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El también arqueólogo peruano Gabriel Ramón, en una reseña sobre dicho libro publicada en el Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos,
señala: “La mera presencia de un indio, como Tello, en el panteón
académico peruano de la primera mitad del siglo XX, es un hecho
relevante, una valiosa anomalía en la historia peruana, y aparentemente
continental. Que este mismo personaje haya propuesto una lectura del
pasado que todavía tiene fuerte impacto en la educación escolar, en los
museos y en los manuales es aún más notable”.
Recordemos
que Tello nació en Huarochirí, sierra de Lima, en una modesta familia,
el 11 de abril de 1880. Desde muy niño, destacó por su inteligencia. Su
traslado a la capital, durante su adolescencia, fue determinante para su
formación académica. Tras terminar la secundaria en el colegio Guadalupe, ingresó a la Universidad de San Marcos para estudiar, primero, Medicina, y luego Ciencias Sociales. Más tarde realizó una maestría en la Universidad de Harvard, Estados Unidos. Y ambos centros de estudio lo impulsaron en su investigación de la historia del Perú antiguo.
La expedición
de 1919, organizada por San Marcos, no fue el primer trabajo de campo
de Tello, pero sí la primera que tuvo a su cargo. El arqueólogo César Astuhuamán
recuerda que en 1916 Tello participó en distintos estudios de
campo promovidos por la Universidad de Harvard en la zona norte del
país, específicamente en Piura. “Esa fue una de las experiencias más
importantes en su carrera”, dice.
Para la expedición de 1919 Tello formó un equipo compuesto por dos estudiantes de medicina, dos dibujantes de la Escuela Nacional de Bellas Artes y dos ayudantes. El historiador Raúl Hernández explica, en el artículo “Arqueólogos, huaqueros y autoridades locales en Chavín (1870-1945)”,
que en este viaje hay poco trabajo arqueológico. “Tello registra los
restos que están a la vista y comienza a intervenir en lo que será su
principal aporte: la organización del sitio arqueológico”, añade. Sin
embargo, es en este viaje que descubre el lanzón monolítico y, con ello,
empieza a sentar las bases de los estudios arqueológicos en el Perú.
Hernández
cuenta que Tello califica al lanzón como la obra más completa y
artística del genio humano y dedica varias páginas de su libro de notas a
una minuciosa descripción de cada detalle. “Por un lado, realiza una
interpretación de las representaciones que le permite fundamentar
su principal apuesta intelectual: el origen endógeno de la cultura
andina. Por otro lado, la minuciosa descripción le sirve para defender
su otra gran cruzada: la idea de que solo los arqueólogos profesionales
estaban capacitados para entender el verdadero significado de los restos
prehispánicos”, explica.
Cuatro fueron las expediciones a Chavín que encabezó Julio C. Tello, y muchas las anotaciones, teorías, estudios y análisis que salieron de ellas. Por ejemplo, señaló que Chavín supone el inicio de la civilización peruana, y que fueron personas procedentes de la Amazonía
quienes la fundaron. Teorías que el tiempo, la ampliación de las
investigaciones en la zona y los avances de la arqueología y la historia
aún se debaten.
El profesor y arqueólogo Peter Kaulicke,
por ejemplo, señala que no hay pruebas fehacientes de que los primeros
habitantes de Chavín hayan venido de la Amazonía. Él considera que el
origen de Chavín puede hallarse en la costa norte, tal vez en Sechín, asiento cultural ubicado también en el departamento de Áncash.
Y sobre Chavín como el origen de la civilización peruana, tiene también una postura muy crítica: “Ya la doctora Ruth Shady y sus estudios sobre Caral
nos han mostrado que eso no es exacto. Chavín es un sitio
extraordinario, pero no es el modelo total de una época, en este caso el
periodo formativo. Tello convirtió este sitio en una especie de
doctrina, porque para él era importante tener ese símbolo sobre una
identidad originaria que pudiera servir para la posteridad. Él hizo
mucho por conocer más el sitio y relacionarlo con muchos otros, e
hizo un magnífico trabajo, pero creo que Chavín es un lugar muy
elaborado, sofisticado, y eso no representa el inicio de algo, sino una
consolidación” Kaulicke
coincide con quienes señalan que Chavín ha sido una suerte de santuario
interregional, un punto de encuentro o de peregrinación, “un centro
ceremonial excepcional dependiente de otras sociedades”.
