Por: Agustina Lima (Agencia CTyS-UNLaM)
El hallazgo
sucedió en Quillay, un sitio arqueológico que está ubicado en la zona
central de la provincia de Catamarca, a unos 40 km al norte de la ciudad
de Belén. Se trata de un asentamiento de dimensiones acotadas,
preparado para alojar a los trabajadores especializados en la fundición
mineral por espacios de tiempo limitados.
Este estudio permitió
recomponer el mapa de la producción metalúrgica y la explotación minera
en minas ubicadas al oeste de la provincia, basada principalmente en la
extracción de cobre y estaño para la realización de bronce, que es la
mezcla de ambos.
El doctor Marco Antonio Giovannetti,
investigador del CONICET, aseguró que “a partir de las excavaciones que
se realizaron en estos hornos, se registró una tecnología que no se
conocía hasta ese momento para lo que sería la extracción primaria del
cobre en el imperio Inca”.
“La extracción de estos minerales en
este sitio tiene que ver con la cercanía de importantes minas. Los
metales luego eran trasladados hacia otras localidades para realizar
distintos objetos que eran distribuidos e intercambiados, como hachas,
cuchillos ceremoniales, instrumentos como cinceles y adornos como
colgantes o aretes”, afirmó a la Agencia CTyS-UNLaM.
“Estos
hornos, que constaban de dos cámaras, lo que hacían posible es que los
pedazos de rocas extraídos de las minas se pulverizaran, se molieran en
este lugar y luego fueran colocados y fundidos en una cámara superior”,
explicó Giovannetti, uno de los autores del artículo publicado en la
Revista de Antropología Chilena Chungara.
En la cámara inferior se
colocaba el combustible, se encendía el fuego y, por medio de unos
canales fluía el material fundido que caía a través de unos huecos que
conectaban ambas cámaras. Una vez enfriado, era recolectado en esta
cámara con herramientas diseñadas por los pobladores.
Si bien el
asentamiento Inca tenía su núcleo en Perú, este imperio se extendía
desde el sur de Colombia, hasta Chile y, particularmente en Argentina,
ocupaba las provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, Tucumán, La Rioja,
San Juan y Mendoza. Según descubrimientos recientes, también ocupaba
parte de Santiago del Estero.
Campañas de excavación
Se
realizaron un total de tres campañas entre los años 2013 y 2015, la
primera fue destinada a la exploración de los hornos metalúrgicos.
“Tuvimos que excavar hacia el interior de los hornos, donde descubrimos
que eran estructuras más complejas que la cámara superior que se
visualizó primero”, agregó el arqueólogo.
“Esto llevó a que en
una segunda campaña tuviéramos que ampliar y que realizáramos una
excavación profunda, donde encontramos que los hornos disponían de dos
cámaras y con esto entender cómo eran estos hornos de fundición, qué
características tenían y cómo funcionaban”.
En esta segunda
expedición, se descubrieron restos de escoria, que son desechos que
surgen de la fundición de minerales, también restos de algunas
herramientas de piedra y en uno de los hornos, los investigadores
hallaron un tejido antiguo de más de 500 años de antigüedad, que tendría
fin decorativo.
Según Giovannetti, “estos textiles eran muy
preciados para la época por su buena calidad y creemos que fue colocado a
propósito, como un ritual de clausura, puesto que en el pasado andino
era común que, cuando se abandonaba un lugar, se realizara una ofrenda
para dejar ese lugar en paz”.
Asimismo, al año siguiente de las
excavaciones de los hornos, los investigadores se dedicaron al análisis
de los recintos de habitaciones de piedra. “Excavamos dos; y descubrimos
que una de ellas eran restos de una antigua cocina, para cubrir las
necesidades básicas de alimentación de los trabajadores de la
metalurgia”, comentó.
En la población incaica era común que
estuvieran bien definidos los roles: por un lado, los trabajadores de la
metalurgia; otros en campos de cultivo y, en muchos casos, mujeres que
se ocupaban de la manutención de estos trabajadores.
Los
arqueólogos indicaron que se podría haber tratado de un grupo de
orfebres originarios de las comunidades locales que trabajaban para el
imperio Inca en la producción de cobre, y que luego eran enviados a
otras regiones.
“Es probable que en las otras habitaciones
durmieran trabajadores que llegaran de lugares lejanos a realizar estas
tareas que exigía la población Inca a los habitantes”.
En el año
2019, la arqueóloga Josefina Spina, investigadora de la Universidad de
La Plata (UNLP), defendió la tesis doctoral en la Universidad de La
Plata cuya investigación fue fundamental para entender la dinámica de
este particular sitio inca. En la misma se concentraron los resultados
de todas las excavaciones y el análisis de numerosos objetos de metal
hallados en la provincia de Catamarca.
Del estudio de este centro
metalúrgico y de explotación minera en Quillay también participó el
investigador Edgardo Ferraris (UNLP-CONICET) y la Dirección de
Antropología de Catamarca.
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