lunes, 17 de julio de 2017

Sonaly Tuesta: “Es imposible terminar de conocer el Perú”


[ENTREVISTA]






Nací en 1972 en Amazonas, en el distrito de Lamud. Estudié Comunicación en la Universidad de Lima. He estado en todas las regiones del Perú gracias a Costumbres, programa que este 25 de julio cumple 17 años. Mi fiesta favorita es la del Señor de Gualamita.

Antes de partir a Canta esta semana, Sonaly Tuesta dejó todo bien organizado. Despertó a las 4 de la mañana, avanzó el guion del próximo episodio de “Costumbres”, compartió tiempo con sus hijos –de 4 y 19 años–, y hasta se dio tiempo para avanzar su próximo libro. Incluso hace poco realizó el viaje a Moyobamba que tuvo que cancelar en junio del año pasado cuando un virus respiratorio hizo que temiera por su vida y suspendiera su principal costumbre: el trabajo duro.

— ¿De dónde sacas tanta energía? 

La verdad no lo sé, pero lo que sí sé es que es terrible perder la energía. Cuando estuve enferma creí que después iba a tener una vida mucho más sosegada. De hecho que ahora equilibro un poco más las cosas, me exijo pero ya no tanto. Antes era como una gamonal conmigo misma. Ahora trato de comprender que soy un ser humano y creo que hoy saco la energía de la oportunidad de seguir viva, de estar con mis hijos y de seguir conectándome con la gente.

— ¿Tu enfermedad fue el viaje más difícil que te ha tocado? 

Yo creo que sí. Siempre he sabido que el programa tiene una conexión especial con la gente, pero no sabía que eso era así a una dimensión tan grande, que trascendería tanto. No digo millones o miles, pero sí para una buena cantidad de gente que gracias a esa conexión no solo se preocupó por mí, sino que hizo cosas que van desde mandarme energía espiritual hasta ir a la clínica, llevar un manto, rezar, organizar una misa o una cadena de oración. El libro que estoy escribiendo ahora es sobre eso: el agradecimiento que le tengo a esa gente.

— Dijiste hace poco que hasta antes de enfermarte pensabas que podías viajar libremente, sin cuidarte…  

Me sentía invencible. Mi papá murió en el 2007 y antes de eso yo lo llevaba a la clínica, y cuando se recuperaba le decía: “Papá, he estado tantas veces en la fiesta de San Pedro que no te va a recibir”. Entonces eso es lo que yo sentía para mí. Pero no necesitas pasar por una prueba así para saber que es necesaria la prevención. Ahora soy vocera de la campaña Viaja Seguro sin Meningitis de la ONG “Una Vida por Dakota”, que está dirigida a adolescentes, jóvenes y viajeros. A mí me dio algo que no tiene vacuna, que no se sabe cómo lo adquirí, pero en el caso de la meningitis, que puede ser mortal, sí existe una vacuna.

— ¿Qué significa “Costumbres” para ti después de 17 años? 

Definitivamente, es mi vida. Y no es solo el programa en sí, sino lo que ha significado conocer a tanta gente y el aprendizaje que uno ahí recibe. Yo creo que la gente que ha visto el programa ha podido darse una idea de lo diversos que somos y creo que conocer esa diversidad nos permite desprejuiciarnos y ser menos racistas o menos ofensivos con la gente. Definitivamente, la Sonaly de este 2017 es una mejor persona a la Sonaly del año 2000, cuando comenzó el programa.

— Es un tiempo considerable para un programa cultural en el Perú…  

Y no es solo porque se emite en un canal que no te exige ráting, sino porque aún permanece la expectativa. Hay mucha gente que tiene muchas ganas de que los visites. El hecho de que la costumbre, la tradición, la historia, la idiosincrasia, la cosmovisión todavía tengan vigencia en la época en la que vivimos es importante.

— ¿Y 17 años son suficientes para conocer el Perú? 

Es imposible que te diga cuánto falta por conocer. Es interminable, somos un país demasiado rico en tradición y por donde lo mires vas a encontrar una historia. He visitado todas las regiones, no sé exactamente cuántos pueblos, pero sí puedo señalar que después de 17 años yo no te puedo decir que conozco todo el Perú, es imposible conocer todo el Perú.

— El nombre “Costumbres” nació de una comida... 

La costumbre es un plato que se prepara en Amazonas, generalmente en la provincia de Luya. En Lamud, mi pueblo, mi abuela era cocinera, tenía buena sazón. Ella preparaba esta costumbre. La idea es matar al chancho en la casa y es toda una fiesta. La costumbre está hecha con vísceras de cerdo, papas y algunas hierbas aromáticas y es una delicia; es un guiso extraordinario, pero no solamente porque es rico sino porque es un símbolo de fiesta. Entonces cuando busqué el nombre para el programa pensé en eso, pero no se podía quedar como costumbre, tenía que agregarle una ‘s’ porque así como yo tengo mi costumbre, el otro tiene otra.

— ¿Al peruano le gusta la fiesta? 

Sí, somos fiesteros, bastante alegres en diversas dimensiones. La celebración de la fiesta patronal en muchos lugares del Perú es muy importante porque mucha gente que se fue de ese sitio vuelve en la fiesta y ya su pueblo y su festividad son como un refugio de identidad. Afuera será el médico, el vigilante, el periodista, pero cuando vuelve se transforma: es el poblador, pero también es el diablo, es el negro. Esa posibilidad de transformarte y de celebrar es lo que te da la fiesta.

— Tú te defines como amante de la cultura viva. ¿Es una forma diferente de entender el turismo? 

A veces el término ‘turismo’ hace que veas las cosas desde afuera o solamente para tomar la foto. Entonces viene la señora con su pollera y la jalas para una foto. Pero el que quiere un viaje de experiencia es el que no va a jalar a la señora, sino el que se va a interesar por ella, le va a conversar y luego ya le pedirá una foto. Lo que nosotros promovemos es esta convivencia y esa experiencia imborrable.

—Tú esperabas contribuir a que el Estado llegara a pueblos olvidados. ¿Algo ha mejorado? 

No como me hubiese gustado. Creo que la tradición, el saber, la esencia, la raíz de la gente aún no se toma en cuenta. Se mira este bagaje de saberes como algo colorido, decorativo y no como una parte fundamental para lograr el desarrollo. A lo largo de los años ha habido intentos de hacer cosas, principalmente en la parte productiva, pero ojalá se hiciese algo más. Las carreteras ahora son buenas y supergrandes, pero las que entran a los pueblos siguen igual que hace 17 años. Hay mucho olvido. Y la corrupción cada vez posterga más a esos pueblos.

— ¿Te tienta la política? 

A lo largo de los años he tenido varias propuestas. Quizá al principio era como una ilusión poder intentar integrar algún movimiento diferente, que haga más que buenos discursos. Pero ahora definitivamente no. Me da tanta pena cómo está nuestro ambiente político y querer pertenecer a eso es demasiado monstruoso.

—¿Cómo somos los peruanos? 

Los peruanos tenemos otro lado. Hay gente que desde muy temprano se esfuerza y se faja por su familia y encima hace faena comunal. Esos son los peruanos y peruanas que yo conozco. Con mucha calidez y desprendimiento total. Yo siempre quedo rendida ante un abrazo o un gesto de esa gente.

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