sábado, 17 de diciembre de 2011

Artículo: ¿Donde nace el Amazonas?


EL ORIGEN DEL RÍO AMAZONAS 

Jorge Flores Salas


El lugar de origen del río Amazonas ha sido objeto de intensos debates entre geógrafos y especialistas, los cuales han situado dicho hito geográfico en diversos puntos; la unión del río Ucayali y el río Marañon, la unión del río Urubamba y el río Tambo, las Lagunas de Lauricocha, el río Huallaga, el río Beni en Bolivia que juntándose con el río Madre de Dios dan origen al río Madeira. Si revisamos los siguientes datos caeremos en cuenta de que no es fácil determinar el lugar preciso de origen de semejante coloso, la cuenca del Amazonas es la más grande del planeta con mas de seis millones de kilómetros cuadrados.; las cuencas de sus principales afluentes, el río Marañon y el río Ucayali, cubren mas del setenta por ciento del territorio peruano; su cauce varía entre cuatro mil y seis mil metros cúbicos (ocho mil en épocas de creciente) su desembocadura en el Atlántico forma un estuario de cuatrocientos kilómetros penetrando sus aguas hasta ciento cincuenta kilómetros. Imaginen entonces lo difícil que puede resultar determinar cual es el lugar en el que este río tiene su afluente más distante. Un creciente número de Geógrafos señala como punto de origen del río Amazonas a la quebrada Carhuasanta ubicada en la provincia de Caylloma, departamento de Arequipa; sin embargo ninguno de los datos antes mencionados me dan consuelo o ayudan mientras asciendo penosamente por una empinada senda que me conducirá al origen del río amazonas. Una ventisca de nieve nos rodea y lo cubre todo de blanco, reduciendo nuestra visibilidad a pocos metros, pronto mis dos compañeros , Héctor y Vito, no son sino borrosas figuras delante mío, a mi izquierda puedo ver como se levanta una pendiente cuya inalcanzable cumbre sólo se intuye perdida entre las nubes y la nieve; pronto dejamos de vernos y sólo las radios nos permiten mantenernos comunicados.

Una cruz de metal de un metro de alto colocada sobre un montículo de piedras a cinco mil doscientos metros sobre el nivel del mar marca el hito cimero del Abra Apacheta, finalmente hemos llegado al divisorio de aguas de la Cordillera del Chila, pero la ventisca no nos ha querido dar tregua, así que sólo deseo bajar por el otro lado de la montaña, encontrar un lugar en el que pueda levantar mi carpa, meterme dentro de la bolsa de dormir, calentarme, comer algo. Con las ultimas luces del día encontramos un promontorio de tierra no inundado en el bofedal de la quebrada Apacheta y montamos el campamento, nos espera una noche inclemente y helada como muchas otras noches pasadas a estas alturas, sólo me reconforta pensar en la tibia luz del sol por la mañana, miro el reloj, son las ocho, tenemos una la larga noche por delante, trato de dormir y cuando lo consigo el frío me despierta, nuevamente miro el reloj, han pasado sólo 10 minutos, siento la mitad de mi cuerpo helado, me doy vuelta y duermo y me despierta el frió, miro el reloj otra vez, nuevamente 10 minutos más en una noche que se me hace eterna, son las rutinas nocturnas y heladas en la Cordillera del Chila. Al despuntar el sol por la mañana el agua que tengo para beber se ha congelado en sus recipientes y una fina capa de escarcha cubre por dentro y por fuera el techo de la carpa, pero la vida del bofedal celebra y festeja agradecida la luz del nuevo día y entonces me siento mas vivo que nunca, la noche fría pronto se olvida y solo nos deja la inmensidad de los bofedales y sus aves que forrajean en la hierba, las alpacas que pastan apacibles en sus rebaños y las vizcachas que desde los roquedales corren unas detrás de otras y nos miran ariscas y tímidas, el agua forma pequeños saltos y charcos, pequeñas florecillas lilas salpican las verdes pasturas y agradezco estar aquí y no en cualquier otro lugar del mundo.



 
El origen del río Amazonas es un conjunto de quebradas y bofedales, las quebradas se llaman Apacheta, Cacasanta, Silanque y Carhuasanta, de ellas, la última es en la que se ha establecido el curso de agua más distante, con un día mas de camino hemos dejado la quebrada Apacheta atrás y entramos por la quebrada Carhuasanta, es una quebrada ancha, no particularmente distinta a las demás. En su inicio hay un conjunto de cuatro o cinco cabañas de piedra, algunas familias de pastores viven estacionalmente aquí mientras conducen sus rebaños por estas heladas y altas tierras, mis noches frías de campamento son sólo una noche más para estos pastores, los he visto niños, adultos y ancianos andar descalzos y precariamente abrigados, caminando varios Kilómetros con vetustas radios bajo el brazo, radios de las que se escuchan voces en Quechua y canciones vernáculas, llevan vidas solitarias y duras en los bofedales alto andinos. La última vez que estuve aquí encontré dos huérfanos y a su abuelo que me contaban como un puma se comía a las crías de alpaca de su rebaño.




Por fin llegamos al fondo de la quebrada y preferimos descansar un poco, al despertarnos vemos otra vez las nubes grises cargadas de lluvia y nieve que vuelven blanca lo que hasta hace muy poco era la verde quebrada Carhuasanta. Una pared de piedra se cierne delante nuestro, sobre ella están las cumbres del Mismi, la montaña desde donde baja el agua de los deshielos; deja de nevar y súbitamente todo recobra su verdor nuevamente, ahora el agua bulle por todas partes y comienza su largo viaje hacia el Atlántico, empantana nuestras sendas, algunas plantas de ichu conservan aun sus cristales de hielo y un avecita rufa amarilla y negra canta perchada en una roca, las florecillas lilas se vuelven a abrir al derretirse la nieve y mi pobre alma recuerda que sólo resta conducir este cansado cuerpo de vuelta a casa.




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