Fuente: https://www.nytimes.com
MADRID
— Una pintura de Perú que se expone en préstamo en el Museo del Prado
captura un momento extraordinario del encuentro colonial entre España y
el Nuevo Mundo. El lienzo anónimo del siglo XVIII retrata la boda de una
princesa inca y un conquistador, de la que son testigos los incas en
ropajes dorados y funcionarios de la iglesia católica que aparecen
ataviados con capas negras. Detrás
de la armonía en la composición del lienzo subyace una historia de
derrota y devastación. A pesar de ello, la unión que plasma marca el
nacimiento de la cultura mestiza, cuyo arte no se había reconocido sino
hasta este momento.
“Esta
es la primera vez que exponemos una pintura colonial proveniente del
continente americano”, comentó el director del Prado, Miguel Falomir, en
una entrevista telefónica. El Prado posee “entre quince y veinte”
pinturas hechas en las otrora colonias españolas, comentó, pero se
encuentran bajo el resguardo del Museo de América, dedicado a la
etnografía. Nunca se habían expuesto al lado de los antiguos maestros
europeos.
Desde
hace siglos, “este arte ha sido considerado como de segunda clase”,
comentó Falomir. “Eso, gracias a Dios, ha cambiado”. El “Matrimonio de
Martín de Loyola con Doña Beatriz Ñusta” se pintó durante el Virreinato
de Perú. Desde 1542, y durante casi tres siglos, los virreyes gobernaron
varias regiones de Suramérica en nombre del reino español.
Aunque
fue una época de explotación feudal y conversión religiosa forzada,
también hubo un gran florecimiento cultural. Los artistas locales
aprendieron a pintar con estilos populares en España, introduciendo
paisajes tropicales, maíz, conejillos de Indias y pericos en escenas
bíblicas, y mezclando el Renacimiento, el Barroco y los símbolos incas. La
pintura, que pertenece al Museo Pedro de Osma de arte colonial en Lima,
Perú, se encuentra actualmente en préstamo en el Museo del Prado hasta
el 28 de abril. Su exposición en el museo nacional de España durante la
celebración de su bicentenario sugiere un cambio importante en la forma
en la que el arte colonial de América Latina es visto aquí.
Además,
coincidió con un llamado por parte del presidente de México, Andrés
Manuel López Obrador, para que el rey de España y el papa pidan perdón
por el daño ocasionado a los pueblos indígenas durante la conquista
española de América Latina. La propuesta, que llegó a los titulares y
fue rechazada por el gobierno español, da cuenta de que la historia
imperial sigue siendo tremendamente divisoria en ambos lados del
Atlántico. No
obstante, el arte podría ser un medio para volver a analizar el legado
de 500 años de la conquista sin rencores ni posturas políticas.
“El
arte, por supuesto, es una forma de entender lo que ocurrió durante el
periodo colonial”, comentó en una entrevista telefónica Pedro Pablo
Alayza, director del Museo Pedro de Osma. “La historia colonial es
traumática”, agregó. “Pero no podemos adentrarnos en el futuro sin
repensar nuestro pasado”. El
Museo del Prado es uno de los doce museos y galerías importantes que
inauguraron exposiciones de arte peruano en febrero, en paralelo con
ARCOmadrid, la feria de arte anual, en la que Perú fue el país invitado.
Esas exposiciones ofrecen lo que su coordinadora, Fietta Jarque, define
como “un curso exprés de arte peruano”.
El
público español encontrará un capítulo faltante de su propia historia,
comentó. “En las escuelas españolas se enseña muy poco sobre los tres
siglos de cultura en común”, añadió Jarque, crítica y curadora peruana
que reside en España. Esto se debe en parte a “un sentimiento de culpa
por la conquista”, afirmó la curadora. El
arte precolombino, cuyas huellas y técnicas no fueron eliminadas por el
gobierno colonial español, siguen siendo “materia prima” para los
artistas peruanos, comentó en una entrevista Sharon Lerner, curadora de
arte contemporáneo del Museo de Arte de Lima (MALI).
Por ejemplo, la exposición “Nasca. Buscando huellas en el desierto”,
que se encuentra en el Espacio Fundación Telefónica hasta el 19 de
mayo, explora una cultura preincaica conocida por sus dibujos
monumentales en la tierra. Estos diseños inspiraron a los artistas
modernistas que forman parte de la exposición titulada “Redes de Vanguardia. Amauta y América Latina, 1926-1930”
en el Museo Reina Sofía hasta el 27 de mayo. Esta exposición muestra
cómo Amauta, una revista peruana fundada en la década de 1920 de breve
duración, pero con una gran influencia, fomentó un espíritu de apertura e
intercambio entre los indígenas latinoamericanos y las culturas
hispanas. Sin
embargo, la artista peruana Sandra Gamarra mencionó en una conversación
telefónica que en su país seguían persistiendo formas menos
progresistas de pensar. “El sistema colonial sigue vivo en Perú”,
afirmó. “La idea de la raza, de los distintos niveles de humanidad, está
en nuestra cultura. Aprendemos a ver a través de categorías y a través
del arte”, agregó.
Los
retratos familiares de Gamarra (que parecen fotografías viradas a
sepia, pero que están pintados con óxido de hierro) se expusieron en
ARCOmadrid y se inspiran en pinturas de la época colonial que
representan el fruto de las uniones interraciales. Había ciertas
clasificaciones: criollo (nacido en el continente americano de padres
europeos), mestizo (hijo de un español y un amerindio), y así
sucesivamente. Estas llamadas “pinturas de casta” muestran que la
sociedad colonial española estaba muy consciente de la raza, si bien
abundaba el mestizaje.
En
Perú persiste el legado de estratificación. Alayza, director del Museo
Pedro Osma, mencionó que: “la diversidad es tanto una fuente de riqueza
en el país como de sus problemas con el racismo”. No obstante, agregó,
“la principal meta es entendernos”. Teniendo,
en cierta medida, esta finalidad en mente, el ministerio de Cultura de
Perú comenzó, de manera vacilante, a apoyar el arte contemporáneo.
Aunque fueron curadores independientes quienes promovieron las
exposiciones de Madrid, el gobierno peruano las financió, como parte de
un programa cultural previo al bicentenario de la independencia del país
en 2021.
Muestras
como “Amazonías”, abierta al público en Matadero Madrid, coloca
instalaciones de video junto a evocaciones alucinógenas del mundo
espiritual y reflexiona sobre cómo están cambiando las actitudes en
Perú. Hasta hace poco, comentó Felix Losso, funcionario del ministerio
de Cultura, “habría sido impensable ver a artistas amazónicos cuya
lengua materna no era el español compartiendo el mismo espacio con
artistas urbanos de Lima. No lo habríamos reconocido como arte
contemporáneo, sino como una artesanía exótica”.
Al
igual que la pintura de la escuela de Cusco que ahora el Prado ve con
otros ojos, la estética del arte indígena de Perú es mejor comprendida
en la actualidad. A pesar del cataclismo de la conquista, ese mundo, y
su arte, nunca desaparecieron por completo.
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