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El Tyrannosaurus rex es el dinosaurio más icónico de todos. Sus esqueletos ocupan lugares prestigiosos en museos a nivel internacional, se venden por millones de dólares en subastas y una abundancia de especímenes relativamente íntegros lo han convertido en el dinosaurio más estudiado del mundo.
Sin embargo, en un nuevo artículo publicado el martes en la revista científica revisada por pares Evolutionary Biology, tres investigadores argumentan que el animal que llamamos Tiranosaurio rex debería separarse en tres especies, pues sostienen que el Tiranosaurio rex está unido a dos primos a los que llaman Tyrannosaurus imperator, o el emperador, y Tyrannosaurus regina, la reina.
“Es probable que este artículo conmocione a la comunidad paleontológica y al público en general que está tan acostumbrado al famoso Tiranosaurio rex”, dijo Gregory Paul, paleontólogo independiente, paleoartista y autor del artículo.
En gran medida, los expertos en el Tiranosaurio no están de acuerdo. Thomas Carr, paleontólogo del Carthage College en Kenosha, Wisconsin, considera que la evidencia de que existen múltiples especies “es débil al grado de la insignificancia”. Otro paleontólogo se retiró como autor del artículo antes de que se publicara. Y los curadores de museos donde hay esqueletos de Tiranosaurio rex que se verían afectados por estas nuevas clasificaciones afirman que no cambiarán ningún nombre con base en la propuesta.
Pero incluso si la imaginación de los niños nunca termina de llenarse con los afilados dientes y los diminutos brazos de tres tipos de tiranosaurio, la premisa planteada por Paul y sus colegas pone de relieve una serie de tensiones en la paleontología de los dinosaurios. Una de ellas es que nombrar especies de dinosaurios es un proceso subjetivo, y cada descripción de una nueva especie es más una discusión que un anuncio. Algunos investigadores creen que la idea de que haya varias especies de tiranosaurios tiene sustancia, pero dicen que dividir una especie tan famosa y bien estudiada como el Tyrannosaurus rex requiere un alto nivel de pruebas.
Independientemente de que se demuestre que Paul está en lo cierto, no sería el primer investigador no afiliado a instituciones formales que sacude el consenso en el campo, o el primero que potencialmente abarca más de lo que puede.
Un juego de nombres
Los nombres científicos se dividen en géneros y especies. Tyrannosaurus es un género, que en teoría puede incluir varias especies. Hasta el momento, solo contiene una: el Tiranosaurio rex.
Tal vez eso suene sencillo, dijo David Hone, paleontólogo de la Queen Mary University of London. Pero no hay un consenso universal establecido sobre lo que constituye una especie. Para distinguirlas en animales vivos, los científicos suelen guiarse por la anatomía —el color de las plumas de un ave o los rasgos específicos de los huesos— así como las pruebas genéticas. Sin embargo, las distintas especies se pueden cruzar, y lo hacen, y los animales de la misma especie en extremos diferentes de un amplio rango geográfico pueden variar muchísimo entre sí.
A falta de ADN prehistórico, los paleontólogos especializados en dinosaurios deben valerse de los detalles anatómicos de los huesos fosilizados, que pueden hallarse en distintas etapas de crecimiento o niveles de integridad. Esto puede causar complicaciones, como que los científicos den varios nombres al mismo animal, como es el caso del Brontosaurio, cuyo nombre fue rechazado durante más de un siglo antes de que se retomara el mismo en 2015.
No obstante, el Tiranosaurio rex ha sido un nombre muy estable. El animal, que se descubrió en 1902, es el último y más grande de los muchos tiranosaurios más pequeños que le precedieron en la era de los dinosaurios. Sus fósiles se han encontrado principalmente en la formación Hell Creek, una franja de rocas de 66 millones de años de antigüedad donde yacen fósiles de los últimos millones de años del reinado de los dinosaurios y se ubica en partes de Montana, Wyoming, Dakota del Sur y Dakota del Norte.
