domingo, 10 de mayo de 2020

El ‘avispón asesino’, una plaga mortal que llegó a Norteamérica






BLAINE, Washington — En las décadas que se ha dedicado a la apicultura, Ted McFall nunca había visto algo similar. En noviembre, mientras detenía su camioneta para revisar un grupo de colmenas cerca de Custer, Washington, pudo ver desde la ventana un montón de cadáveres de abeja en el suelo. Cuando se fijó más de cerca, vio una pila de miembros de la colonia muertos enfrente de una colmena y una matanza mayor en su interior: miles y miles de abejas con la cabeza desprendida del cuerpo y sin rastro del culpable. “No lograba comprender qué podía haberlo causado”, dijo McFall. Fue más tarde cuando comenzó a sospechar que el causante era lo que los científicos simplemente llaman “el avispón asesino”.

Con reinas que pueden crecer hasta 5 centímetros, el avispón asiático gigante, Vespa mandarinia, puede usar sus mandíbulas en forma de puntiagudas aletas de tiburón para acabar con un panal de abejas en cuestión de horas: las decapita y se aleja volando con el tórax de estas para alimentar a sus crías. En víctimas de mayor tamaño, el potente veneno y aguijón del avispón (con la longitud suficiente para atravesar un traje de apicultor), conforma una combinación insoportable que las víctimas han comparado con un metal caliente que les atraviesa la piel.

En Japón, los avispones matan hasta 50 personas al año. Ahora, han aparecido en Estados Unidos por primera vez. McFall sigue sin tener la certeza de que los avispones asiáticos gigantes hayan sido responsables de la devastación de su colmena, pero el otoño pasado se descubrieron dos ejemplares de los insectos depredadores en el extremo noroeste del estado de Washington, a unos kilómetros al norte de su terreno: los primeros avistamientos en Estados Unidos.

Desde entonces, los científicos se han lanzado a una caza a gran escala de los avispones, preocupados de que los invasores puedan diezmar la población de abejas en Estados Unidos y establecer una presencia tal, que se pierda toda esperanza de erradicación. “Esta es nuestra oportunidad para evitar que se establezcan”, afirmó Chris Looney, entomólogo del Departamento de Agricultura del estado de Washington. “Si no logramos hacerlo en los próximos años, quizá no podamos hacerlo”.

Una fría mañana de principios de diciembre, a 4 kilómetros al norte del terreno de McFall, Jeff Kornelis estaba en el pórtico de su casa con su perro, una cruza de terrier. Bajó la vista y vio algo estremecedor: “Era el avispón más grande que haya visto”.

El insecto estaba muerto y, después de revisarlo, Kornelis tuvo la corazonada de que podría tratarse de un avispón asiático gigante. No parecía lógico, dada su ubicación en el mundo, pero había visto un episodio del famoso Coyote Peterson en YouTube en el que recibía un piquete brutal de uno de esos avispones. Además de su tamaño, el avispón posee una apariencia característica: tiene un rostro caricaturescamente feroz, con ojos en forma de gota como los del Hombre Araña, rayas naranjas y negras que se extienden por su cuerpo como si fuera un tigre y alas largas y delgadas como las de una pequeña libélula.

Kornelis contactó a las autoridades del estado, quienes confirmaron que se trataba de un avispón asiático gigante. Poco después se enteraron de que un apicultor de la zona también había encontrado uno de los avispones. Looney afirmó que supo de inmediato que el estado enfrentaba un grave problema, pero teniendo solo dos ejemplares del insecto y con el invierno aproximándose, era casi imposible determinar a qué grado se había establecido la especie.

En el transcurso del invierno, los biólogos agrícolas del estado y los apicultores locales comenzaron a trabajar, preparándose para la próxima estación. Ruthie Danielsen, una apicultora que ha ayudado a organizar a sus colegas para combatir al avispón, desenrolló un mapa sobre el cofre de su auto y señaló los lugares donde los apicultores han colocado trampas en todo el condado de Whatcom. “La mayoría de las personas temen que les pique uno de ellos”, dijo Danielsen. “Nosotros tememos que vayan a destruir por completo nuestras colmenas”.

