“La muerte en un caballo pálido”, por Benjamin West,
en el Instituto de Artes de Detroit
Fuente: https://www.nytimes.com
Hace tiempo que Shamain Webster, quien
vive en los suburbios de Dallas, ve las señales de un inminente
apocalipsis, tal como el que la Biblia predijo. “Se
levantará reino contra reino”, le enseñó Jesús a sus discípulos en el
evangelio de Lucas. Webster ve una amplia división política en este
país. Habrá terror y grandes señales del cielo, dijo Jesús. Ella ve cómo
se desvanecen los valores bíblicos. Un gobierno que no actúa en el
mejor interés de las personas. Y ahora esto, una pandemia.
Pero
Webster, una cristiana evangélica de 42 años, no tiene miedo. Ha estado
escuchando en línea a uno de sus predicadores favoritos, quien ha dicho
que la pandemia del coronavirus es una “restauración divina”. “Este
tipo de momentos realmente te hacen revaluar todo”, afirmó Webster.
Mientras todos pasamos por un periodo de aislamiento, añadió, Dios está
usando este momento para el bien, “para enseñarnos y entrenarnos en cómo
vivir mejor la vida”.
Para personas de
muchos credos, e incluso para los que no tienen ninguno, últimamente hay
una sensación de que el fin del mundo está cerca. No solo hay una
plaga, sino que cientos de miles de millones de langostas están pululando en África Oriental. Incendios forestales han devastado Australia y exterminado a innumerables animales. Un terremoto reciente en Utah sacudió incluso el templo de Salt Lake hasta la punta de su icónica torre, lo que causó que la trompeta de oro se cayera de la mano derecha del ángel Moroni.
Sin
embargo, la historia del apocalipsis es bastante antigua, es una de las
más antiguas que los humanos cuentan. En las tradiciones ancestrales
religiosas más allá del cristianismo —incluyendo el judaísmo, el islam y
el budismo— es una narrativa común que surge en momentos de crisis
sociales y políticas, cuando la gente intenta procesar eventos
impactantes.
La palabra original en griego — apokalypsis— significa un desvelamiento, una revelación. “No
es solamente sobre el fin del mundo”, afirmó Jacqueline Hidalgo,
catedrática de religión en el Williams College en Massachusetts. “Nos
ayuda a ver algo que estaba escondido”.
Mientras
la pandemia empuja a los Estados Unidos y a la mayoría del mundo a un
nuevo orden social y económico, quienes estudian y practican religiones
encuentran verdades más profundas que se van develando.
La crisis revela desigualdades en la atención médica, divisiones de
clase y el hecho de que los trabajadores más importantes de la sociedad
estadounidense se encuentran entre los peor remunerados, afirmó Jorge
Juan Rodríguez V, doctorando en historia de la religión en el Seminario
Teológico de la Unión en Nueva York.
“Lo que se está revelando son las fallas
que siempre han existido en el sistema”, dijo. “Hasta ahora las estamos
notando porque el sistema está estresado”.
Alrededor
del 44 por ciento de los posibles votantes en Estados Unidos ven la
pandemia del coronavirus y la crisis económica como un llamado al
despertar de la fe, una señal del juicio venidero de Dios o ambos, según
una encuesta encargada por The Joshua Fund, un grupo evangélico
dirigido por Joel C. Rosenberg, quien escribe sobre el fin del mundo, y
que fue realizada la semana pasada por McLaughlin & Associates, la
encuestadora que trabaja para el presidente Donald Trump y otros
republicanos.
David Jeremiah, un
pastor que se ha convertido en uno de los asesores evangélicos
informales de Trump, se preguntó en un reciente sermón si el coronavirus
era una profecía bíblica y calificó a la pandemia como “la cosa más
apocalíptica que nos ha pasado”.
Entre
los cristianos, una de las narrativas apocalípticas más conocidas es el
libro de las Revelaciones del Nuevo Testamento, el cual cuenta la
historia de la derrota de una bestia malvada, un juicio final divino y
la llegada de la Nueva Jerusalén.
Si
bien muchos eruditos bíblicos interpretan el libro como una historia
sobre la destrucción de los sistemas políticos corruptos, muchos
cristianos evangélicos creen que describe el rapto o arrebatamiento: el
regreso de Jesús para salvar a los creyentes durante un periodo de
tribulación.
En Keller, Texs, Joshua
Johnson, de 46 años, pasa el tiempo leyendo la historia e interpretando
sus símbolos, escritos hace casi dos mil años, en términos modernos.
Busca el surgimiento de lo que la historia llama “marca de la bestia”,
una señal demónica que todas las personas estarán obligadas a llevar.
Se pregunta si Jesús volverá en 2028, 10 años después de que Trump trasladó la embajada de Estados Unidos en Israel a Jerusalén,
algo que interpreta como una señal profética. “Le digo a mis hijos,
creo que somos esa generación”, comentó Johnson, que particcipa en
Gateway Church, una de las iglesias evangélicas más notables del país.
En Estados Unidos, donde el cristianismo
es la religión dominante, cerca del 40 por ciento de los adultos
estadounidenses creen que Jesús definitiva o probablemente regresará a
la tierra antes del 2050, lo que incluye a 1 de cada 5 personas sin
afiliación religiosa, según el Centro de Investigaciones Pew.
Algunos
cristianos evangélicos están esperanzados por la promesa de que Dios
los ha salvado para la eternidad, una sensación de seguridad entre tanta
incertidumbre.
“Para mí personalmente
es un simple recordatorio de que Dios es soberano”, dijo Mark Lovvorn,
de 65 años, quien asiste a la iglesia First Baptist Dallas y es
presidente del Providence Bank of Texas. “Independientemente de lo que
pase en el mundo tenemos esa certeza”.