El arqueólogo John Rick, profesor de la Universidad de Stanford,
está a punto de cumplir 26 años trabajando en Chavín. Para él, Chavín
es el sueño de un arqueólogo. “El sitio es muy bondadoso en términos de
descubrimientos. Es difícil hacer cualquier acción sin encontrar algo en
el camino. El sitio regala conocimientos. Después de 25 años, yo pienso
que puedo predecir lo que vamos a encontrar en cada campaña de campo,
pero cada año el sitio me sorprende”, explica.
Con autorización del Ministerio de Cultura y el apoyo de la empresa privada y la universidad, el profesor Rick encabeza el equipo del Programa de Investigación Arqueológica y Conservación Chavín de Huántar.
“Estamos aprendiendo a entender el idioma de la arquitectura, por lo
que analizando los muros del complejo arqueológico vamos entendiendo
como evolucionó esta sociedad. Cuando detectamos cambios en el estilo de
construcción o en los acabados, deducimos que algo sucedió en
determinado momento. En estas interpretaciones vamos convirtiendo
arqueología en historia”, señala.
Y añade:
“Solo para dar un ejemplo: en los dos últimos años se han estado
excavando galerías nuevas. Para dicho trabajo se han utilizado
innovadores y pequeños robots, que pueden acceder fácilmente a espacios
subterráneos”. Es decir, imagínese, usted, algo así como pequeñas
réplicas de Wall-E recorriendo los vericuetos de nuestro pasado prehispánico para ayudarnos a entenderlo y encontrar respuestas.
En este
proceso el equipo ha involucrado también a personas de las comunidades
aledañas, ciudadanos cuyo papel hasta entonces había sido el de ser
guardianes involuntarios de vestigios prehispánicos.
Raúl Hernández explica
que los residentes en las zonas alrededor del monumento de Chavín
se han autodenominado desde siempre excelentes huaqueros; incluso,
cuando llegaron los primeros exploradores a la zona, reportaron que
muchos hogares tenían entre sus adornos piezas arqueológicas sacadas del
templo. Pero, en un punto de la historia, estos bienes empezaron a ser
“recuperados” por el Estado de manos de los lugareños.
La relación
entre arqueólogos profesionales y los locales no fue sencilla desde el
inicio. Existió colaboración pero también competencia. En la actualidad
el equipo especial que trabaja en el Monumento Arqueológico de Chavín está compuesto también por profesionales del lugar. Y este esfuerzo se ve también en el trabajo que realiza el Museo Nacional Chavín, bajo la dirección de la arqueóloga y museóloga Natalia Haro.“Desde
el museo hemos establecido una política de acercamiento con la
comunidad. Si ellos no vienen a nosotros, nosotros vamos a ellos.
Queremos generar más interés y ellos tienen buena disposición. Estamos
haciendo un diagnóstico de lo que necesita la comunidad para sentirse
involucrada. Este año hicimos un taller en el que conversamos con los docentes
sobre lo que esperan ellos de un museo nacional. También asistimos a
los colegios llevando réplicas para que los estudiantes conozcan
las cosas y la historia que se guarda en este espacio”.
Haro
reconoce que de parte de la comunidad hay mucha apertura, pero no tanto
interés. Por eso, ella ha se ha propuesto trabajar para que haya una
apropiación de la comunidad no solo del museo, sino también del
monumento.
El distrito
de Chavín es zona arqueológica. Cada persona que realiza alguna
modificación en su espacio, en su casa, en su calle, puede
fácilmente chocarse con la historia. Encontrar piezas arqueológicas en
el lugar puede ser moneda corriente. Personas como Natalia Haro han
asumido como suya la labor pedagógica de ayudar a entender a la
población que, si alguno de ellos se ve en esta situación, puede
entregar lo hallado a las autoridades correspondientes de forma segura,
sin temor a ser denunciado. Es, pues, otra forma de comprometerse con el
cuidado de una zona donde la historia del Perú antiguo sigue palpitando
fuerte.
MÁS INFORMACIÓN
- Unraveling the Mystery: The San Pedro Cactus and the Creation of Andean Civilization at Chavin de Huantar
- Conferencia del Dr. Federico Kauffmann en la conmemoración del nacimiento de Julio C Tello
- Cita CCXVIII: Chavín de Huántar
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