Fuente: https://www.nytimes.com
Por: Oliver Whang es becario de reportería del Times y se enfoca en ciencia y salud. @oliverwhang21
Vivimos en un mundo lleno de arañas… y de miedo a las arañas. Se arrastran tanto por los recovecos de nuestra mente como por los de nuestros armarios y reducen la población de insectos que, de otro modo, nos fastidiarían. ¿Es venenosa esa que está en la esquina, tejiendo su telaraña con discreción? ¿Me atacará? ¿Debo matarla? ¿Será que es (no, no puede ser; pero tal vez sí) una viuda negra?
Catherine Scott, aracnóloga de la Universidad McGill, sabe que las arañas tienen mala fama. Cuando le cuenta a las personas lo que hace, a menudo estas le relatan la historia de “aquella vez que me picó una araña”. El caso es que, según ella, si no ves una araña aplastada cerca de ti o sobre tu cuerpo, es probable que la mordedura que ha dejado una marca en tu piel sea de otra cosa. Se conocen más de 50.000 especies de arañas en el mundo y solo unas cuantas son dañinas para los humanos.
“Incluso los profesionales de la medicina no siempre tienen la mejor información y con frecuencia diagnostican las mordeduras erróneamente”, aseveró Scott.
Resulta que estos temores y malentendidos respecto a nuestras amigas de ocho patas se reflejan en las noticias. En fechas recientes, más de 60 investigadores de todo el mundo, entre ellos Scott, recopilaron 5348 noticias sobre mordeduras de araña, publicadas en internet entre 2010 y 2020, en 81 países y 40 idiomas. Leyeron todas las noticias, anotaron si alguna tenía hechos erróneos o un lenguaje con carga emocional. El porcentaje de artículos que calificaron de sensacionalistas fue de 43 por ciento; el porcentaje que contenía hechos erróneos fue del 47.
Estos resultados, publicados el lunes en la revista científica Current Biology, revelaron una red de desinformación vasta e interconectada. Los errores, que solían agruparse en artículos sensacionalistas, se disparaban por todo el mundo en cuestión de días, desde la India hasta China, pasando por Polonia, Argentina y Estados Unidos. A menudo se iniciaba a nivel regional, donde una historia se amplificaba en los medios de comunicación nacionales e internacionales. Según los científicos de la desinformación, ésta es una característica que define la desinformación moderna: la amplificación de pequeños errores que apoyan un relato determinado. Está presente tanto en las noticias sobre arañas como en las noticias políticas.
“Incluso un acontecimiento muy local, como la mordedura sufrida por un agricultor en un pequeño pueblo de Australia, puede convertirse con rapidez en una noticia que se publica en periódicos de todo el mundo”, afirmó Stefano Mammola, ecólogo del Consejo Nacional de Investigación de Italia quien dirigió la investigación.
“Creo que en realidad esto habla de la mitología y la fascinación que tiene la gente con las arañas y que viene acompañada del miedo”, aseveró Scott. “Además de la falta de información apropiada en torno a ellas”.
Para medir el sensacionalismo de una nota, el grupo buscaba el uso frecuente de palabras que denotaban emoción, como “malvada”, “asesina”, “desagradable”, “pesadilla” y “terror”. A continuación, contaban los errores de la noticia. ¿Se refería a las arañas como insectos? (Son arácnidos). ¿Exageraba el peligro de una araña en particular? ¿Erraba en lo referente a la anatomía básica de las arañas?
Muchos de los resultados, aunque duros, no sorprendieron a la mayoría de los científicos, que ya se han habituado a este tipo de noticias sobre las arañas. Tanto si el miedo generalizado a las arañas precede al sensacionalismo sobre los arácnidos, como si fue a la inversa, es indudable que ambas cosas se alimentan mutuamente. “Tenemos una propensión a ser sensacionalistas con ciertos temas”, dijo Mammola.
No obstante, hay detalles del análisis del grupo que resultaron sorprendentes. La cobertura de noticias sobre las arañas difería mucho según el país, de modo que las noticias relacionadas con arañas en México resultaron casi totalmente sensacionalistas, mientras que las noticias sobre arañas en Finlandia fueron aprobadas en su totalidad por aracnólogos. En Estados Unidos, la cobertura de las noticias relacionadas con este tema fue variada: las publicaciones con una audiencia internacional o nacional eran más propensas a darle un toque sensacionalista a las noticias sobre arañas que los medios regionales. No hubo una explicación clara para estas diferencias.
Por ejemplo, en Australia hay más arañas peligrosas que en casi todos los demás países y, sin embargo, las noticias sobre arañas en las publicaciones australianas son siempre precisas y rara vez están cargadas de emoción. Por otro lado, el Reino Unido fue la fuente de la mayor cantidad de desinformación sobre los arácnidos, a pesar de tener muy pocas especies de arañas venenosas de peligro.
“Muchas veces, han tenido que cerrar escuelas debido a los informes de esta falsa viuda negra”, dijo Mammola, y señaló que las viudas negras casi nunca se encuentran en el Reino Unido y se confunden con la falsa viuda, que tiene una picadura mucho menos venenosa.
Mommola sugirió que quizá en algunos casos esto se deba a que la escasez de arañas en una zona puede hacer que el animal parezca más peligroso, mientras que la abundancia puede normalizarlas en una especie de terapia de exposición comunitaria.
Jevin West, científico de la información en la Universidad de Washington que no participó en el estudio de las arañas, observó que hay paralelos en el modo en que se propaga la información de noticias sensacionalistas de las arañas y la difusión de desinformación sobre las elecciones estadounidenses de 2020. Muchos de los artículos que más circularon en 2020 fueron retomados por publicaciones, programas de televisión y comunicadores de las redes sociales a nivel nacional a partir de fuentes regionales de información.
“Mucha de la amplificación la llevaban a cabo estos grandes influyentes pero ellos no necesariamente creaban el contenido, el contenido surgía a nivel local”, dijo. “Y luego eso resultaba ser una estrategia muy efectiva”.
Las investigaciones demuestran que los estadounidenses a menudo tienen más confianza en las publicaciones locales que en las nacionales. Puede que muchos lectores crean que los medios locales existen para informar a la gente sobre los sucesos más relevantes de sus comunidades. Pero, dijo West, cuando esta información recibe atención nacional, los errores factuales pueden terminar por sumarse a un relato de desinformación.
Esto aplica tanto para el fraude electoral imaginado como para el espectro de las arañas asesinas.
Los investigadores siguen trabajando en la interpretación de este nuevo conjunto de datos y su utilidad en el futuro. ¿Cómo se relaciona la desinformación sobre las arañas con la prevalencia de la aracnofobia? ¿Hay maneras de prevenir las malas noticias sobre arañas? Como dijo Scott: “¿Es así como se difunden las noticias y la información a nivel mundial, sin importar cuál sea el tema? ¿O hay algo especial en las arañas?”.
Por ahora, solo hay indicios de respuestas a estas preguntas, mientras se sigue tejiendo la red de información y desinformación.
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