Durante
siglos, las tradiciones religiosas no solo han ofrecido una manera para
que los humanos entiendan los momentos apocalípticos. Con el paso del
tiempo, estos momentos de crisis también han moldeado a la religión.
Algunas
de las especulaciones apocalípticas más antiguas se encuentran en las
escrituras judías, en historias como el libro de Daniel, cuando la época
helenística dio paso a los romanos alrededor de los siglos II y I a.C. y
las comunidades judías sufrían una violenta persecución. Algunos judíos
volvieron a hacer conjeturas sobre el final de los tiempos cuando el
ejército romano destruyó el Segundo Templo en Jerusalén en el año 70
d.C.
Mientras los primeros cristianos
recurrían a un salvador externo y los romanos continuaban aplastando
rebeliones, los líderes judíos se dieron cuenta de que necesitaban
sobrevivir en el mundo tal como lo conocían, explicó David Kraemer,
bibliotecario jefe y profesor de Talmud y cuestiones rabínicas en el
Seminario Teológico Judío, en Nueva York.
Los rabinos
desarrollaron un sistema en el que los judíos podían vivir en cualquier
lugar, bajo cualquier gobierno y tener vidas significativas conectadas
con sus vecinos y con Dios.
“Ese fue
el judaísmo que permitió que los judíos sobrevivieran a la persecución,
las plagas, los siglos medievales y hasta la modernidad temprana, que
fue en varios sentidos los periodos más difíciles”, afirmó Kraemer.
Cada
año, la celebración de la Pascua hebrea, la cual comienza la próxima
semana y relata las diez plagas del libro del Éxodo, es un recordatorio
de la redención de Dios. El Séder de Pésaj “dice que ya hemos pasado por
circunstancias difíciles y las superaremos”, afirmó.
En
la tradición musulmana, el Corán relata historias de plagas y de un
terremoto final que destruirá la tierra, así como historias sobre
encontrar a Dios en el mundo creado.
Sin
embargo, en el islamismo tradicional hay una distinción entre el fin
del mundo y el concepto del apocalipsis, afirmó Amir Hussain, profesor
de teología de la Universidad Loyola Marymount en Los Ángeles. El
apocalipsis también se refiere a lo que sucede cuando abrimos nuestros
ojos.
“Mira la creación, mira los
océanos”, dijo Hussain, reflexionando sobre uno de sus pasajes favoritos
en el Corán, que trata sobre la misericordia de Dios. “¿Cuánto mejor es
tener ese entendimiento durante este tiempo de vida?”.
En
el budismo, el tiempo es cíclico, no lineal, lo que hace que el
apocalipsis sea tanto un final como un principio. “El apocalipsis
sucede, y luego comienza un nuevo orden: un nuevo orden social y moral”,
afirmó Vesna Wallace, profesora de budismo de la Universidad de
California en Santa Bárbara. “La historia se repite”.
Los relatos
apocalípticos en las escrituras budistas comparten temas similares, y
por lo general incluyen a un gobernante injusto, desigualdad social,
plagas y frutas que no maduran, explicó Wallace, refiriéndose a textos
de los siglos V y XI. La hierba se torna en cuchillas e incluso el
sentido del gusto desaparece (como uno de los presuntos síntomas del coronavirus).
En
la tradición budista, el apocalipsis llega como resultado del karma
colectivo —las acciones de todos unos hacia otros y hacia el mundo— lo
que significa que el resultado puede variar incluso en la circunstancia
actual. “Ahora la gente es más bondadosa hacia los demás y pasan más
tiempo con sus familias”, dijo Wallace. “Es como una advertencia para
cambiar el rumbo de las acciones, para traer de vuelta la compasión, la
empatía, para desarrollar igualdad social”.
La vida
estadounidense moderna y secular está llena de sus propias visiones
apocalípticas. Las películas y los programas de televisión representan
la civilización al borde de la extinción. The Walking Dead explora la vida en medio del apocalipsis zombie. Los juegos del hambre presenta un futuro distópico tras conflictos y desastres ecológicos que han destruido gran parte del mundo.
Una
estructura binaria y contrastante —donde la división entre el bien y el
mal y el antes y el después es clara—resulta atractiva cuando la
sociedad está fracturada, dijo la doctora Hidalgo, la profesora de
Williams.
“El apocalipsis es un guion
flexible”, dijo. “La sensación de un maligno compartido hacia afuera
realmente puede unir a la gente”. También
es un recordatorio de que en varias tradiciones el recuerdo de las
crisis pasadas puede ofrecer esperanza: la de saber que los humanos han
sobrevivido antes otros momentos como este, y esperanza en que las
verdades reveladas se conviertan en un llamado a la acción.
“Los ídolos del país están quedando al
descubierto” aseguró Ekemini Uwan, teóloga pública y copresentadora del
podcast “Truth’s Table”. “Hay personas promoviendo que lancemos a
nuestros abuelos al matadero, que los sacrifiquemos en el altar del
capitalismo”, añadió en referencia a los líderes republicanos que han sugerido que los ancianos estadounidenses podrían estar dispuestos a sacrificarse para salvar empleos.
Por
demasiado tiempo, Estados Unidos ha estado en “terapia intensiva
espiritual”, confiando en su propia invencibilidad, afirmó Uwan. “¿Es
el fin del mundo? Quizá sí, quizás no”, afirmó. “Pero debemos estar
preparados. Necesitamos aprender a contar nuestros días, porque
realmente no sabemos cuándo exhalaremos nuestro último aliento”.
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