El Tiranosaurio rex, que durante mucho tiempo solo fue conocido a partir de dos especímenes decentes, según relató Paul, pasó varias décadas sin someterse a revisiones taxonómicas importantes. Pero con el auge de la recolección de fósiles de dinosaurios en los años noventa, llegaron nuevos esqueletos de Tiranosaurio rex a los museos. Sus dimensiones mostraron una variación individual considerable, y algunos investigadores argumentaron que se clasificaban en dos grupos: el morfotipo “robusto” y voluminoso, y el “grácil” más esbelto. Algunos científicos sostuvieron que esto comprobaba claras diferencias entre las hembras y los machos de la especie, dijo Thomas Holtz, paleontólogo de la Universidad de Maryland especializado en tiranosaurios. Otros dijeron que solo se trataba de un grado inusual de variación individual. Sin embargo, algunos investigadores consideraron una tercera posibilidad: que el Tyrannosaurus era un género con más de una especie.
Uno de esos investigadores fue Paul. Aunque no posee un título formal de paleontología, tiene una larga trayectoria en el ámbito y ha sido autor y coautor de más de 30 artículos científicos. También ha propuesto nuevos géneros y especies para otros dinosaurios. El argumento que planteó sobre el Brachiosaurus, en general, fue bien recibido. Otro que presentó sobre el Iguanodon no corrió con la misma suerte. Su trabajo inspiró a Michael Crichton, autor de la novela Parque Jurásico, así como a los realizadores de la película basada en el libro.
En 2010, Paul y otros comenzaron a indagar en la interrogante sobre la identidad del Tiranosaurio rex. Reunieron medidas anatómicas de 38 especímenes y las evaluaron con base en un par de rasgos anatómicos: las proporciones relativas del fémur y la presencia —o la ausencia— de dos juegos de dientes frontales con forma de cinceles en la mandíbula inferior.
También compararon especímenes de tiranosaurios —recolectados en toda América del Norte— con especímenes de dinosaurios que muy probablemente pertenecían a una sola especie, como los 14 especímenes de Alosaurios recolectados en la Cantera de Dinosaurios de Cleveland-Lloyd de la Universidad de Utah. Los Tiranosaurios rex, según explicaron, variaban mucho más en cuanto a proporciones corporales, lo cual sugería que podrían pertenecer a varias especies diferentes.
Les fue difícil clasificar algunos especímenes, pero 26 de ellos parecían encajar en tres tipos, según Paul: un morfotipo robusto de principios del Cretácico superior hallado en la formación de Hell Creek con dos juegos de incisivos en la mandíbula inferior, y uno robusto y grácil de una parte más avanzada del periodo con solo un juego de incisivos.
Paul y sus colegas concluyeron que estas tres formas quizá eran lo suficientemente diferentes entre sí —y aparecieron en un plazo suficientemente amplio— como para justificar que se les designaran nombres independientes. Por lo tanto, el morfotipo más voluminoso y antiguo de Tiranosaurio que se halló en Hell Creek recibió el nombre de Tyrannosaurus imperator (“lagarto tirano emperador”), que después —en el transcurso de uno a dos millones de años— se dividió en el robusto Tyrannosaurus rex y el recién nombrado, y más esbelto en comparación, Tyrannosaurus regina (lagarto tirano reina).
Esa propuesta de trayectoria evolutiva —de una población con forma de tanque a otra relativamente ágil— coincide con los ecosistemas de inicios del Cretácico, que eran dominados por los parientes del Tiranosaurio, explicó Paul. En ese periodo, animales voluminosos como el Daspletosaurus coexistían con cazadores de patas largas como el Gorgosaurus.
Según Holtz, esta idea es por completo verosímil, pero comprobarla requerirá del apoyo de hallazgos futuros.
“Es una hipótesis comprobable, como debería ser cualquier afirmación sobre la identidad de las especies”, dijo Holtz. “Con nuevos especímenes adicionales, podemos ver si los especímenes que no incluyeron o que aún no hemos encontrado son consistentes con esta sugerencia, o si la rechazan”.
