La capital del estado de Guanajuato transmite alegría. Las fachadas que
flanquean sus tres mil callejones –angostos y retorcidos pasadizos que
se ciñen a la orografía del terreno– lucen vibrantes colores. Paseamos
por calles y plazas descubriendo templos, teatros y rincones curiosos en
compañía de la guanajuatense Adriana Sánchez, que también nos muestra
una imagen de conjunto de la urbe desde el elevado mirador del monumento
al Pípila, héroe de la guerra de independencia mexicana en la toma de
la alhóndiga de Granaditas. Guanajuato era un importante centro
económico en tiempos del virreinato de Nueva España debido a sus minas
de oro y plata. Todavía hoy se pueden visitar algunas de aquellas
históricas explotaciones, como la mina de la Valenciana. La maestría en
la perforación de galerías propició la construcción de pasadizos y e
incluso una calle subterránea en la ciudad, un peculiar urbanismo que
conocemos con Jorge Luis Cabrejos, de la secretaría de turismo del
estado. Además Juan Manuel Rendón, director de promoción turística de la
oficina de convenciones de Guanajuato, nos muestra el insólito museo de
momias de la ciudad.
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