Fuente: https://www.nytimes.com
Por:
Está previsto que la interpretación de una pieza del compositor estadounidense John Cage dure hasta el año 2640. El público en Alemania se reunió hace poco para escuchar el primer cambio de sonido en siete años.
Este año no hubo Festival de Bayreuth, ni Mostly Mozart, Tanglewood o Aix. Pero un concierto, en una iglesia medieval en ruinas en el este de Alemania, no pudo cancelarse, porque ya había comenzado, más de 18 años antes de que llegara la pandemia de coronavirus. Y no está previsto que termine hasta el año 2640.
El sábado 5 de septiembre, una pequeña multitud de entusiastas de la música se reunió en la iglesia, St. Burchardi, en el pueblo de Halberstadt, a unos 200 kilómetros al suroeste de Berlín. La ocasión fue el primer cambio de sonido en casi siete años en el concierto más lento del mundo: un recital de órgano de una pieza del compositor estadounidense John Cage. Fue el decimocuarto cambio de acorde desde que el concierto comenzó, el 5 de septiembre de 2001, en lo que habría sido el cumpleaños número 89 de Cage. (Murió, a los 79 años, en 1992.)
Rainer Neugebauer, un profesor de ciencias sociales jubilado que dirige la Fundación de Órgano John Cage en Halberstadt, el organismo que organiza la actuación, dijo a la multitud aquel sábado que, “A diferencia de las Olimpiadas o el Foro Económico Mundial de Davos, no podíamos posponerlo”.
“El cambio de acorde tenía que ocurrir”, dijo. “Está en la partitura”.
Cage escribió la pieza por primera vez, para piano, en 1985; la instrucción del tempo fue, “Tan lento como sea posible”. Luego la rehizo para órgano en 1987, y se conoció como Organ²/ASLSP.
Pero eso planteó preguntas. En el piano, el sonido se desvanece después de tocar una tecla; en el órgano, las notas pueden mantenerse indefinidamente. ¿O no? ¿Qué pasa cuando el organista necesita comer, o ir al baño? ¿O se muere?
Esas cuestiones ocuparon a un grupo de compositores, organistas, musicólogos y filósofos, algunos de los cuales habían trabajado con Cage, en una conferencia celebrada en la ciudad de Trossingen, en el sur de Alemania, en 1998. Desarrollaron la idea de una interpretación calibrada según la esperanza de vida de un órgano. Se cree que el primer órgano de teclado moderno se construyó en Halberstadt en 1361, 639 antes del comienzo del siglo XXI, por lo que decidieron que la interpretación duraría 639 años.
Incluso entonces, la idea de que la representación se extendiera al año 2640 era radicalmente optimista: requerirá traspasos entre generaciones, y requerirá esfuerzo y dinero. Y eso parece aún más improbable ahora, ya que la pandemia nos hace darnos cuenta de la fragilidad de la vida, y la amenaza del cambio climático pone en duda la supervivencia humana.
Pero muchas cosas pueden cambiar con el paso de los años, como muestra la historia de la iglesia de St. Burchardi: fue construida alrededor de 1050; parcialmente destruida en la Guerra de los Treinta Años; desconsagrada en 1810 por Jerónimo Bonaparte, hermano de Napoleón; y desde entonces ha sido usada como granero, destilería y pocilga.
Su órgano no es un instrumento estándar de teclado. Los tubos afinados para las notas de la partitura se añaden o se restan según sea necesario en cada cambio de sonido. No hay organista que requiera descansos para ir al baño: los pedales que activan los tubos se sostienen con sacos de arena.
La ceremonia que acompaña a cada cambio se ha convertido en un ritual para los aficionados a la pieza. Aunque algunos asistentes habituales del exranjero no pudieron asistir debido a la pandemia, hubo espectadores de países como República Checa y Dinamarca. La pequeña tienda de regalos de la iglesia hizo un buen negocio con la venta de mascarillas conmemorativas.
Al restringirse el aforo de la iglesia, algunos tuvieron que seguir la ceremonia en una gran pantalla en el patio exterior. A las 3 p.m., el compositor Julian Lembke y la soprano Johanna Vargas, ambos con guantes blancos, bajaron dos nuevos tubos al cuerpo del órgano, que sonaban un Sol sostenido y un Mi. Estos crearon un nuevo acorde de siete notas, junto con las cinco notas que suenan desde octubre de 2013: Do, Re bemol, Re sostenido, La sostenido y Mi.
Lembke dijo en una entrevista posterior que notó “una nueva suavidad” en el acorde, así como un sonido más denso.
La épica ejecución ha ayudado a poner a Halberstadt en el mapa, dijo Neugebauer. Al igual que muchas otras ciudades del este de Alemania, la población de Halberstadt está disminuyendo y envejeciendo, pero Neugebauer calculó que unas 140.000 personas han visitado para escuchar la obra desde que esta comenzó.
“No es un proyecto para las masas”, dijo. “Pero es un punto de cristalización para el arte contemporáneo. Trae gente interesante a Halberstadt”.
Andreas Henke, el alcalde de la ciudad, dijo que la mayoría de los habitantes de Halberstadt probablemente ni siquiera sabían de la pieza, o, si lo sabían, se referían a ella como “esa cacofonía”. Pero, añadió, “John Cage lleva el nombre de Halberstadt por todo el mundo”.
Dijo que la ejecución plantea “preguntas filosóficas sobre cómo nos enfrentamos al tiempo”.
“Todos estamos tan consumidos por nuestra vida laboral diaria”, dijo. “Esto nos obliga a retroceder y a ir más despacio”.
“Es muy especial ser parte de un proyecto de arte que conectará generaciones y durará por generaciones”, añadió Henke. Dijo que era “su gran esperanza” que el proyecto llegase a 2640.
La amenaza más inmediata para el proyecto es de carácter banal y lo ha plagado desde el principio: quedarse sin dinero. “A veces decimos que este proyecto solo necesita tiempo y aire, pero también tenemos que hablar de dinero”, dijo Neugebauer.
Los gastos de funcionamiento cotidiano son financiados casi exclusivamente por donantes privados, dijo, que pueden comprar una placa expuesta en la iglesia que representa un año en el que la pieza se interpretará.
El año 2580, por ejemplo, ha sido adquirido por una pareja identificada como Silvia y Jörg, para conmemorar el aniversario número 600 su boda. El Dresdner Kreuzchor, un famoso coro de niños de Dresde, Alemania, tiene el año 2539 para celebrar lo que será el milésimo aniversario de un acontecimiento local muy importante en la historia de la Reforma Protestante. De esta manera, se han recaudado alrededor de un millón de euros, alrededor de 1,2 millones de dólares, dijo Neugebauer pero, recientemente, las donaciones han disminuido.
Neugebauer dijo que el proyecto era una operación precaria, que dependía de voluntarios, incluido él mismo.
“En tres años y medio cumpliré 70 años, y me gustaría parar”, dijo. “Sería genial entregarlo a la próxima generación en buena forma”.
Si todo va según lo previsto, será la primera entrega de muchas.
- En la selva boliviana, un amor a la música y un legado jesuita
- Transgresora y tradicional: así es la reina del rap en quechua de Perú
- Libro: Mi amor, la música de Augusto Vera Béjar
No hay comentarios:
Publicar un comentario