Aunque Holtz consideró que el argumento de los autores sería más convincente si las diferentes especies que describen estuvieran organizadas más cronológicamente en capas de roca específicas y señaló que la formación de Hell Creek contiene otros ejemplos de divergencia de especies. Otros fósiles encontrados allí llevaron a un acuerdo general de que había más de una especie de triceratops, dijo Holtz. Y existe la posibilidad de que los hadrosaurios y los pachycephalosaurus con cabeza de cúpula encontrados en la parte superior de la formación difieran significativamente de los de la parte inferior.
“Al mismo tiempo, en el mismo lugar, las mismas clases de tamaño de los organismos están pasando por una sucesión de especies”, dijo Holtz. “No es inconcebible que el tiranosaurio también lo hiciera”.
Investigaciones conflictivas
Otros asumieron una postura menos positiva.
Un problema significativo del estudio es que las proporciones del fémur de las tres especies propuestas se traslapan en lugar de mostrar separaciones claras, dijo Jingmai O’Connor, curadora adjunta de fósiles de reptiles en el Museo Field de Historia Natural en Chicago. Lo mismo sucede con los periodos en los que se propuso que existieron. Según O’Connor esto sugiere un espectro continuo de cambio que se dividió de manera arbitraria en tres grupos, no son las diferencias evidentes que se espera ver entre tres especies.
“Los diagnósticos que se ofrecen para cada especie son demasiado vagos, pues usan términos como ‘usualmente’ y ‘por lo general’”, dijo O’Connor. “Los autores ni siquiera logran clasificar a los especímenes bien conservados en una especie específica”.
Las agrupaciones de especies propuestas tampoco coinciden necesariamente con los datos anatómicos existentes, dijo Carr del Carthage College. Después de leer el estudio, Carr comparó sus conclusiones con un enorme análisis del Tiranosaurio rex que realizó en 2020, que incluía todos los especímenes de tiranosaurio existentes. No encontró ninguna correlación significativa entre los datos de 2020 y los tipos descritos por el equipo de Paul.
“¡Cuatro de esos especímenes tienen cráneos perfectos!”, dijo Carr. “Deberían ser capaces de distinguir las especies si tienen cráneos perfectos, y no pueden hacerlo”.
Preocupaciones similares llevaron a Philip Currie, un paleontólogo de la Universidad de Alberta que había sido autor del trabajo de Paul, a retirar su nombre del proyecto.
“Creo que el documento es grande en el sentido de que muestra que los cambios morfológicos se estaban produciendo en el Tyrannosaurus durante los años que existió”, escribió Currie en un correo electrónico. “Soy bastante conservador, así que mi preferencia era no participar directamente en la creación de más especies”.
Parte del impacto de lo que propone el artículo de Paul se sentiría en las colecciones de los museos. De acuerdo con la nueva propuesta, Sue, el nombre que tiene el Tiranosaurio rex casi íntegro del Museo Field de Historia Natural ahora es el holotipo —el ejemplar físico único que ancla el nombre de una especie— del Tyrannosaurus imperator. El esqueleto del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano, apodado “el Tiranosaurio rex de la nación”, ha sido designado como el holotipo del Tyrannosaurus regina.
Paul afirmó que esperaba que los museos usaran el debate en torno a sus conclusiones como una oportunidad para educar a la sociedad sobre cómo funciona la ciencia. Pero advierte que no pueden ignorarlo y ya, por lo que promete que armará un escándalo si lo intentan.
Sin embargo, el Museo Field no cambiará las etiquetas de Sue en breve. “Las modificaciones de los textos de las exposiciones solo se hacen después de que las nuevas hipótesis hayan sido examinadas y ampliamente aceptadas por la comunidad científica”, dijo O’Connor. “La nueva hipótesis sobre la diversidad del tiranosaurio está muy poco justificada y es poco probable que pase por ese riguroso proceso”.