No conforme con este nivel de incertidumbre, y misterio, se descubrieron otros avispones asiáticos gigantes a lo largo de la frontera con Canadá. En noviembre, se vio a un solo avispón en White Rock, Columbia Británica, a unos 16 kilómetros de distancia de los que se descubrieron en el estado de Washington, probablemente demasiado lejos para que los avispones pertenecieran a la misma colonia. Incluso antes, se había descubierto una colmena en la isla de Vancouver a través de un estrecho que probablemente era demasiado ancho para que el avispón lo hubiese cruzado desde el territorio continental.

Los equipos lograron localizar la colmena en la isla de Vancouver. Conrad Bérubé, apicultor y entomólogo del poblado de Nanaimo, fue asignado para exterminarlo. Partió por la noche, cuando los avispones debían estar en su nido. Se puso unos pantalones cortos, pantalones gruesos y su traje de apicultor. Se colocó unos brazaletes de Kevlar (poliparafenileno tereftalamida) en los tobillos y las muñecas. No obstante, cuando se acercaba a la colmena, narró, el crujir de los arbustos y el destello de su linterna despertó a la colonia. Antes de que pudiera rociar el nido con dióxido de carbono, sintió los primeros piquetes agudos en su pierna, a través del traje de apicultor y los pantalones que traía debajo. “Fue como si me estuvieran clavando tachuelas calientes en la piel”, explicó. Terminó con al menos siete piquetes y de algunos emanaba sangre.

Jun-ichi Takahashi, un investigador de la Universidad de Kyoto Sangyo en Japón, dijo que la especie se había ganado el sobrenombre de “avispón asesino” porque sus ataques agresivos en grupo pueden exponer a sus víctimas a dosis de veneno tóxico equivalente al de una serpiente venenosa. Una serie de picaduras puede ser fatal. La misma noche en la que Bérubé recibió las picaduras logró eliminar el nido y recolectar muestras, pero al día siguiente, le dolían las piernas, como si tuviera gripe. De las muchas veces en las que le han picado insectos en su vida laboral, las picaduras de avispones gigantes asiáticos fueron las más dolorosas, dijo.

Después de recoger al avispón encontrado en el área de Blaine, los funcionarios estatales le quitaron parte de una pata y lo enviaron a un experto en Japón. También se envió una muestra del nido de Nanaimo. Un análisis genético que finalizó en las últimas semanas concluyó que el nido de Nanaimo y el avispón cerca de Blaine no estaban relacionados, afirmó Telissa Wilson, bióloga de plagas del estado, lo que significaba que tal vez habían entrado por dos puntos distintos a la región.

Hace poco, Looney recorrió Blaine con frascos transparentes que había convertido en trampas improvisadas; las trampas tradicionales disponibles para avispas y abejas tienen agujeros demasiado pequeños para el avispón asiático gigante. Llenó algunos frascos con jugo de naranja mezclado con licor de arroz, otros con kéfir mezclado con agua y una tercera tanda con cebos experimentales… todo con la esperanza de atrapar a una reina que saliera a buscar un lugar para construir un nido. Las colgó de árboles, y etiquetó geográficamente cada ubicación con su teléfono.

En una región con hábitats boscosos tan extensos en los que los avispones podrían establecerse, la tarea de encontrarlos y eliminarlos es desalentadora. ¿Cómo encontrar guaridas que puedan estar ocultas bajo tierra? ¿Y dónde mirar, dado que una de las reinas puede volar muchos kilómetros al día, a velocidades de hasta 32 kilómetros por hora?

Los kilómetros de paisajes boscosos y el clima templado pero húmedo de la parte occidental del estado de Washington la hacen una ubicación ideal para que el avispón se propague. En los próximos meses, dijo Looney, él y más personas planean colocar cientos de trampas más. Los funcionarios estatales han trazado el plan en una cuadrícula, comenzando en Blaine y avanzando hacia las afueras.

El zumbido de la actividad dentro de un nido de avispones gigantes asiáticos puede mantener la temperatura interior a hasta 30 grados centígrados, por lo que los rastreadores también están explorando el uso de imágenes térmicas para examinar los suelos del bosque. Más tarde, también pueden probar otras herramientas avanzadas que podrían rastrear el sonido característico que hacen los avispones en vuelo.

Si logramos atrapar a un avispón, dijo Looney, podríamos usar etiquetas de identificación por radiofrecuencia para monitorear hacia dónde se dirige, o simplemente colocarle un banderín y seguirlo hasta que vuelva a su nido. Aunque muchas abejas no podrían volar con un marcador tan invasivo, eso no sucede con el avispón asiático gigante. Tiene el tamaño suficiente para llevar una carga extra.

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