PACHACAMAC: NUEVAS EXCAVACIONES
El oráculo de Pachacamac era la deidad más adorada y temida de la costa peruana porque manejaba las fuerzas de la naturaleza, especialmente los terremotos. Su culto se extendió desde el 200 A. C. hasta años después de la conquista española y aun hoy dicen que pervive cristianizado en el fervor por la imagen del Cristo de los Milagros o Cristo de los temblores.
El santuario de Pachacamac, situado tan sólo a 30 kilómetros de Lima, se convirtió en el mayor centro de peregrinación precolombino de la costa y el culto a este dios- "el que da ánima al mundo" según Garcilaso de la Vega- llegó a ser adoptado por los Incas. Miles de antiguos peruanos llegaban hasta la ciudadela santa para preguntarle al oráculo sobre el futuro o para que sanase sus enfermedades. A cambio, le ofrecían ofrendas.
El equipo de Proyecto de Ychsma, dirigido por Peter Eeckhout, ha excavado unos almacenes incas de los siglos XV y XVI, así como una necrópolis detectada en 2004. Este antiguo cementerio estaba situado justo delante del Templo de Pachacamac. “En campañas anteriores ya habíamos encontrado pequeñas tumbas con dos o tres individuos, pero este año dimos con un enorme compartimento de 20 metros de largo que estaba intacto desde hace un milenio, inexplicablemente escapó del expolio”, explica Eeckhout.
Esta enorme tumba ovalada estaba excavada en la tierra y cubierta con cañas y troncos de árboles tallados. Una docena de bebés y niños estaban colocados en el perímetro, con sus cabezas orientadas hacia el interior. La parte principal estaba dividida en dos partes por una pared de ladrillos, que servían de base para otros enterramientos. En estos dos compartimentos, los arqueólogos encontraron más de 70 esqueletos y momias, muchas aún intactas y en posición fetal, tal como les dejaron los incas.
Pertenecen a personas de ambos sexos y junto a los cuerpos había ofrendas, como vasijas de cerámica, animales (perros, gallinas de guinea), objetos de oro y cobre, máscaras de madera, calabazas, etcétera, objetos que ahora están en fase de restauración.
Al equipo de Eekhout le sorprendió, sobre todo, la cantidad de bebés y niños de muy corta edad que había. Los antropólogos, bajo la dirección de Lawrence Owen, de la Universidad de Londres, creen que había una relación de parentesco entre muchos de los enterrados, debido al parecido morfológico de los esqueletos.
En un primer análisis detectaron que algunos habían sufrido lesiones mortales y otros tenían golpes o habían sufrido graves enfermedades. “Sólo hay un caso con un golpe en el cráneo que nos indica una muerte violenta”, explica el arqueólogo belga.
Un trabajo anterior realizado por el mismo equipo del Proyecto Ychsma ya reveló que muchos de los esqueletos de Pachacamac pertenecieron a personas que sufrieron enfermedades. De hecho, los investigadores sugieren que podía ser el lugar al que los incas recurrían cuando estaban enfermos en busca de una cura, su santuario de sanación como lo es Lourdes para algunos católicos.
Pero tanto la confirmación de esta hipótesis como otras muchas preguntas aún sin respuesta tendrán que esperar al análisis en laboratorio del material que se ha encontrado. Eeckhout quiere realizar la datación de cada uno de los individuos, secuenciar su ADN, estudiar la cerámica, los huesos de los animales y los tejidos, incluso determinar las plantas que había entonces. Los enigmas son muchos. ¿Acaso sacrificaron a los niños? ¿Enterraron los 80 cuerpos a la vez, en un entierro comunal, o fue a lo largo del tiempo? ¿Eran todos de la zona o venían de lejos? ¿Y cómo murieron?
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