Fuente: https://www.nytimes.com
Por:
Con
sus tonos brillantes de verde y azul, la turquesa era una valiosa
piedra preciosa para los antiguos aztecas y mixtecas de Mesoamérica, la
región que se extiende desde la zona central de México hasta
Centroamérica. Utilizaban este mineral para crear brazaletes, adornos
nasales, mangos para puñales de sacrificio y también para diseñar
mosaicos complejos de guerreros que adornaban sus escudos ceremoniales e
intimidantes estatuas de serpientes con dos cabezas.
Durante
más de un siglo, los arqueólogos han cuestionado los orígenes de la
turquesa utilizada en estas hermosas piezas de arte y joyería. Debido a
que los científicos no han encontrado mucha evidencia de extracción de
turquesa en Mesoamérica, algunos investigadores han utilizado la
presencia de artefactos fabricados con turquesa en esta zona como
evidencia de intercambio comercial de larga distancia con civilizaciones
antiguas a miles de kilómetros en el suroeste de Estados Unidos, donde
se han encontrado minas de turquesa.
Sin
embargo, un análisis geoquímico reciente de turquesa azteca y mixteca
indica que el mineral no es originario del suroeste estadounidense, sino
de Mesoamérica. El hallazgo, publicado
el 13 de junio en la revista Science Advances, también pone en duda la
idea de que había un contacto considerable entre las culturas
mesoamericana y del suroeste de Estados Unidos antes de la invasión
española en el siglo XVI.
A Alyson Thibodeau, una geoquímica del Dickinson College, en
Pensilvania, y autora principal del artículo, le dieron un frasco lleno
de piezas de turquesa que estaban asociadas con mosaicos de Mesoamérica.
Muchas habían sido extraídas de ofrendas en el Templo Mayor, que era el
templo principal de la antigua ciudad azteca de Tenochtitlán, donde
actualmente se ubica Ciudad de México. Las piezas datan en su mayor
parte de finales del siglo XV. Algunas de las muestras provienen de
piezas sueltas asociadas con mosaicos de turquesa de estilo mixteco que
se encuentran en las colecciones del Museo Nacional de los Amerindios
del Instituto Smithsonian.
Después
de raspar los bordes de las piezas para desprender las sustancias
adhesivas, Thibodeau las molió individualmente y las disolvió en ácido.
Después analizó las muestras para encontrar sus huellas isotópicas, las
cuales proporcionaron una perspectiva sobre sus orígenes.
Un día que se quedó hasta muy entrada la noche en el laboratorio, obtuvo sus primeros resultados.
“Vi aparecer el número y estoy segura de que bailé de alegría por todo el laboratorio”, dijo Thibodeau.
“No
solo tienen firmas isotópicas que son absolutamente coincidentes con la
geología de Mesoamérica, sino que son completamente distintas de las
firmas isotópicas de los depósitos y artefactos de turquesa del suroeste
que hemos visto hasta ahora”.
Thibodeau
dijo que aunque los arqueólogos no han encontrado restos de minas de
turquesa en Mesoamérica, eso no significa que no haya habido.
La
turquesa se forma cerca de la superficie como producto de la erosión
del cobre, generalmente provocada por las lluvias o el agua subterránea.
Mesoamérica tiene muchas minas de cobre, dijo, lo cual sugiere que
alguna vez pudo haber habido depósitos de turquesa en la región. Las
firmas isotópicas que encontró en los artefactos de turquesa también
coincidieron con las firmas de depósitos de cobre encontrados en
Mesoamérica.
David
Killick, un antropólogo de la Universidad de Arizona y coautor del
artículo, añadió que los hallazgos ofrecen pistas acerca de la magnitud
de las interacciones durante ese periodo entre los mixtecas y aztecas,
así como también con las culturas circundantes.
“La
evidencia sugiere cada vez más que no hubo contacto organizado entre
los mesoamericanos y el suroeste estadounidense”, dijo Killick.
No hay comentarios:
Publicar un comentario