domingo, 3 de mayo de 2020

Transgresora y tradicional: así es la reina del rap en quechua de Perú






El video musical comienza con paisajes panorámicos de las montañas nevadas de los Andes y el silbido de los instrumentos de viento tradicionales de la región.

Luego vemos a Renata Flores. De pie, con una actitud desafiante, vistiendo los pantalones holgados, la coleta relamida y las arracadas enormes que se han convertido en el uniforme de los artistas de hiphop en todo el mundo, empieza a rapear… en quechua, el idioma de los incas, cuyo imperio tiene sus raíces en estas cumbres.

Esta mezcla de tradición y transgresión, rural y urbana, local y global ha impulsado a Flores, de 19 años, y a su música al centro de un debate creciente sobre la identidad en la región y la ha convertido en lideresa entre una nueva generación de artistas que producen música contemporánea en quechua, la cual sigue siendo la lengua indígena más hablada en América Latina.

En las últimas décadas, la migración interna ha transformado a América Latina en la región más urbanizada del mundo, pero las lenguas indígenas —habladas por millones de personas que se han mudado a las ciudades— casi siempre han sido descartadas como el habla de los campesinos pobres y relegadas a espacios de nostalgia cultural, como festivales y museos. El mensaje que perciben los hablantes de quechua es que sus identidades son parte del pasado de la región.

En Perú, artistas como Flores y los promotores de la música urbana andina —a veces llamada rap andino o inka trap— están presentando a los hablantes de quechua como parte también integral del futuro de su país.

“Hay personas que tienen fuertes críticas acerca de y dicen: ‘¡No! Es una aberración lo que están haciendo’”, dijo Liberato Kani, de 26 años, uno de los raperos de quechua más conocidos de Perú, quien a veces escucha a la gente decir que el idioma de los incas debería quedarse “para mi audio de fondo, para mi museo”. “Si ellos están dando críticas es bueno, ¿no? Se nota que está llegando”, continuó.

Flores y Kani, junto con músicos como Kayfex, quien hace poco firmó contrato con Warner Music en Estados Unidos, están combinando los ritmos palpitantes del trap, rap y reguetón latinos popularizados por artistas como Bad Bunny con los sonidos del campo peruano.

Las canciones de Kani son himnos de solidaridad que plasman la vida urbana y rural. “En las pampas pido al padre montaña para que haya agua en mi pueblo.”, rapea en “Harawi”, que significa “Poema”. Después de sus presentaciones en vivo, las cuales han atraído a miles de fanáticos, a veces se le acercan artistas jóvenes que quieren saber cómo componer rimas en sus propios idiomas, entre ellos el aimara, que se habla en Bolivia, Argentina y Perú.

El quechua, hablado por un estimado de ocho millones de personas en al menos cinco países, se difundió por América del Sur gracias a los incas, mucho antes de que llegaran los españoles. Sin embargo, son pocas las ocasiones en las que el idioma se usa en los medios para abordar temas contemporáneos.Flores habla sobre el poder femenino, la corrupción del gobierno, la guerra y las polémicas de la cultura pop internacional.

Su nuevo álbum, Isqun, o Nueve, cuyo lanzamiento está programado para este año, sigue “todo el proceso que ha tenido que pasar la mujer andina desde antes incluso de que vinieran los españoles a Perú”, a lo largo de nueve canciones, explicó.

Lo grabó en una escuela de música propiedad de sus padres, y dirigió la producción. Ella es una artista independiente, financia su propia música con ayuda de donativos de fundaciones, premios de competencias, pagos de eventos en vivo y un contrato con una empresa de champú.

En “Somos Fusión,” una canción medio en español medio en quechua sobre la hija mestiza del conquistador Francisco Pizarro, se dirige con ingenio a Rosalía, la estrella pop española que a veces ha sido acusada de desplazar a los artistas latinoamericanos. “Somos fusión”, canta de los descendientes de Pizarro. “Rosalía, dame la razón”.

El quechua ha sobrevivido no solo a la Conquista, sino a la fundación de las repúblicas independientes de la región, cuyos líderes a menudo desalentaron el uso del idioma en un intento para eliminar la disidencia indígena.

