Pese a sus contenidas dimensiones, Martinica se relaciona con honda intensidad con los cuatro elementos. El agua forma ríos que riegan el frondoso interior de la isla y, en versión salada, bate sus costas atlántica y caribeña. La tierra es compleja, accidentada, montañosa; un alma volcánica que conserva fuego en sus entrañas y en ocasiones se asoma a través de un temido cráter. ¿Y qué decir del purísimo aire martiniqueño? Hoy viajamos hasta este rincón del archipiélago de las Antillas Menores, un reducto de naturaleza y biodiversidad que forma parte de la Unión Europea como departamento francés de ultramar. El geógrafo y antiguo residente Luis Cabrera nos guía desde la capital, Fort-de-France. Conocemos también a locales como el profesor Yann Eliazord y el músico Guy Marc Vadeleux; y a otros residentes como la maestra de origen francoespañol Inés Janvier o la cantante colombiana Lorena Ortegón. Su mirada nos permite acercarnos al paraje de la Montagne Pelée y a destinos en plena selva unidos por caminos como la Trace des Jésuites. Además recordamos la historia de la esclavitud y la lucha por los derechos de la población afrodescendiente, liderada por el escritor Aimé Césaire, padre del movimiento político y literario de la negritud. Sus valores siguen presentes entre la población isleña, que también sabe celebrar la vida con su carnaval y en torno a dos competiciones estivales: la vuelta ciclista de Martinica y la de los veleros que participan en el colorido Tour des Yoles.
Fuente: Nómadas
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