Irónicamente, dijo Holtz, incluso si todo el mundo estuviera de acuerdo con la propuesta del equipo, al menos uno de los nombres propuestos por Paul podría estar condenado al fracaso porque choca con otra batalla de larga duración en la taxonomía de los tiranosaurios: la identidad del Nanotyrannus lancensis, un animal nombrado en 1946 de una época relativamente temprana de Hell Creek. Algunos investigadores han argumentado que representa un género separado de tiranosaurio pigmeo. Pero la mayoría lo considera un tiranosaurio juvenil.
Holtz dice que debido a que el nombre de la especie “lancensis” ha existido durante más tiempo, tendría prioridad sobre el Tyrannosaurus imperator. “Será Tyrannosaurus lancensis”, dijo.
Paul argumenta, sin embargo, que los nuevos nombres de las especies son totalmente razonables, y que muchas especies de dinosaurios se nombran sobre la base de una evidencia significativamente menor. “Si se tratara de un artículo sobre la colocación de otro dinosaurio en una especie diferente, a nadie le importaría realmente”, dijo. “Este es el Tiranosaurio rex, así que la gente se pone nerviosa por ello”.
También dijo que si su equipo se hubiera limitado a publicar un argumento a favor de la división del tiranosaurio sin nombrar a los animales recién creados, alguien más podría haberse lanzado a hacerlo, “lo que habría sido muy irritante”.
Y añadió: “No iba a dejar que eso pasara, así que seguimos adelante y les pusimos nombre”.
En circunstancias normales, dijo Hone, señalar algunos rasgos anatómicos diferentes y correlacionarlos con diferentes capas de roca podría ser suficiente para presentar un caso decente sobre nombrar nuevas especies. Pero la división del Tiranosaurio rex —“el dinosaurio más estudiado y conocido de la Tierra”— requiere un nivel más alto.
Esto se debe, en parte, a que los debates sobre la taxonomía de los dinosaurios también pueden perdurar durante mucho tiempo en la cultura popular: en el libro de Paul de 1988, Predatory Dinosaurs of the World, propuso unir al gran raptor Deinonychus con su primo mongol más pequeño, el velociraptor. La sugerencia no cuajó, excepto en la novela Parque Jurásico y sus posteriores películas, que presentan velociraptores de gran tamaño hasta el día de hoy.
“Si te equivocas, serán décadas de confusión y discusiones públicas”, dijo Hone, lo que a menudo lleva a sugerir que todas las divisiones taxonómicas son arbitrarias y que especies queridas no existen. Y lo que es peor, estará centrado en el Tiranosaurio rex, el dinosaurio más famoso del mundo.
“Ese no es el tipo de cosas que deberías hacer basándote en la robustez del fémur y la presencia o ausencia de un diente”, añadió Hone. “Si le vas a disparar al rey, no falles”.
A fin de cuentas, Paul y su equipo se están aprovechando del hecho de que la conceptualización de especies en la paleontología de dinosaurios se reduce a adivinanzas arbitrarias, dijo Leonard Finkelman, quien estudia la filosofía de la paleontología en la Universidad de Linfield en Oregón. Finkelman afirma que, hasta que los paleontólogos de dinosaurios establezcan un estándar congruente para las diferencias anatómicas mínimas que se requieren para nombrar una especie nueva, seguirán surgiendo polémicas como esta.
Por otro lado, las propuestas provocadoras pueden tener cierto valor por sí solas, indicó Finkelman. A veces, una idea que, en un inicio, parecía tener fundamentos insuficientes puede ratificarse con hallazgos futuros. Y cuando este no es el caso, estas ideas igual estimulan a los investigadores a revisar labores pasadas a la luz de nuevas ideas, el cual es uno de los medios para el avance de la ciencia.
“Ya sea que esto implique una contribución visible o no, obligar a los científicos a reexaminar datos antiguos siempre será un ejercicio útil”, concluyó Finkelman.
Y eso es, en esencia, lo que quiere Paul.
“Estoy consciente de que puede haber muchas personas molestas con esto”, mencionó. “Y mi respuesta para ellos es: publica una refutación”.
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