estos escenarios, lo que se ha avanzado a lo largo de su entorno, y nos ha permitido redefinir a la cultura Lambayeque con la presencia de Gobernantes y Sacerdotisas que revelan la participación de mujeres en la dimensión del poder, territorialidad y ancestralidad.
Al mismo tiempo, esta investigación nos permite proponer una nueva proyección de la cultura Lambayeque, una nueva visión, un nuevo enfoque, que nos va a encaminar a un debate académico para definir líneas sobre las cuales debemos estar de acuerdo.
Esta investigación también nos ha permitido contar con la valiosa orientación y estímulo de reconocidos y experimentados colegas como Luis Jaime Castillo, autor de la presentación de este libro, Alfredo Narváez Vargas, autor del comentario de la obra, y dedicar a la memoria de nuestro maestro Santiago Uceda Castillo este esfuerzo conjunto que nos compromete y enorgullece.
Lambayeque, octubre de 2018
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