Más recientemente, el idioma resistió la guerra interna de Perú, que se extendió de la década de los ochenta hasta la de los noventa, y enfrentó a un grupo rebelde despiadado llamado Sendero Luminoso contra un gobierno a veces igual de violento, y los campesinos pobres quedaron atrapados en medio. Cuando la violencia se disipó, la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Perú descubrió que el 75 por ciento de las casi 70.000 víctimas de la guerra fueron hablantes nativos de quechua u otras lenguas indígenas.

Ese dolor fue lo que impulsó a varios músicos a formar un grupo de rock de la década de los noventa llamado Uchpa, que quiere decir “cenizas”, el cual ayudó a lanzar un movimiento de blues y rock en quechua que se convirtió en un grito de libertad para una generación de peruanos que habían crecido ahogados por el miedo. A partir de ese legado, han llegado artistas como Flores y Kani, conscientes de la historia del idioma, pero suficientemente apartados del dolor como para incorporar nuevos sonidos y temas políticos.

Flores vive en la pequeña ciudad de Ayacucho, que alguna vez fue la cuna de Sendero Luminoso y el lugar de nacimiento de Uchpa. Sus padres, exintegrantes de una banda de rock peruana, ahora son un gerente de hospital (su padre) y una directora de una academia de música (su madre). Ella captó la atención de Perú hace cinco años. A la edad de 14 años, luego de perder en una competencia estilo American Idol llamada La Voz Kids, ella y su madre decidieron publicar en internet la que habría sido su canción de victoria, la versión en quechua que hizo Uchpa de la canción “House of the Rising Sun”, interpretada por The Animals.

Al poco tiempo, su video se volvió tendencia en Facebook en Perú. Luego hizo más versiones de canciones en quechua: “The Way You Make Me Feel” de Michael Jackson (“Chaynatam Ruwanki Kuyanayta”) y “Fallin’” de Alicia Keys (“Wichichkamuni”). En ese entonces, Flores solo quería hacer “algo diferente”, relató. Pero empezó a pensar en lo que significaba cantar en el idioma de sus ancestros.

Su propia abuela materna fue profesora en una comunidad rural de Perú durante el reinado de Sendero Luminoso y le contó sobre lo terrible que fue esa época. Sus estudiantes hablantes de quechua fueron reclutados por guerrillas y aterrorizados por el ejército, le relató su abuela. Hablar una lengua indígena los convirtió tanto en víctimas del reclutamiento rebelde como en el objeto de las sospechas de otros peruanos. Su abuela paterna, que creció en el campo, jamás aprendió a hablar español con fluidez. Flores empezó a preguntarse por qué a veces se sentía avergonzada cuando escuchaba a sus abuelas hablar quechua en público, y por qué a tantos de sus compañeros les apenaba hablar el idioma en clase.

Empezó a preguntarse por qué nadie le había enseñado el idioma formalmente. Con el tiempo, empezó a componer sus propias canciones, primero las escribía en español y luego las traducía a quechua con ayuda de sus abuelas. Su objetivo, dijo, era “rescatar nuestra cultura”. “Tijeras”, su primer sencillo con orientación política, fue un grito de guerra de la era del #MeToo (#YoTambién). “Tal vez mi grito lo cante lindo”, rapea, “y así escuche la gente”.

“Qam hina”, o “Como tú”, que se estrenó en septiembre, es quizá su proyecto más ambicioso hasta la fecha, y ha sido muy visto en Perú. Américo Mendoza-Mori, académico peruano especializado en quechua que imparte clases en la Universidad de Pensilvania, ofreció una traducción.

En la canción y su video situado en los Andes, Flores cuenta una historia desde la perspectiva de una cantante ficticia cuyos abuelos desaparecieron durante el conflicto. Pero mientras narra la historia de su abuela, también habla sobre las niñas en las zonas rurales de Perú que pasan muchas horas caminando a la escuela todos los días.

En el transcurso de la canción, la narradora sufre un abuso no especificado en el largo trayecto de la escuela a su casa. Flores y su madre, junto con un equipo liderado por un joven cineasta llamado Apolo Bautista, produjeron el video. Las estudiantes de la localidad se interpretaron a ellas mismas como extras y cantan el coro.

“Munani musquyta”, corean. “Quiero soñar. Quiero estudiar. Quiero hablar”. Al ver el video, la abuela materna de Flores, Adalberta Canchanya Alvarado, de 78 años, se declaró “increíblemente orgullosa”. “Ella es libre y puede cantar, no como nosotros”, dijo Canchanya. “Lo dice tal como es.”

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