EL ORIGEN DEL RÍO
AMAZONAS
Jorge Flores Salas
El
lugar de origen del río Amazonas ha sido objeto de intensos debates entre
geógrafos y especialistas, los cuales han situado dicho hito geográfico en
diversos puntos; la unión del río Ucayali y el río Marañon, la unión del río
Urubamba y el río Tambo, las Lagunas de Lauricocha, el río Huallaga, el río
Beni en Bolivia que juntándose con el río Madre de Dios dan origen al río
Madeira. Si revisamos los siguientes datos caeremos en cuenta de que no es fácil
determinar el lugar preciso de origen de semejante coloso, la cuenca del
Amazonas es la más grande del planeta con mas de seis millones de kilómetros
cuadrados.; las cuencas de sus principales afluentes, el río Marañon y el río
Ucayali, cubren mas del setenta por ciento del territorio peruano; su cauce
varía entre cuatro mil y seis mil metros cúbicos (ocho mil en épocas de
creciente) su desembocadura en el Atlántico forma un estuario de cuatrocientos
kilómetros penetrando sus aguas hasta ciento cincuenta kilómetros. Imaginen
entonces lo difícil que puede resultar determinar cual es el lugar en el que
este río tiene su afluente más distante. Un creciente número de Geógrafos
señala como punto de origen del río Amazonas a la quebrada Carhuasanta ubicada
en la provincia de Caylloma, departamento de Arequipa; sin embargo ninguno de
los datos antes mencionados me dan consuelo o ayudan mientras asciendo
penosamente por una empinada senda que me conducirá al origen del río amazonas.
Una ventisca de nieve nos rodea y lo cubre todo de blanco, reduciendo nuestra
visibilidad a pocos metros, pronto mis dos compañeros , Héctor y Vito, no son
sino borrosas figuras delante mío, a mi izquierda puedo ver como se levanta una
pendiente cuya inalcanzable cumbre sólo se intuye perdida entre las nubes y la
nieve; pronto dejamos de vernos y sólo las radios nos permiten mantenernos
comunicados.
Una
cruz de metal de un metro de alto colocada sobre un montículo de piedras a
cinco mil doscientos metros sobre el nivel del mar marca el hito cimero del
Abra Apacheta, finalmente hemos llegado al divisorio de aguas de la Cordillera
del Chila, pero la ventisca no nos ha querido dar tregua, así que sólo deseo
bajar por el otro lado de la montaña, encontrar un lugar en el que pueda
levantar mi carpa, meterme dentro de la bolsa de dormir, calentarme, comer
algo. Con las ultimas luces del día encontramos un promontorio de tierra no
inundado en el bofedal de la quebrada Apacheta y montamos el campamento, nos
espera una noche inclemente y helada como muchas otras noches pasadas a estas
alturas, sólo me reconforta pensar en la tibia luz del sol por la mañana, miro
el reloj, son las ocho, tenemos una la larga noche por delante, trato de dormir
y cuando lo consigo el frío me despierta, nuevamente miro el reloj, han pasado
sólo 10 minutos, siento la mitad de mi cuerpo helado, me doy vuelta y duermo y
me despierta el frió, miro el reloj otra vez, nuevamente 10 minutos más en una
noche que se me hace eterna, son las rutinas nocturnas y heladas en la Cordillera
del Chila. Al despuntar el sol por la mañana el agua que tengo para beber se ha
congelado en sus recipientes y una fina capa de escarcha cubre por dentro y por
fuera el techo de la carpa, pero la vida del bofedal celebra y festeja
agradecida la luz del nuevo día y entonces me siento mas vivo que nunca, la
noche fría pronto se olvida y solo nos deja la inmensidad de los bofedales y
sus aves que forrajean en la hierba, las alpacas que pastan apacibles en sus
rebaños y las vizcachas que desde los roquedales corren unas detrás de otras y
nos miran ariscas y tímidas, el agua forma pequeños saltos y charcos, pequeñas
florecillas lilas salpican las verdes pasturas y agradezco estar aquí y no en
cualquier otro lugar del mundo.
El
origen del río Amazonas es un conjunto de quebradas y bofedales, las quebradas
se llaman Apacheta, Cacasanta, Silanque y Carhuasanta, de ellas, la última es
en la que se ha establecido el curso de agua más distante, con un día mas de
camino hemos dejado la quebrada Apacheta atrás y entramos por la quebrada
Carhuasanta, es una quebrada ancha, no particularmente distinta a las demás. En
su inicio hay un conjunto de cuatro o cinco cabañas de piedra, algunas familias
de pastores viven estacionalmente aquí mientras conducen sus rebaños por estas
heladas y altas tierras, mis noches frías de campamento son sólo una noche más
para estos pastores, los he visto niños, adultos y ancianos andar descalzos y
precariamente abrigados, caminando varios Kilómetros con vetustas radios bajo
el brazo, radios de las que se escuchan voces en Quechua y canciones
vernáculas, llevan vidas solitarias y duras en los bofedales alto andinos. La
última vez que estuve aquí encontré dos huérfanos y a su abuelo que me contaban
como un puma se comía a las crías de alpaca de su rebaño.
Por
fin llegamos al fondo de la quebrada y preferimos descansar un poco, al
despertarnos vemos otra vez las nubes grises cargadas de lluvia y nieve que
vuelven blanca lo que hasta hace muy poco era la verde quebrada Carhuasanta.
Una pared de piedra se cierne delante nuestro, sobre ella están las cumbres del
Mismi, la montaña desde donde baja el agua de los deshielos; deja de nevar y
súbitamente todo recobra su verdor nuevamente, ahora el agua bulle por todas
partes y comienza su largo viaje hacia el Atlántico, empantana nuestras sendas,
algunas plantas de ichu conservan aun sus cristales de hielo y un avecita rufa
amarilla y negra canta perchada en una roca, las florecillas lilas se vuelven a
abrir al derretirse la nieve y mi pobre alma recuerda que sólo resta conducir
este cansado cuerpo de vuelta a casa.
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